El sábado es un día intenso en Traperos de Emaús Berriozar. A muchos de sus 280 empleados les toca un merecido descanso, pero el goteo incesante de visitantes al rastro (de 10.30 a 19.30 horas) compensa con creces su ausencia. El trajín es importante.

Trasteando entre los 'titos' del rastro.

Además, la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona propone un buen puñado de actividades de sensibilización medioambiental para pasar una mañana diferente. Por ejemplo, con un escape room de una hora de duración con visita, previa o posterior, a las tripas de la nave. Una antigua fábrica de moquetas y alfombras de 20.000 m2 en los que cabe casi de todo. Y todo responde a la filosofía trapera y la economía circular: en vez de tirar después de usar, reutilizar.

Visitas guiadas

Julen Paternáin (Mancoeduca) se ha encagado este sábado de mostrar los entresijos de la nave a los visitantes y explicar los fundamentos de Traperos, una comunidad que surgió en Francia como consecuencia de las escaseces tras la II Guerra Mundial y que aterrizó en 1972 en Navarra de la mano de una familia romaní afincada en Barañáin.

Julen Paternáin, durante la visita guiada a la nave de Berriozar.

En el Centro de Preparación para la Reutilización y el Reciclaje de Berriozar -completado ya el traslado de su antigua sede en Sarasa- recogen y tratan textil, libros, mobiliario y objetos domésticos, aparatos eléctricos y electrónicos, papel, cartón, vidrio, plástico, pilas... Con datos que llaman la atención. Paternáin ha recodado que a Berriozar llegan anualmente 11 millones de kilos de material, y al 83% consiguen darle una segunda vida. Diariamente llegan 8.000 kilos de ropa; la que está en buen estado se higieniza y se saca a la venta. El resto se vende en grandes sacas como trapos de limpieza de maquinaria en fábricas.

Un confesionario y un ataúd, probablemente de Halloween o Nochevieja, curiosidades que esconde Traperos.

En cuanto a los voluminosos, Traperos recibe al día más de 100 llamadas de ciudadanos interesados en deshacerse de muebles y demás. En Berriozar se organiza la recogida en camiones, cargas y descargas manuales, etc.

El escape room

La propuesta más novedosa de la MCP en Berriozar arrancó a finales de noviembre con un objetivo: "Querían fomentar distintas actividades y juegos, todo de una manera lúdica para concienciar. Y se les ocurrió contactar conmigo para realizar este escape room", detalla Iraia Sanz Urtasun (Logical Escape Room).

Igor Rico e Iraia Sanz, en la sala en la que los sábados se celebran dos sesiones de escape room (10 y 11.30 horas).

Con el título 'Objetivo 2030', el escape "está relacionado con el cambio climático; si eres capaz de salir de aquí eres capaz de actuar contra el cambio climático, de ser una persona importante para este cambio", añade Igor Rico (Intro) responsable de las actividades de sensibilización que organiza el ente mancomunado. "Las pruebas son las de un escape room habitual; candados, pruebas electrónicas, manuales... y todo ello te deja un poso. Es aprender de una manera divertida", retoma Iraia.

La familia Goñi Bezunartea, suscrita a las notificaciones de la MCP y habitual en sus actividades, ha resuelto este sábado el misterio con 35 segundos de margen. "Es súper divertido y misterioso" dice Nora, la hija mayor. "Da yuyu", confiesa Beñat, el pequeño.

La familia Goñi Bezunartea (Jesús, Nora, Idoia y Beñat), se apuntó al escape room.

Taller de costura

Las propuestas varían en función del fin de semana. Puede tocar un taller de reparación de bicicletas, de chapuzas para el hogar -arreglar una persiana, por ejemplo- o de cocina de aprovechamiento con restos.

Este sábado ha sido el turno del taller de costura que imparte Aiora Ganuza (Hary&Ari). "Tienen buena acogida. Son talleres muy prácticos y útiles, el espacio también es maravilloso, e intentamos fomentar siempre el reciclaje, emplear materiales que ya han sido utilizados previamente para crear algo nuevo", resume.

El espacio de costura para los talleres.

Pilar, alumna desde hace más de un año, se confesaba "encantada" con la actividad. "Es una maravilla. Te enseñan a hacer todo tipo de cosidos a mano, a manejar bien la máquina, hacer ojales, subir bajos... Gracias a esto estamos recuperando ese hábito buenísimo de nuestras madres y abuelas, que se estaba perdiendo, de aprender a coser y rescatar prendas".