La puerta del Sancta Sanctorum de Ubaldo Marcos Hernández, pamplonés de 72 años, siempre está abierta. A la entrada de la bajera, en la calle Toda Aznárez de la Rochapea, descansa una silla con un cojín en la que los vecinos se sientan a contemplar cómo Ubaldo construye con mimo, paciencia y tesón sus maquetas de madera. "¿Que a ver dónde estoy? Siempre en el mismo sitio. Vengo cuatro horas todas las tardes de lunes a viernes. Mi familia me dice que el techo de casa no se me va a caer encima. Esto es mi Sancta Sanctorum. El que quiere buscarme ya sabe dónde estoy", afirma risueño.

En la actualidad, está "embuchado" retocando su último proyecto: la futura estación del tren de alta velocidad que se ubicará en Etxabakoitz. Hace medio año, Ubaldo preguntó al Gobierno de Navarra cómo iba a ser la parada del AVE. "No sabían nada, solo que estaría soterrada", comenta. Con esta escasa información, tiró de imaginación e ideó una estación de cuatro metros y medio cuadrados. La llegada del tren está en cota bajo cero, donde los viajeros esperan sentados en los bancos o tiran de los carros que ayudan a transportar las maletas.

Ubaldo ha colocado unas escaleras mecánicas que conectan con la parte superior de la estación: la recepción, las taquillas donde la gente espera pacientemente a comprar los billetes e incluso ha reservado un espacio para un bar y cafetería que aún no han visto la luz. A ambos lados, ha construido dos aparcamientos en los que se lee 'dirección norte y dirección sur'. "Dependiendo de dónde vayas, aparcas el coche en un parking u otro", explica. La maqueta está diseñada a escala 1 a 22 y se ilumina.

La futura estación del AVE se adhiere a una maqueta de 200 m2 de temática también ferroviaria -la maqueta modulada de este ámbito más grande de Europa- en la que lleva trabajando 20 años. En ella, se vislumbran estaciones navarras como las de Garínoain, Barásoain o Campanas y del resto del Estado. "Aparecen las que son más bonitas para mí. Son realmente curiosas, no son edificios normales y ligeros, sino que tienen arcos, torres... poseen un cariz especial", detalla. Y avanza que su gran obra, si el espacio se lo permite, tiene intención de crecer: "Tengo un amigo, Guti, al que le gustan los trenes tanto o más y quiere que haga la estación de Estella. El único problema es tener hueco. Si no, lo montaríamos sin problemas. Guti, mi hijo y mis sobrinos hincan el callo. Después, una buena comida y a correr", bromea.

La afición por los trenes, relata, le viene de pequeño: "Siempre hemos vivido en la Rochapea e íbamos mucho con mi padre a la estación". Se compró su primer tren y diseñó -con la ayuda de su padre, que como su abuelo, habían sido carpinteros y ebanistas- una maqueta de estantería. "Así, un poquico más y un poquico más hasta que me he encontrado que tengo una maqueta de 200 metros cuadrados", dice. En total, dispone de 30 trenes a diferentes escalas.

La maqueta del AVE, como es tradición desde hace tres años, se expondrá durante todo 2022 en el Ogipan de la calle Esquíroz, en Iturrama. "Son conocidos míos. Antes, un señor les decoraba la panadería con molinos y casas, pero se estropearon. Me dijeron que les construyera algo y empezamos a lo tonto", bromea.

Ubaldo junto a una de sus maquetas. Foto: Unai Beroiz

El año pasado, se expuso la Escuela de Peritos Agrícolas de Villava y en 2020 la abadía de Dunfermline, la primera que construyeron los benedictinos en Escocia. Esta obra, a la que ha dedicado dos años, es un homenaje al detalle: 90 vidrieras de metacrilato pintadas, más de 300 arcos tallados a mano, el musgo que trepa por el edificio o las figuritas de monje que caminan por el patio interior... Además, destaca una ciudad medieval de 25 m2 con 40 casas y un castillo.

Harley y Lambretta

La bajera de Ubaldo es un auténtico museo y no solo por las maquetas. En las paredes, no queda ni un espacio libre: fotos de sus numerosos viajes -la Gran Muralla China, Machu Picchu, las cataratas de Iguazú, las Torres del Paine en Chile, el glaciar de Perito Moreno, el Taj Mahal...- o de los indios americanos: "Son los eternos perdedores y luchadores. Me solidarizo con ellos. Los tengo todos en la pared mirando y cuando cometo algún error en las maquetas no dicen ni pío", bromea. Curiosamente, también cuelgan varias fotos de John Wayne, su actor favorito. "Todos los sábados y domingo me veo una película del oeste". Además, en la trastienda se esconden una lambretta del 53 y una Harley-Davidson. "Hasta marzo o abril no la toco. Con agua y frío a dónde vas", indica.