- El estudio de los restos arqueológicos de la presa romana descubierta en Mues está demostrando que contiene un alto valor arqueológico. Un hallazgo que se produjo por casualidad mientras la Mancomunidad de Montejurra colocaba una arqueta de distribución de agua en 2018. Entonces apenas descubrieron dos sillares del impresionante yacimiento arqueológico. "Es curioso que en la actualidad se cojan las fuentes de agua que ya eligieron hace 2.000 años los romanos", comentó el arqueólogo Carlos Zuza.

Ayer, varios parlamentarios de la Comisión de Cultura del Parlamento siguieron las indicaciones de los arqueólogos Zuza y Nicolás Zuazu, del Gabinete Trama, encargado del estudio de estos restos arqueológicos. Se trata de una presa de aproximadamente 50 metros de longitud y de unos cinco de profundidad, construida a mediados del siglo I, para almacenar las aguas de los manantiales de la zona del río Odrón. Nicolás Zuazu avanzó que "creemos que se construyó para llevar las aguas a través del acueducto de Lodosa y Alcanadre a Calahorra".

Para Carlos Zuza, otro de los arqueólogos descubridores de este emplazamiento romano, se trató de una empresa muy ambiciosa por toda la canalización necesaria para conducir las aguas, con la construcción de todo un gran acueducto "con el que superaron grandes dificultades, entre ellas, la de atravesar el Ebro". "Pensamos que el agua iba a Calahorra porque en esa época era una de las pocas ciudades con capacidad para asumir una infraestructura de este calibre".

Lo extraordinario de la presa romana encontrada en Mues es "su nivel de conservación". Curiosamente el deterioro posterior podría explicar que fuera una obra que estuviera pocos años en funcionamiento por el llenado del cauce de tierra y otros materiales, que debió ser muy rápido, algo que la hizo inservible pero, por contra y gracias a ello se han conservado tesoros arqueológicos extraordinarios. Entre ellos, la cámara interior de la torre de control de caudales. "Nunca antes se había hallado otra en tan buen estado". Desde esta torre se regulaba el caudal de la presa y aún se conserva la estructura de madera que explicaría la tecnología hidráulica romana: una viga "seguramente de roble" que todavía se conserva en perfecto estado y un tornillo con el que controlaban el flujo del agua.

Otros tesoros arqueológicos son los sedimentos del pantano. Todos los materiales que cayeron al fondo forman parte de los estratos que quedaron tapados y preservados. Actualmente están siendo analizados por especialistas del CSIC. Sedimentos entre los que hay todo tipo de semillas (incluidas las de la vid, cuyo cultivo llegó a tierras vasconas precisamente con los romanos) y también restos de fauna de hace 2.000 años, preservados en el tiempo, lo que para Zuza hace de este enclave "un almacén único, tanto por volumen como por la calidad de su conservación". "Los materiales que hay aquí son como fotos fijas de un momento muy determinado". Esto ha permitido que se pongan en marcha varios estudios diferentes de semillas, pólenes, fauna€, "que nos dirán mucho de lo que aquí había hace dos milenios".

La presa tiene tres franjas; por un lado una pared o pantalla de sillería de perfectas piedras talladas y cuadradas "que le da un aspecto monumental" a la presa; luego está otra capa compuesta por cal hidráulica, que garantiza la estanqueidad y, finalmente, el espaldón de diverso material que sujeta a ambas. Una de las piezas más valiosas de este entramado hidráulico romano es la plancha de plomo que cerraba el desagüe de la presa. Una pieza que conserva las inscripciones originales: "Parece que habla de instrucciones y también de los materiales que la formaban parte de la obra".

La presa de Mues podría ser muy similar a la de Muel, en Zaragoza. "Hasta la cercanía del nombre entre Mues y Muel parece algo más que una casualidad", comentó Zuazu, quien también apunto a Calahorra, una población que está a 30 kilómetros de distancia, como la posible receptora de estas aguas de las sierras de Codés y del valle de la Berrueza. Lo cierto es que Calahorra entró en crisis a partir del siglo II, algo que, según los arqueólogos, explicaría que se abandonara el mantenimiento de la infraestructura.

En el siglo XV se estableció en el mismo lugar un molino que utilizó estas aguas para mover una noria horizontal de madera. Una obra que en el siglo XVII fue sustituida por un nuevo molino, aguas arriba, que estuvo activo hasta el siglo XX y que fue derruido "en la década de los setenta", recordó el alcalde de Mues, Juan José Álvarez.

De momento, la idea que los arqueólogos de Trama transmitieron a los parlamentarios Ainhoa Aznárez (Podemos), Carlos Mena (PSN) Maiorga Ramirez (EH Bildu), Pablo Azcona (Geroa Bai); y Miguel Bujanda, Raquel Garbayo y Javier García (Navarra Suma) es que se trata de preservar toda la información que posee este enclave romano con la idea de que "para el futuro se haga un espacio que se pueda visitar turísticamente y para los centros escolares". En este sentido, está todo por resolver ya que la propiedad de los terrenos es privada y todavía no se ha aclarado si el futuro pasará por un alquiler o la compra de los terrenos por parte del Gobierno foral.