- Hace 124 años, en El Salvador, se abrieron por primera vez las puertas de la pastelería La Gloria. Aquello fue el preludio de lo que ocurrió dos años más tarde, en 1898, en el casco antiguo de Tafalla, cuando llegó el histórico local de repostería a Navarra. De aquel local salvadoreño se mantuvo la esencia, la pasión y el cariño por el dulce, raíces que el tafallés Mariano Elcid Salvatierra, fundador de la confitería, trasladó a la ciudad del Cidacos.

El éxito no ha menguado con los años, igual que no lo ha hecho el entusiasmo de la familia, que ha cogido el relevo generacional hasta llegar a la actualidad, donde Jesús Elcid Luqui, bisnieto de Mariano Elcid, se ocupa de guardar el negocio, siempre bajo la mirada experta de Javier Elcid García, su padre. Ahora La Gloria forma parte de las Gastrovisitas de Tafalla, una iniciativa municipal en la que durante los fines de semana de octubre se puede degustar el producto local y visitar lugares emblemáticos de la ciudad. "Es una manera muy buena de apoyar al comercio local, ayuda a protegerlo porque le da una mayor visibilidad", opina Jesús Elcid y apunta al buen quehacer del Ayuntamiento para "fomentar este tipo de iniciativas".

Hace diez años que Jesús está al mando del negocio familiar, un puesto que va desde la elaboración en el obrador "hasta la preparación del mostrador, la elección del envoltorio y la limpieza". Él, consciente del momento de cambio y de la competencia que existe con las grandes superficies, ha intentado reinventar parte del negocio. "Intentas hacer cosas diferentes, aunque nuestros clientes siguen queriendo los clásicos, sí que hemos desarrollado productos más sanos, con menos azúcar y que se venden bien", asiente Elcid. Entre las nuevas elaboraciones destacan las miniaturas, versiones más pequeñas de los pasteles tradicionales o mousse de dos chocolates'. "Podría haber hecho la mitad de las cosas y haber vivido igual, pero la pasión y las ganas de aprender son lo que me han podido", cuenta el pastelero y confiesa que "al ser esto una ciudad pequeña, hay ciertas limitaciones en la demanda, sin embargo, yo sigo experimentando y creando, aunque luego haya cosas que no triunfen y se queden para mi desarrollo personal y profesional".

A pesar de los cambios y aun teniendo la mirada puesta en la competencia que suponen las grandes superficies, La G loria mantiene su apuesta por el producto artesanal y "con las mejores materias primas".

"La diferencia entre lo que se vendía antes y lo que se vende ahora es sustancial, antes vendías todo, ahora cuesta mucho más, pero son procesos con mejores materias primas y los detalles están mucho más cuidados", ahonda Elcid. En esta pastelería tafallesesa hacen un total de 80 productos artesanos, elaboraciones entre las que destaca "el gusto por los productos sin aditivos y con la mejor calidad, que es lo que nos diferencia de lo que hay en las producciones en masa". "No tratamos de competir con ellas, ofrecemos cosas diferentes", matiza. El producto estrella son las pastas del abuelo, un surtido de doce tipos diferentes de este dulce y que toma su nombre de cómo el abuelo de Jesús las elaboraba, con cuidado y mimo, dándole la forma con una cucharita. "Las seguimos haciendo de la misma manera", sonríe.

"Me he criado aquí, vivía arriba -en el mismo edificio de La Gloria-, encima de mi piso estaba el obrador y estudiaba en el colegio que hay enfrente", evoca Elcid y recuerda que sus días pasaban entre la escuela y la pastelería. "Lo habitual por las tardes era que las madres se juntaran a tomar el café aquí después de recogernos del colegio, hacían cuadrilla y nosotros jugábamos en la plaza o dentro del local", continúa.

Antes de que La Gloria fuera lo que es ahora fue una fábrica de chocolate. Cuando Mariano Elcid, su bisabuelo, trajo el negocio a Tafalla fundó lo que en principio no era una "pastelería al uso", sino que se dedicaban a la fabricación de chocolate, dulce de membrillo y a la venta de velas (algo muy típico en las reposterías de antes). La fábrica, que se ubicaba frente a la plaza de toros, guardaba mucha maquinaria y la producción era "más de tipo industrial".

"Se vendía por todo Navarra, el nuestro fue uno de los primeros camiones que hacía repartos, daban la vuelta a la comunidad e incluso llegaban a las provincias limítrofes", comenta Jesús Elcid. Fue en los años 60 cuando el negocio cambió y mudó hasta lo que es ahora, una pastelería en la plaza del Ayuntamiento. El esfuerzo de la familia pastelera también se ha ido heredando, desde el bisabuelo, motor de todo, pasando por el abuelo y el padre, hasta llegar al actual dueño del negocio centenario, que batalla por mantener su espacio en mitad de una producción en masa.

"No tratamos de competir con las grandes superficies, ofrecemos productos diferentes"

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