Aunque parecía que iba a ser cuestión de unos pocos días, lo cierto es que la residencia de Funes sufrió importantes daños tras la riada y tardarán más de lo deseado en volver. “No se salvó nada de la planta baja; allí teníamos las calderas, el cuadro eléctrico, la lavandería, los almacenes con el material sanitario y alimentación, y la cocina. Volveremos en cuanto esté arreglada la caldera para el agua caliente y calefacción y la electricidad, pero está claro que estaremos meses de obras, no va a ser volver y recuperar la normalidad”, apunta Maitane Castillo, directora de la residencia funesina.
Ellos, cuenta, trabajan el modelo de atención centrado en la persona, por lo que no querían que los residentes estuviesen desperdigados por varios centros ya que “a nivel emocional y cognitivo, a largo plazo, iba a tener consecuencias importantes”. Además, insiste, hablaron con las familias por si querían que se fuesen a casa; la verdad es que muy pocos lo hicieron.
Aunque ha tocado organizarse, lo cierto es que desde ambos centros todos se muestran satisfechos; quizás lo más complicado fue el tema de la cocina pero, explica, allí siguen las trabajadoras de Lodosa y tres días a la semana cuentan con el refuerzo de una empleada de Funes. Además, el banco de alimentos de esta última población ha donado mucha comida.
“Las trabajadoras están haciendo un esfuerzo y una labor encomiable; ayudan y hacen de psicólogas animando a los residentes en estos tiempos inciertos. Ahora son días más complicados para gestionar las emociones porque muchos quieren volver a su casa pero, con la fuerza del personal, creo que lo van a pasar muy bien; juntarse es algo positivo y no les va a pesar estar otro año sin salir en Navidad. Buen ejemplo de ello es que algunos que se fueron con sus familiares a casa han solicitado volver. Hay preparada una gran programación, les bombardeamos con actividades que son muy estimulantes y se lo pasan genial. Creemos que van a ser unos días muy atractivos”.