os vecinos de Olite se han sumado a la ola de solidaridad que ha surgido en la comarca durante las últimas semanas. Cuatro olitenses trabajan desde hace una semana en la confección de viseras de protección contra el coronavirus gracias a la impresión en tres dimensiones.

Fausto Garde, Eneko Ongay, María Jesús Marticorena y Alberto Eraso forman parte de un colectivo autogestionado que surgió en Navarra, que ya cuenta con cerca de 500 personas.

“Comencé a imprimir el domingo, cuando me enteré de que existía esta plataforma para crear material sanitario a través de la impresión 3D”, explica María Jesús Marticorena, una de las voluntarias olitenses que desde hace días trabaja “para reducir tiempos de fabricación y poder producir más, siempre dentro de los cánones sanitarios que se marcan”.

“Cada visera tarda en fabricarse cerca de 47 minutos”, concreta Marticorena, quien en un solo día puede llegar a realizar entre 10 y 12. Con esta iniciativa los voluntarios tratan de suplir la falta de material sanitario al que se enfrentan algunos centros y residencias. “Hace seis meses que compré la impresora y no pensé que podría tener un uso tan importante”, comenta Fausto Garde, quien empezó con la impresión de las viseras hace algo más de una semana. “Me animé porque vi la necesidad que hay en algunos centros y es algo que a mí no me cuesta nada y ayudo a dar protección a las personas que están trabajando a diario”, detalla Garde.

Dedican los ratos libres y las horas de descanso. “Dedico cerca de 16 horas a hacer las viseras, la impresora siempre está en funcionamiento y, hasta el momento, llevaré unas 50”, concreta Alberto Eraso.

La impresión de las viseras sigue unas pautas concretas para cumplir con las exigencias de protección. “Se nos han enviado unos parámetros determinados para que salgan lo más rápido y fuerte posibles, ya que el material es quebradizo y hay que manejarlo con una velocidad y unas temperaturas”, precisa Eraso.

Ellos se encargan de la fabricación de las viseras, a las que hay que añadir las pantallas de acetato y las gomas que la sujetan, que las consiguen “bien por medio de los Ayuntamientos o los propios enfermeros que se encargan de pedirlas”, como explica María Jesús Marticorena. Una vez se han realizado las viseras, los cuatro voluntarios las entregan a la Policía Municipal, quienes, en colaboración con el Ayuntamiento, se encargan de coordinarlo con los pueblos en los que hay centros y residencias que necesitan el material.