es ha tocado reinventarse para sobrevivir, para evitar el ERTE, en algunos casos, o para no tener que cerrar definitivamente, en otros. La pandemia ha puesto contra las cuerdas a la hostelería, pero el sector mantiene el tipo. Bares de copas levantan ahora la persiana bien de mañana para dar desayunos y almuerzos, mientras que restaurantes de mesa y mantel han cambiado la vajilla de porcelana por el cartón del servicio a domicilio.

Aunque han tenido el bar cerrado, a la mayoría se les ha seguido viendo durante estas durísimas semanas en las redes sociales, sujetando un cartel con el famoso eslogan de SOS Hostelería-SOS Ostalaritza. Y la lucha aún sigue.

DEL MESÓN, A CASA Un histórico de la noche pamplonesa, el Mesón de la Nabarreria, se ha sumado en los últimos días al take away y desde este pasado lunes ofrece café y pincho para llevar. Alfredo Domeño, uno de los socios del popular local, está ahora solo detrás de la barra y al frente de la cocina, que de todo hace. “Toda la plantilla (son 13 personas) está en ERTE menos yo; la situación se iba alargando y esto se hacía muy duro”, explica.

La barra del Mesón, durante semanas y hasta meses cerrada a cal y canto (a excepción de los días que abrió con límites de aforo) es hoy un hervidero de placeres en forma de pinchos de tortilla, que la gente se lleva, mitad por gusto, mitad por solidaridad con el local: “Queríamos dar un servicio al barrio, porque aquí viene mucha gente de Aldezar, funcionarios de Educación, vecinos... y, luego, los comercios del barrio están encantados porque dicen que sin nosotros no hay vida”.

El Mesón se va a abrir solo de lunes a viernes desde las 10.00 hasta la 1 del mediodía: “Entran de dos en dos a la barra y se pueden llevar cafés en vaso de cartón, los pinchos y alguna lata, porque el cañero no funciona”. Y la buena acogida no se ha hecho esperar: “La gente estaba pendiente, porque tenemos un cliente muy fiel”, dice Domeño, quien añade que “podríamos haber llegado hasta la hora del vermú, como hacen muchos, que dan marianitos en vasos de cartón y la gente se agolpa delante de la puerta, pero eso sería una ridiculez”. Su filosofía, en cambio, es “colaborar en la medida de lo posible a que esto mejore para que podamos abrir todos”. Por eso, el fin de semana, de momento, no se lo plantea: “O lo haces mal, o no se puede. Yo no puedo abrir el Mesón porque la gente se va a agolpar en la ventanilla a por el pote y las rabas y eso no se puede hacer”.

Domeño es muy crítico con la política de terrazas que está llevando a cabo el Ayuntamiento con unas determinadas calles y locales (en el paseo de Sarasate con bares de San Nicolás, Comedias, etc, por ejemplo), mientras que otras, como Nabarreria, Calderería, etc. no tienen opción. “Yo podría solicitar terraza, pero no lo hacemos para no molestar al vecindario y ahora la zona se está muriendo sin nosotros”. La plaza de Navarrería no tiene terrazas, así que la apertura desde el pasado jueves 23 no les ha solucionado nada. Según calcula Domeño, este año han perdido el 70% de caja. “Estamos muy jodidos”.

“Hemos demostrado que la hostelería somos los que más cuidamos al cliente. Han mejorado los datos, sí, pero es que se han prohibido los botellones, las reuniones familiares y la gene tiene que estar a las once en casa”. Por eso pide “que nos dejen abrir ya, por lo menos con las restricciones de aforo y sirviendo en mesa”. Si no el Mesón no es el Mesón.