ada la importancia de usar mascarillas y con el fin de dar servicio a las personas que se mueven en torno al santuario de San Miguel de Aralar, adquirimos un centenar con la efigie serigrafiada", recuerda Pedro Saralegui, encargado del mantenimiento del santuario y de la pequeña tienda que hay en la sacristía, cerrada desde la declaración del estado de alarma. Para su distribución, al precio de cinco euros, una mitad se ha quedado en Sakana, en el monasterio de Zamartze, y la otra mitad ha ido a tierras de Larraun, en Lekunberri, localidad en la que vive Saralegui. "El domingo subí un cartel a las redes sociales y me las está pidiendo mucha gente", observa.

La idea surgió de la empresa que provee al santuario de productos religiosos. "Ofrecían nuevos artículos relacionados con el coronavirus. Me pareció interesante la mascarilla, sobre todo para dar servicio en el santuario", incide Saralegui. Por ello, propuso la idea al capellán de Aralar, Mikel Garciandía, que se mostró conforme. "La empresa asegura que protegen del COVID-19 y que aguantan 30 lavados a 60º. Son unas mascarillas duraderas y reutilizables", destaca. Las personas interesadas pueden pedirlas en el teléfono 626030234 y a través del correo miguelexcelsis@gmail.com.

Así, dado el éxito de la iniciativa, están pensando en encargar más. Y es que según voces expertas, las mascarillas han llegado para quedarse y su venta puede convertirse en una fuente más de financiación para el santuario en un año lleno de proyectos que también se ven afectados por el COVID-19. Los más importantes son la recuperación de Lakuntzetxe, edificio anexo al santuario, como centro de interpretación, biblioteca, salón de actos y sede de la cofradía y la celebración de año jubilar en San Miguel. "Los momentos tan dramáticos que estamos viviendo nos han llevado a parar de momento", observa el capellán . "En las próximas semanas vamos a abrir una web, SOS Aralar, y estamos también renovando la página web del santuario", adelanta. "Luego esta relanzar el recorrido de la efigie de San Miguel al menos de modo virtual y por última una campaña de crowdfunding".

Aunque las puertas del santuario están cerradas desde el 14 de marzo, Saralegui sube todos los días a lo alto de Aralar, dónde no falta trabajo. "Estoy aprovechando para hacer trabajos de mantenimiento que no se pueden hacer de normal", observa. Así, hace unos días finalizó con un repaso a conciencia de la depuradora y estos días va realizar el encerado del suelo para que la morada de San Miguel luzca reluciente. En un principio, la apertura sería el 17 de mayo. "Si no hay novedades, el domingo 17 tendremos la primera misa con los protocolos exigidos para los actos de culto. A partir del lunes 11 se podrá acceder al santuario", apunta Garciandía. "La idea es que el bar pueda abrir la terraza, que es el espacio previo que se usa como refugio. En el caso del templo, seguir todas las indicaciones para evitar el contagio. Dada su amplitud, esperamos que sea posible visitarlo, orar e ir recuperando poco a poco el pulso", comenta.

Lo cierto es que Saralegui está deseando que se pueda reabrir el santuario, y mostrar a las numerosas personas que se acercan a lo alto del Aralar este templo que atesora más de mil años de historia, y que según una leyenda, fue levantado por Teodosio de Goñi después de vencer al dragón en su penitencia. También la historia de su precioso retablo de esmaltes, obra maestra del arte que fue robada por el célebre Erik el Belga en1979. El retablo volvió al santuario en 1991.

Otro de sus grandes atractivos es su enclave, a 1.355 metros de altitud, más cerca del cielo, rodeado de majestuosas hayas y vistas impresionantes, un paraíso para montañeros y aficionados al senderismo. "Llevamos 50 días que no anda nadie. De vez en cuando viene el del bar y la Policía Foral", asegura.