“Salir del pueblo era mejorar”, apuntaba Amparo Viñuales, alcaldesa de Roncal, uno de las zonas de Navarra más castigada por la despoblación. Lo cierto que en el siglo XIX y, sobre todo, a lo largo del pasado siglo, fueron perdiendo habitantes, una tendencia que se quiere cambiar reinventado el medio rural.

Y es que los pueblos de Navarra miran al futuro, tal y como quedó patente en la mesa redonda celebrada este pasado jueves en Leitza por Nabarralde, dentro del programa cultural organizado en torno a las jornadas sobre patrimonio, paisaje y globalización que se celebrarán este fin de semana en Pamplona. También participaron David Campión, alcalde de Ollo, Josepe Irigarai, de Auritz-Burguete, y Koldo Leoz, de Estella-Lizarra, con Ainara Martínez Matia, experta en patrimonio, como moderadora.

“Desde pequeños se nos inculcaba que para progresar teníamos que irnos. Es muy difícil dar la vuelta a esta mentalidad”, observó Irigarai. No obstante, los cuatro alcaldes coincidían en que para revertir esta situación se deben tomar diferentes medidas que pasan por la diversificación del tejido económico, facilitar a los jóvenes el acceso a la vivienda, una formación ligada al territorio, más servicios y comercio de proximidad, además de llevar a cabo mejoras en la movilidad y acabar con la brecha digital entre otras, una larga lista de cuestiones que fueron desgranando uno a uno, con realidades diferentes pero muchos puntos en común. De igual modo, coincidían en las limitaciones económicas de los ayuntamientos pequeños.

Asimismo, se habló de macrocefalia de Pamplona y de desequilibrio territorial. Al respecto, Campión apostó por la creación de polígonos pequeños y residencias para mayores así como viviendas colaborativas (cohousing), y centros de día para que las personas mayores no tengan que salir de sus valles al tiempo que se genera empleo. También de una fiscalidad diferenciada, que ya existe en algunos países de la UE, porque los habitantes y empresas de las zonas despobladas no tienen los mismos servicios a pesar de que pagan los impuestos.

“Burguete es un pueblo envejecido y se nota un sentimiento de desánimo. Pero uno es alcalde porque cree que se puede hacer algo, también frente a la despoblación”, destacó Irigarai. En su opinión, el desarrollo urbanístico para segundas viviendas no es la solución. “En Auritz hay censadas 250 personas, pero entre semana no llegan a la mitad. Las calles están vacías”, observó. Tampoco el turismo. “En el Pirineo se ha apostado por el Camino de Santiago y con la covid-19 está muerto. La pandemia puede ser una oportunidad para reflexionar y diversificar. Hay muchos campos abiertos”, incidió.

En opinión del alcalde de Estella-Lizarra, que habló desde un punto de vista comarcal, el de una zona que cuenta con 65.000 habitantes repartidos en 73 municipios y que ocupa una superficie similar a la de Gipuzkoa, hay signos de esperanza: “En la Mancomunidad de Andia se realizó una encuesta entre los jóvenes y el 91% quería vivir en el pueblo”, destacó.

En esa misma encuesta se identificaron como los principales condicionantes el empleo y la vivienda. Lo cierto es que la necesidad de diversificar el empleo fue una de las cuestiones recurrentes en la mesa redonda, donde se plantearon diferentes fórmulas, como poner en valor el sector primario, adaptar la legislación a las zonas rurales, impulsar el cooperativismo, incentivos a emprendedores y que llegue la fibra para que se pueda teletrabajar desde los pueblos. En relación a la vivienda, pusieron sobre la mesa pequeños pero grandes pasos, como las cuatro viviendas de alquiler que Nasuvinsa ha rehabilitado en la casa consistorial de Auritz-Burguete y para las que se han presentado 14 solicitudes.

También la apuesta del Ayuntamiento de Estella por la biomasa de astilla para la calefacción de edificios públicos, así como comercios y locales de hostelería en las obras de La Rúa, en Estella-Lizarra. “La Administración debe corregir las diferencias. Igualdad no es lo mismo que equidad”, aseguró Leoz. “Iruña lo absorbe todo. Lizarra, que era un población tractora de la zona, está perdiendo servicios”, añadió.

Lo cierto es que a raíz de la crisis sanitaria se ha puesto el foco en la calidad de vida en los pueblos. “Con el Covid se ha visto una vuelta de población a la zona pero no han venido para quedarse”, observó Viñuales, quién aportó una perspectiva de género a la despoblación. Al respecto, destacó que los pueblos se han masculinizado porque para las mujeres era más difícil desarrollarse a nivel profesional en una economías ligadas a la agricultura, ganadería y madera e incidió en la necesidad de poner la sostenibilidad de las vidas en el centro. “Sin pueblos no hay futuro”, aseguró.

En la mesa redonda también se abordó el desarraigo y la pérdida de patrimonio material pero sobre todo inmaterial, de profundos cambios en la relación del ser humano con sus raíces. Al respecto, señalaron que este material a veces les viene grande, pero que las iniciativas llevadas a cabo como la recopilación de patrimonio inmaterial o la recuperación de diferentes espacios han servido para cohesionar a la población y que la Covid-19 ha supuesto un corte en diferentes dinámicas que se estaban llevando a cabo. “Hace falta mucha pedagogía. Es nuestra cultura y debemos transmitirla”, destacó la alcaldesa de Roncal. “Es hora de quitarse complejos y sentir orgullo de todo lo que representa el reino de Navarra, en especial el euskera. Hay un elemento político que no deja avanzar”, aseguró.

“Igualdad y equidad no es lo mismo. La Administra-ción debe corregir las diferencias”

Alcalde de Estella-Lizarra

“No sería descabelladoaplicar una fiscalidad diferenciada para atraer al medio rural”

Alcalde de Ollo

“Con la covid se ha visto una vuelta de población, pero no han venido para quedarse”

Alcaldesa de Roncal

“Desde pequeños se nos inculcaba que para progresar había que salir del pueblo”

Alcalde de Auritz-Burguete