esulta frecuente viajar a los lugares que apenas conocemos con una imagen previa que, inevitablemente, se verá modificada a lo largo de la estancia. Porque, en la medida de lo posible, conviene profundizar más allá de la mirada del turista.

Las raíces culturales de esta comarca son antiguas y muy diversas. Todas ellas han dejado algún vestigio. Tras la poco conocida época de los berones, se asentó la civilización romana (de la que perdura un rico poso), sucedida por los visigodos y el posterior periodo islámico. Por otra parte, es una zona que conserva una considerable toponimia procedente del euskera.

Durante cierto tiempo el reino de Pamplona fue asimismo conocido como reino de Nájera. Han sido también importantes las influencias llegadas por el Camino de Santiago. Todo ello ha estado en maceración, durante siglos, desarrollándose de forma propia. Concretamente y para un aficionado a la heráldica, estas tierras resultan muy estimulantes.

Nájera es un lugar ideal para pernoctar. La posición central de esta ciudad la hace muy propicia para quedarse aquí unos días y emprender excursiones que permitan conocer la Rioja Alta. Santa María la Real, alberga el panteón de los reyes, construido a mediados del siglo XVI. Llaman también la atención sus altos acantilados junto al río, compuestas por capas de color rojizo, casi salmón, en las que -en fechas y con finalidades que los historiadores no se atreven aun a determinar con certeza- fueron excavadas más de un centenar de cuevas.

Pero el presente se muestra con toda su rotundidad. La gente utiliza mascarillas, por la pandemia del covid-19. Pero, asimismo, hay otros problemas globales. El 19 de septiembre vemos alrededor de medio centenar de temporeros africanos que esperan a ser contratados para la vendimia. Duermen en cajeros automáticos y bajo la marquesina de la estación de autobuses. Europa no puede absorber toda la pobreza del mundo. Pero es necesario que ayude. Todos estamos en la misma nave y hay que lograr que flote.

Gonzalo nos enseña Nájera y los días siguientes, envía whatsapps desde el aeropuerto de Amsterdam o Munich, recomendando monumentos y las especialidades de algunos establecimientos gastronómicos. También nos ayudan, sobre el terreno, sus allegados.

Cerca, en Tricio, hay que ver el sugerente interior de la basílica de Santa María de Arcos, que data del siglo V. Aprovecharon para sus columnas tramos de un monumento romano. Resulta tosco, pero a la vez bello e impresionante.

Desde Nájera se pueden recorrer, en excursiones de un día, los valles formados por los ríos que vertebran el territorio.

En el de Oja, Santo Domingo de la Calzada aparece magnífica. La torre exenta de la catedral es la más alta de un edificio religioso en La Rioja. Desde aquí un día despejado pueden divisarse las cumbres de la sierra, entre las que destaca el San Lorenzo, que con sus 2.271 metros, es la más alta de la comunidad. En mi caso, constituyó un balcón ideal para mantener una conversación trascendente con una mujer inteligente, culta y sensible.

Especialmente en la zona cercana a Ezcaray, la toponimia procedente del euskera es bastante densa. Llamó la atención sobre ello Merino Urrutia, alcalde de Ojacastro, en las publicaciones realizadas a partir del año 1931. Como sucede con aquellos periodos sobre los que hay pocos datos, los historiadores elaboran distintas hipótesis. Como, por ejemplo, si se trataba de un idioma originario o bien es debido a la repoblación realizada por algunos reyes de Navarra. Se cree que la lengua vasca pervivió aquí hasta el siglo XVI.

Por la carretera correspondiente a la cuenca del Najerilla podemos acceder a los monasterios de Cañas, Valvanera y al principal centro monástico de la Rioja: el integrado por los dos de San Millán de la Cogolla. El de Suso es humilde, pero encierra una espiritualidad más elevada, mantenida a lo largo de los siglos. En el de Yuso, mucho más sofisticado, tenemos, en nuestro caso, el lujo de recibir la más personalizada y erudita explicación histórica que haya recibido en monumento alguno. Es otro motivo que invita a la reflexión durante este viaje: el pasado y presente de la religión católica en la historia de España.

Al este, la cuenca del río Iregua da entrada a las tierras más austeras de los Cameros.

Otro día vamos a Laguardia (Álava) y San Vicente de la Sonsierra. El viaje es, en parte, por razones genealógicas. Estas dos localidades formaron parte del reino de Navarra hasta el siglo XV. El escudo de la primera de ellas muestra un castillo con dos llaves, para poner de manifiesto el carácter estratégico de la villa. El de San Vicente contiene los escudos de Navarra y Castilla, separados por un brazo armado de una espada, para dar testimonio de ese pasado de luchas fronterizas.

El ejemplar más antiguo que he visto, está sobre la puerta de acceso a la iglesia del castillo.

Abajo, el Ebro fluye manso y ancho. Aunque en un día normal el oído humano no sea capaz de captarlo, seguro que produce un rumor. Atardece. Cerca, en una posición más elevada, se desparraman extensos viñedos, con las hojas rojizas inflamadas por los últimos rayos del sol.

Camino ya de Logroño, merece la pena detenerse en Fuenmayor. Entre otros monumentos, cuenta con el magnifico palacio de los marqueses de Terán, con su historia ligada al surgimiento de la idea regional. Aquí tuvo su sede la Real Junta de Cosecheros. Goza de hermosas vistas sobre la sierra de Cantabria y los viñedos, que llegan casi hasta sus muros. Extraña que no haya sido rehabilitado, bien por los poderes públicos o bien por la iniciativa privada. Sería muy difícil para una bodega contar con un edificio más emblemático que este.

A modo de conclusión, la Rioja Alta es un destino a apuntar, para cuando superemos las limitaciones impuestas como consecuencia de la pandemia de la covid-19.