n buen día, Ricardo Milagro pensó que sería útil escribir el trabajo que realizaba en su huerta en La Mejana de Tudela y las labores que ayudaba a realizar a otros hortelanos, que se denominaba ir a tornapión o ir de peón p'autri (para otro). Sus palabras y labores servirían para que las generaciones futuras supieran cómo era su trabajo y qué realizaba cada mañana y cada tarde, lloviera, hiciera frío o calor. Y se puso a ello. Era el 1 de enero de 1928, Ricardo tenía 25 años,era músico en la banda y escribió un diario minucioso hasta el 17 de agosto de ese mismo año. Sin que se sepa por qué dejó de escribir, el año pasado su hijo, Félix Milagro, donó esta joya al recién nacido Museo de la Huerta que abrió hace un mes en Tudela.

Sus palabras, localismos, términos especiales plasmados con tinta en papel son un auténtico tesoro para conocer palabras que están en desuso y las formas de vida y trabajo de cientos de jornaleros y hortelanos que durante siglos han ido forjando la personalidad que hoy tiene la capital de la Ribera.

Las fiestas de la Verdura que se celebran ahora en Tudela no son sino el espejo de aquellas imágenes en blanco y negro que surgen en la memoria, en que se ven hortelanos labrando La Mejana y recogiendo alcachofas, achicorias, borrajas, berzas, piñas (coliflor), espárragos, acelgas, tomates, pimientos, melones, melocotones, calabazas€.

Era 1928, Tudela era una ciudad recién nacida a la industria con la llegada de la Azucarera 20 años atrás. Alrededor de 11.000 almas vivían en ella y había ampliado sus márgenes fuera de lo que había sido el recinto amurallado, con nuevas calles, parques y pequeñas empresas y antiguos conventos. En ese año, el club de fútbol Gazte-tasun ultimaba su nacimiento que años más tarde, junto con la unión a otros, derivaría en el nacimiento del Club Deportivo Tudelano. También en esa fecha se declaró hijo adoptivo al dictador Primo de Rivera, cuyo título se retiró dos años más tarde por iniciativa popular de 50 tudelanos.

Nota de lo que sea de hacer desde el año 1928, por trabajos de Ricardo Milagro. Tudela. Bajo este título Ricardo inició su diario un 1 de enero, domingo, en el que tenía que cumplir con la banda, donde tocaba el saxofón. Poco después se puede observar ya cómo era el día a día. El 3 de enero refleja: "Habiendo llovido por la noche fui a por una carga de piñas para la Dichosa, después hice una escalera de palos" y en días posteriores "estube en La Mejana plantando los melocotones y otros árboles y arranqué la parra y la e plantado otra bez a ber si movía donde a de estar la otra caseta" o "fue el tío Ciriaco icimos un abrigo a las espinayas, trabajemos la cequia de las esquerolas y 8 eras de lechugas en arquetas".

Como se explica en el Museo de la Huerta, Ricardo desgrana pronto términos que han desparecido del habla de Tudela, pero que quedan en el inconsciente colectivo. Uno de los elementos que aparecen de forma recurrente en su diario es el uso de cañas. No solo se empleaba para tejer canastos y cestas sino que servían para delimitar los huertos e incluso dejar señales: dos cruzadas en el acceso a un campo significaba que aún se estaba cosechando y no se podía meter el ganado. También servía para dar forma a las casetas que se reforzaban con adobe. Una de las curiosidades de ese arte es que "si se corta la caña en la luna menguante de enero, algunas de ellas superaban los 20 años en buen estado".

El diario también refleja otras actividades como "recibir al obispo", "Llovía, no salió la procesión", "domingo, el Ángel, fiesta del padre al mozete", "Santiago fiestas con la banda", "Santa Ana fiestas" o "estube iciendo el retrete", un lugar donde dejaban las deposiciones ya que el uso de las alcantarillas y de urinarios en casa no estaba ni mucho menos extendido y que servía para elaborar el "humabono". El empleo de los excrementos era habitual. Otros de los términos que se descubren es el ciemo (fiemo), procedente de las deposiciones de animales domésticos o estabulados que se empleaba como fertlizante antes de la llegada de abonos químicos, algunos de los cuales se empieza ya a vislumbrar en este diario. En este sentido, uno de los sistemas más innovadores de Tudela es el uso del tierra-fiemo, un preparado, mezcla de estiércol y tierra de calidad, que permitía un óptimo crecimiento.

Desde el punto de vista lingüístico el diario donado por Félix Milagro de su padre Ricardo deja muestras de cómo era el habla en Tudela, más allá de los aprendidos en las escuelas, con verbos o sustantivos que cambian la r por l como cargal, salmiento o álbol además de otros errores ortográficos y un amplio abanico del vocabulario tudelano como cascas, piñas, pavías, ramulla, escusau, chicorias, panizo, taranquera o incluso expresiones como a ver si movía, esramullé algo, estormé un corro, vinculadas todas ellas a las tareas de labranza.