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La Txantrea sigue a zarpazos por los gatos callejeros

Los gatos no van a comer al contenedor municipal y los vecinos denuncian que se están colocando cajas en las inmediaciones y debajo de las ventanas

La Txantrea sigue a zarpazos por los gatos callejeroscedida

El cuento de nunca acabar. Vecinos de la Txantrea denuncian que el iglú para gatos callejeros que el Ayuntamiento de Pamplona colocó en medio de una zona de recreo hace casi dos meses no está funcionando porque los felinos no acuden al contenedor municipal a comer.

Los residentes afectados aseguran que los voluntarios que se encargan de las labores de alimentación y salubridad de la colonia "están poniendo cajas y tapers de plástico fuera de las zonas señalizadas y permitidas" por el Consistorio. En concreto, en árboles situados en los alrededores del iglú, en medio de plazas concurridas o "debajo de ventanas de bajos que está prohibido por la Policía Municipal", defienden.

La colocación de cajas fuera del iglú incumple las instrucciones y pautas que el área de Urbanismo, Vivienda y Sanidad aportó al personal voluntario de Katu Kaleko. Esta asociación está acreditada por el Ayuntamiento de Pamplona para encargarse de la alimentación y salubridad de la colonia felina de la Txantrea.

En concreto, el documento establece que "los colaboradores voluntarios que lleven a cabo las labores de alimentación, limpieza y demás funciones relacionadas con las colonias felinas en Pamplona se comprometerán a no suministrar alimento, en ningún caso, en ubicaciones no permitidas, aunque se observe la presencia de gatos".

En otro punto, el área de Sanidad incide en que se debe dar de comer "en los lugares previstos para ello y exclusivamente con alimento específico para gatos (pienso seco) retirándose los posibles sobrantes y los comederos nos fijos. No se podrán suministrar restos de comida o alimentos de elaboración doméstica". Sin embargo, en reiteradas ocasiones los vecinos han criticado que las voluntarias de Katu Kaleko dejan "perolas de macarrones y pechugas de pollo" en el suelo, en las esquinas de sus casas, al lado de los portales e incluso debajo de las ventanas.

Además, la propia instalación del iglú a finales de marzo ya generó polémica. En la misma mañana que se colocó el contenedor, un nutrido grupo de residentes protestaron por la localización escogida por el Ayuntamiento de Pamplona porque, argumentaron, se trataba de un sitio de encuentro y de juego.