a música no ha parado en las inmediaciones de Aralar, sierra de la que toma nombre Aralar Udal Musika Eskola, un centro con 449 alumnos y alumnas repartidos en siete valles. Desde el principio, el profesorado tuvo claro que debían seguir su actividad de otra manera, desarrollando las clases on-line y cumpliendo así con las recomendaciones recibidas desde el propio departamento de Educación, según apunta Javier Irigoien, director de esta escuela.

“Cómo ha ocurrido en otros ámbitos, la adaptación on-line está resultando un reto intenso, laborioso e ilusionante a la vez”, señala. Al respecto, destaca la implicación del profesorado, 19 personas. “La preparación de las clases para impartirlas a través de medio digitales es muy laboriosa y el propio desarrollo de las mismas tiene sus dificultades”, observa, al tiempo que apunta que “la calidad del sonido en directo a través de los medios digitales es mejorable y hay que trabajar otras alternativas complementarias”.

Lo cierto es que en Navarra una gran parte de las escuelas de música y los conservatorios han dado un paso adelante, un camino diferente en tiempos excepcionales. “Es el caso de la Escuela Municipal de Música Julián Gayarre de Noáin-Valle de Elorz, con la cual intercambiamos recursos e ideas de mejora continua”, destaca Irigoien.

El 96% del alumnado está recibiendo el servicio de forma on-line. Para las clases de instrumento en directo utilizan recursos de grabación, clases teóricas, tanto en directo como a través de Clasroom u otras plataformas digitales, además de grabaciones videotutoriales entre otros recursos. “La respuesta y posibilidades de desarrollo en las diferentes asignaturas es desigual. La enseñanza en educación infantil presenta de partida dificultades que no presenta la enseñanza del instrumento”, apunta el director de la escuela. “Por encima de cualquier dificultad, el hecho de comprobar que nuestro alumnado siga evolucionando en las diferentes materias es ilusionante y supera con creces cualquier obstáculo. Nuestro alumnado sigue aprendiendo y alimentado el gusto por la música”, abunda.

En esta educación musical a distancia es fundamental el apoyo y la colaboración de las familias, que se han convertido en gestores de la tecnología. Por ello, Irigoien quiere dar trasladar el agradecimiento de la escuela a las familias y a los ayuntamientos de Araitz, Betelu, Basaburua, Goizueta, Larraun, Lekunberri, Leitza, Ultzama, Atez y Odieta por la confianza depositada desde un primer momento.

Las clases a veces se convierten en misión imposible; desesperación por la falta de cobertura, sobre todo en medios rurales, como es el caso del alumnado de esta escuela. “Aunque en la mayoría de los domicilios hay un equipamiento informático básico que puede cubrir unas mínimas necesidades, a lo largo de estas semanas ha quedado patente que la brecha digital existe, sobre todo en lo referido a la calidad de las conexiones”, incide Irigoien.

Por otro lado, destaca que durante esta crisis del coronavirus ha quedado palpable la importancia del contacto directo. “Es la base sobre la que sustenta la verdadera comunicación, y por tanto, la base del aprendizaje musical”, dice. “El sonido, físicamente hablando, es una onda sonora que penetra a través de nuestra piel y vibra en nuestro interior. Y qué decir del área de las emociones”, subraya. Y es que esta situación también ha servido para poner en valor la docencia. “La enseñanza de forma presencial no es comparable a ninguna forma de enseñanza digital, pero a lo largo de estas semanas hemos podido constatar que las herramientas tecnológicas son de gran eficacia para superar las situaciones que nos toca vivir en este momento”, señala.

Además, en este tiempo de confinamiento el alumnado practica más. “El simple hecho de enviar audios de lo que están tocando hace que se vean obligados a repetir el tema varias veces antes de enviarnos nada”, apunta. “La práctica de la música activa partes concretas del cerebro que hacen olvidarnos de otros problemas y malas sensaciones. Por otra parte, el medio tecnológico les atrae mucho, motivación que está ligada a un progreso en el aprendizaje”, explica Irigoien.

Optimista por naturaleza, Irigoien confía en que se podrá volver a clases presenciales, aunque sea un corto periodo de tiempo. “Lo necesitamos”, asegura. También en que se pueda celebrar algún concierto, sobre todo el de fin de curso, dedicado este año a Michael Jackson. “Ya hemos comenzado con la preparación de temas y esperemos que pueda ser posible”, observa. “En estos momentos llevamos paralizadas varias actuaciones importantes, un viaje y hay gran incertidumbre sobre otras fechas”, añade. Y es que ha quedado en el aire el espectáculo anual de los diferentes coros de la escuela de marzo, una audición de flauta travesera prevista para abril en la cueva de Mendukilo, un concierto de escuelas de txistu en Peru-Harri junto a Iñaki Perurena, también en abril, así como otro de combos en la Kantina de Lekunberri además de un viaje intercambio del coro juvenil y combos con la escuela de música Musikaia de Lekeitio en mayo.

Asimismo, está pendiente la participación en Eusrock de Noáin y el festival de Educación Infantil previsto para realizar en Leitza en mayo con la ilusión añadida por realizarlo en el nuevo auditorio de Herri Aretoa. “Próximamente y en función de las noticias que se vayan produciendo veremos si hay posibilidad de llevar a cabo alguno de los eventos suspendidos” avanza Irigoien. “Como actividad a corto plazo estamos pensando en la grabación de un tema vocal en el que participen el mayor número de personas posible”.

“A lo largo de estas semanas ha quedado patente que la brecha digital existe”

Director de la escuela Aralar