- Un total de 180 voluntarios y voluntarias han conformado en Refena una pequeña gran familia a modo de improvisada empresa en la que, desde el 2 de abril, trabajan a destajo para confeccionar batas reutilizables destinadas al personal sanitario de Navarra.

Llegaron ayer a las 10.000 y este viernes, su último día de labor, superarán las 16.000. El desencadenante, como no podía ser menos en estos tiempos de confinamiento, no fue otro que un mensaje de whatsapp que, rebotando de persona en persona para reclamar ayuda, ha conseguido una respuesta arrolladora.

A finales de marzo el Colegio Oficial de Enfermería de Navarra realizó un llamamiento alertando del material que necesitaba con urgencia el personal sanitario. El departamento de Desarrollo Económico, que trabaja desde el comienzo de la crisis en las posibles soluciones, quiso dar respuesta a esa demanda a través de su Dirección General de Política de Empresa y Trabajo, y se puso manos a la obra en busca de voluntarios tanto para la elaboración del material necesario como para su embalaje, máquinas de coser y transporte o un centro de trabajo, que establecieron en Refena.

"Respondimos a esa necesidad poniendo en marcha esta iniciativa, localizando empresas que nos pudieran suministrar el material de las batas, prolipopileno; alguien que nos cediera máquinas de coser industriales, y aunque pensamos también en hacer mascarillas e incluso elaboramos unos prototipos, decidimos centrarnos en las batas porque era lo que desde Salud se estaba demandando como prioridad inmediata", explica Susana Mateache, jefa de la sección de Trabajo Autónomo del Gobierno foral. En cuanto le llegó ese mensaje de whatsapp lo tuvo claro. "Yo no sé coser pero sé gestionar, ¿por qué no me voy a liar? Sentía mucha impotencia por no poder hacer algo más, quería ayudar directamente. Y creo que es también lo que han sentido los voluntarios: la situación es terrible pero ha sacado lo mejor de cada persona", valora.

Consiguieron 28 máquinas de coser después de que, además de las diferentes firmas, un buen puñado de personas anónimas que disponía de las suyas en sus casas también las cediera. "El 21 de marzo mandamos otro whatsapp en busca de personas voluntarias con conocimientos de costura y hubo un aluvión de llamadas, una respuesta tan encomiable que todavía me emociono. Ese fin de semana recibimos más de mil llamadas. Incluso personas mayores que nos decían que querían ayudar y podían coser desde casa... De toda clase, de toda edad, de distintas nacionalidades: la respuesta ha sido masiva", revela Mateache.

Cuenta que cada una de esas llamadas ha tenido también su propia historia. "Se me ponía hasta un nudo en el estómago. Nos contaban sus circunstancias personales porque había quien decía que no sabía coser pero llamaba para ver si podía aportar en otras cosas, o quien pedía que le llevaran a casa el material porque estaban cuidando a personas que no podían dejar solas... Todo el mundo ha estado dispuesto".

Hubo que hacer una pequeña criba, ya que para utilizar las máquinas industriales -más grandes y con un manejo diferente a las de casa- hacen falta unos conocimientos mínimos y el tiempo apremia ante una necesidad tan inminente. Participan la mayoría mujeres de entre 40 y 55 años, que elaboran desde el 2 de abril, en dos turnos, una media de 1.300 batas al día que llegan al almacén central del Complejo Hospitalario de Navarra para entrar al circuito de lavado y ser distribuidas en los centros hospitalarios y sociosanitarios que las necesiten. Cuentan incluso con una "delegación" en Estella, donde desde Egatex los voluntarios han estado produciendo unas 600 batas diarias que llevan directamente al Hospital García Orcoyen.

Transportistas, embalaje, tiendas de Pamplona y mercerías que han aportado hilo y material, el mantenimiento de las máquinas, electricistas para el montaje, personal de limpieza... En semana y media se ha creado en Refena -también cedido- una empresa con todo lo que conlleva. "Ha sido muy intenso y ha merecido la pena", señala. Van a seguir produciendo hasta este viernes, y ya "con mucha pena pero también con mucha ilusión" pondrán el broche a este proyecto.

"El voluntariado ha sido un método maravilloso y ejemplar para proveer a los sanitarios, pero nació para dar un margen al gobierno, una transición para pasar a la producción empresarial. Ahora tendrán que ser las empresas las que empiecen a producir las batas de forma industrial", explica Mateache, que asegura que "hay que empezar a pensar, en todas las comunidades, en tener entidades que produzcan este tipo de material. Todos deberíamos tener nuestro propio abastecimiento para no tener que depender tanto de la importación de material desde el extranjero, ahora y en el futuro", opina. El objetivo ha sido, a diario, conseguir que una bata más llegue a esos sanitarios, y la mayoría quiere seguir colaborando. "Cuando les he comentado que terminábamos el viernes, la mayoría de las respuestas han sido de pena. Me decían que están tan ilusionados que seguirían más. Están haciendo una labor altruista pero además contentos, con generosidad y alegría. Es emocionante".

"Hubo un aluvión de llamadas de voluntarios, una respuesta encomiable"

Servicio de Trabajo Autónomo