Como lo fue en Céret, el más destacado por eficaz en lidia, brega y banderillas: Daniel Sánchez. Eso es suficiente para imaginar que en la toreabilidad moderna no tienen mucha cabida el ganado de encastes de añejas y duras estirpes. Ni los novillos de Reta tuvieron calidad para unos jóvenes coletudos formados a torear de escuela y salón ni la materia prima encontró respuestas adecuadas con recursos y lecturas imposibles.

El mejor dato de una nueva cata de Casta Navarra fue el que los ejemplares del campo de Grocín tuvieron un buen comportamiento en el primer tercio, donde siempre, mucho más otrora que hogaño, se mide la bravura de los animales de lidia. Los cuatro utreros fueron bien al caballo, alguno galopando, y cumplieron con fijeza, sin hacer sonar el estribo. Quizá, los aficionados navarros, a favor del paisano ganadero, tuvieron muy en cuenta estos valores de bravura y aplaudieron generosamente los arrastres póstumos de los colorados, dos chorreados de preciosa lámina.

José Cabrera abrió plaza ante Aguardentero, el toro más vareado del encierro, pero descarado por paletón y mirando al cielo. Nada de nada con el capote, como ocurriera luego en todos los saludos de la función. En coloradico sorprendió a muy bien, yendo al peto con prontitud y con una fijeza que llegó hasta el dormirse. El chaval de Almería, después de banderillerar con más ánimo que precisión a las buenas acometidas del utrero, pareció llevar la escena a cotas importantes con una primera tanda sobre la diestra que fue jaleada. La cosa prometía. Primer tercio de bravura, novillero en novillero, que se decía y hacía en otras épocas no muy lejanas por las ganas y arrojo que sustituían a la bisoñez de los aspirantes a figuras del toreo. Pues, no. Al 2º acto los embroques encontraron falta de continuidad en ganas y recursos. Y el torico de generosas velas optó por echar la manos por delante, frenarse con los remos traseros y soltar la testa de modo antagónico al que había mostrado en el primer tercio.

Pues... bueno... esa primera tanda fue todo, amigos.

El encierro navarro fue mejorando en presentación con tres utreros, 2º, 5º y, sobre todo, 4º y en comportamiento y nota en el caballo. Ese 4º, colorado oscuro de cartel de toros y que atendía a Mogoncillo, peleó empujando y, luego, dejándose, hasta en tres ocasiones. El resto, todo lo relativo a las telas de engaño, nada en lo artístico y poco en lidia de poder o heroica (al modo del que triunfó el sábado Imanol Sánchez en Torres de la Alameda con una corrida de Arriazu).

Avisos y mal de espadas por todas partes.

Javier Poley mostró buenas maneras con el eral, tercero, Ratón. Se puso de primeras, pero se desconfió pronto ante una tarea muy complicada.

Ganadería. 5 novillos, el 3º, eral, de Alba Reta y Reta de Casta Navarra. Algo desiguales. Bien en el primer tercio con uno, dos y hasta tres entradas. Juego complicado ante los engaños. Todos aplaudidos en el arrastre.

José Cabrera. En el 1º, vuelta al ruedo. En el 4º, silencio tras dos avisos.

Francisco Montero. En el 2º, división de opiniones. Y en el 5º, silencio.

Javier Poley. En el 3º, único que lidió, ovación con saludos tras aviso.

Presidencia. Bien a cargo de Félix Bienzobas, asesorado por G. Madurga y Jesús María de Andrés.

Incidencias. Medio aforo. Tarde agradable al principio y ventosa y fría al final. Muy bien la banda de música con el maestro Cueva.