ola personas, no pregunto nada, mejor es así, sin saber, yo bien. Bien jodido, tengo un bar, no tengo terraza. Ahí lo dejo.

Bueno, esta semana ha habido paseo rico y pamplonés pero antes de entrar en harina he de hacer una aclaración al ERP del domingo anterior. En él denunciaba el penoso estado en que se encuentran dos nichos góticos que hay a los pies del torreón de la Encomienda Sanjuanista de Cizur Menor y pedía a sus guardianes que cumpliesen con su cometido cuidando como se debe cuidar lo que es patrimonio de todos. Así mismo indicaba que el edificio, propiedad del Gobierno de Navarra, estaba en manos de la Orden de Malta para su uso y cuidado y a ellos iba dirigida mi queja. Pues bien, el encomendador que tiene encomendada la Encomienda, muy amablemente, se ha puesto en contacto conmigo y me ha explicado el busilis de la cuestión. Resulta que hace ya unos meses que un okupa se les ha instalado en los bajos de dicho torreón okupando un espacio abierto al que se accede por los arcos góticos en cuestión. La Orden ha recurrido a todos los resortes que leyes y policías han puesto a alcance de sus gestiones pero hasta el momento ninguna ha dado fruto. Dicho lo cual restituyo la fama a la secular y Soberana Orden militar y hospitalaria de San Juan de Jerusalén, Rodas y Malta, vulgo Orden de Malta, y espero que las cosas se arreglen. Bien dicho todo lo anterior os voy a contar el paseo de esta semana que ha sido variado y en bici. Hoy, jueves por la mañana, he bajado Carlos III para ir a la calle Comedias, antigua Dos de Febrero, a hacer un recado a la librería Elkar que a partir de ahora también tiene mi libro a la venta, realizado éste, he tomado Lindatxikia para salir a San Nicolás y por San Gregorio tomar Navas de Tolosa. Al llegar a la altura de la librería del fondo de publicaciones del Gobierno de Navarra una especie de imán ha forzado el manillar de mi bici hacia ella y ha echado el freno ante su puerta, he entendido la señal, he candado el vehículo y he entrado a fisgar a ver que encontraba. Esa librería es una gozada, está todo Navarra en sus anaqueles: reyes, historia, arte, personajes, industrias, pueblos, ciudades, archivos, juicios, pleitos, fotos, castillos, iglesias, instituciones€ y todos los etcéteras que queráis poner. Después de recorrer unos cuantos metros de estantería y ojear y hojear unas cuantas obras, ha llegado a mis manos, diciéndome: cómprame, un ejemplar de Memorias de Joaquín Ignacio Mencos , Conde de Guendulain, 1799-1882, un interesante y decimonónico paisano nuestro que ocupó cargos de cierta relevancia en la política local y nacional. El libro lo tengo hace tiempo, lo encontré en un librero de viejo, y lo he leído, pero lo he vuelto a comprar ya que por un ejemplar nuevo en su edición de 1952 me han pedido 10 € y no me he podido resistir, lo he comprado para regalarlo. Un poco más adelante ha salido a mi encuentro otro ejemplar con historia editado en 1966 en el que se cuentan esbozos y recuerdos de la primera guerra carlista contados por el militar Augusto von Goeben titulado Cuatro años en España y por el que también he astillado la módica cantidad de 10 pavos. Cosas así me reconcilian con el mercado del libro viejo en el que por norma lo medianamente decente suele estar marcado con números mayúsculos. He salido de la librería más contento que un niño con zapatos nuevos y me he puesto a pedalear dirección Pío XII, a la altura de Antoniuti me he encontrado con mi amigo-compañero de excursiones y he echado pie a tierra para hacer unas risas con él tras las que he seguido mi camino por ese maravilloso carril bici que recorre todo Pio XII, es una gozada pedalear por esa gran avenida sin el peligro de los coches y sin molestar a los peatones, que es lo que sucede según elijas calzada o acera. He recorrido la populosa vía viendo que cada vez tiene más tiendas, más bares y más gente, aquella provinciana carretera de Estella que parecía escapada de una película de Berlanga con sus casas, sus casitas, sus fábricas, alguna iglesia y un paso a nivel ferroviario, es hoy una arteria urbana de primer orden. He llegado a la CUN y tras sortear a un zangolotino con cara de idiota que iba enfrascado en su móvil por el carril bici y que casi me lo como, he tomado la cuesta abajo que va pareja al muro de contención de la zona hospitalaria y he disfrutado como un gorrino en un charco bajando a tumba abierta, que gozada es la bici para las cuestas abajo. He llegado a la venta Andrés, histórico bistró venido a menos que a principios del S. XX fundara D. Andrés Larrambebere, mítica cancha de bochas en tiempos de nuestros bisabuelos, y la he pasado por detrás para salir a las casas de abajo del barrio de Etxabakoitz. He dado unas vueltas por sus dos calles, Virgen del Soto, donde mi prima Rosa tiene su farmacia y donde vive Celia una señora a la que quiero mucho, y San Raimundo, pasadas éstas he llegado al complejo deportivo que me ha parecido un gran y cuidado espacio lúdico; haciendo un esfuerzo sobre los pedales he subido un repecho y he llegado a una placita tranquila, cuidada y recoleta, donde se deja un ascensor y se toma otro para acceder a las calles de Etxabakoiz alto: Teodoro Ochoa de Alda, Nicanor Beistegui y su señora Concepción Benítez. El barrio sigue al otro lado del río Elorz con casas aisladas, fábricas, talleres y un nuevo núcleo vecinal en las casas de Urdanoz, pero no he llegado hasta allí. Todo era parte de la Cendea de Cizur hasta que el 8 de septiembre de 1953 fue anexionado por decreto ministerial a la capital, es por tanto uno de los últimos terrenos en sumarse a la vieja Iruña. He cruzado la avenida de Aróstegui y he llegado a una huerta donde antiguamente había un gran cartel donde se leía "cuidado con el perro" pero el animal que había entre sus lechugas era una cabra. He tomado a mano izquierda para adentrarme en terrenos universitarios circulando a contra corriente del rio Sadar, he pasado el cruce a Cizur, con su puente de arco escarzano, y he seguido disfrutando de ese gran jardín que es el campus. He alcanzado la avenida de Zaragoza que he atravesado para entrar en terrenos de la otra universidad, la pública, tras ella he subido por la calle Mutilva, no sin esfuerzo, y he llegado a los edificios inteligentes que ya eso ha sido el remate del paseo, entre librerías, universidades y edificios inteligentes aunque solo sea por vecindad espero que algo se me haya pegado.

La semana que viene más, haré excursión, tiempo me sobra.

Besos pa tos.