Con la llegada del otoño, los pingüinos, huskys y osos polares dejan atrás el gélido Ártico para cobijarse de los meses de frío y nieve en Huarte. Allí aguardan -equipados con anoraks, guantes y gorros- Miriam Urdánoz y Alberto Iribarren, monitores de patinaje del Palacio de Hielo de Huarte.

Alberto, pamplonés de 36 años, graduado en actividades físico-deportivas y magisterio especializado en educación física, se encarga de los cursos que se imparten desde los tres hasta los 13 años: pingüinos -para niños y niñas de tres a cinco años en grupos de máximo 10 personas-, huskys -de seis a ocho años en grupos de hasta 15 participantes- y osos polares -de nueve a 13 años en grupos de hasta 15 niños y niñas-. "Cuando comienzan, les enseño las técnicas básicas de desplazamiento, giro y frenada", explica Alberto. También da las clases para adultos -nivel iniciación y avanzado- "sin límite de edad" bromea. En total, cuenta con 159 alumnos y los más txikis, confiesa, le dan cierta guerra: "Con algunos chavales te llevas genial y otros te vuelven loco porque no paran quietos por la pista. Pero bueno, es luchar un poco porque al final te los tienes que ganar", asegura.

Dos niños patinan. El de la derecha se apoya en el trineo.

Una vez que han adquirido los conocimientos previos y los alumnos "ya saben patinar", pueden pasar a la modalidad de patinaje artístico -143 patinadores en esta temporada- o hockey-85 jugadores-. Ambas modalidades se dividen en dos grupos: los patinadores que entrenan y compiten y los que "simplemente vienen a disfrutar", señala Miriam Urdánoz Casado, pamplonesa de 26 años, graduada en magisterio infantil y patinadora artística que imparte las clases de esta "hábil" modalidad. "En los entrenamientos desarrollamos el equilibrio, la velocidad y la coordinación. Los patinadores, el día de la competición, realizan una serie de movimientos acrobáticos al ritmo de la música", explica Miriam.

En su caso, llevan varias semanas entrenando. "Como han estado todo el verano sin patinar, la semana pasada empezamos con un intensivo para que cogieran fondo físico. Durante todos los días de la semana estuvieron a tope", afirma Miriam, que aclara que el patinaje artístico va más allá de la habilidad: fuerza, resistencia y muchas horas de gimnasio.

Niños y niñas juegan a hockey en la pista de hielo.

Los orígenes La relación que ambos profesores mantienen con el patinaje se remonta hasta la niñez. "De crío pruebas fútbol, karate y en mi caso también patinaje, que me gustó desde pequeño", rememora Alberto, que comenzó con el patinaje sobre ruedas y "después de la carrera me empecé a relacionar más con el hielo. Y desde entonces ya, son unos cuántos años de relación, 14 en concreto", bromea Alberto, monitor en el Palacio de Hielo de Huarte desde 2011.

"Desde niña, mis padres me llevaban a patinar a Jaca porque el Palacio de Hielo -se inauguró en noviembre de 2005- aún no existía", recuerda Miriam, profesora desde hace cinco años tras pasar por las clases del propio centro. "Me encanta vivir los dos lados. Poder enseñarles todo lo que a mí me han enseñado y hacerles disfrutar de este deporte como yo lo he disfrutado", finaliza.

Tres patinadoras artísticas durante un entrenamiento.