En cuanto los rusos entraron en Ucrania la madrugada del 24 de febrero Olha Shapovaliuk tuvo claro que tenía que huir. A ella le quedaba un mes para salir de cuentas y la sombra de la guerra complicaba la disponibilidad de insulina para Sofía, su hija diabética de 12 años. Los hospitales no iban a ser un sitio seguro -como luego se ha demostrado- durante el asedio ruso a las ciudades ucranianas, así que Olha y Sofía cogieron lo necesario y a principios de marzo salieron de su casa de Vinnytsia -a unos 300 kilómetros al suroeste de Kiev- rumbo a Tudela, donde vive desde hace unos años su cuñada. Atrás dejaban su casa, su familia, sus amigos, la vida que habían construido y también a su padre y marido, Vasyl Shapovaliuk, que ha tenido que quedarse para resistir la ofensiva rusa. Por delante, más de 3.200 kilómetros de carretera hasta su refugio en Navarra, donde la pequeña Eva vino a la vida el pasado 29 de marzo, lejos del ruido de las bombas que asolan Ucrania.

Cesárea 'piel con piel'

"Olha y su hija llegaron a Tudela a principios de marzo, no podían quedarse en Ucrania, ahora mismo ni los hospitales son seguros. Además, Eva venía de nalgas, por lo que le tenían que hacer una cesárea. Olha es una valiente, cogió su coche, cruzó la frontera a Rumanía y desde allí condujo hasta Tudela, embarazada y con su hija", apunta Yulia Savchyn, una ucraniana que lleva viviendo en Navarra 14 años y que estos días le toca hacer de traductora para muchas familias que han huido a Navarra.

Cuando llegó el momento del parto, relata Yulia, Olha estaba muy preocupada porque no tenía la capacidad de comunicarse con el personal del Hospital Reina Sofía, donde dio a luz. "Como le tenían que hacer cesárea, no me dejaron entrar y Olha se agobió un poco, pero los médicos encontraron un traductor de voz en el móvil y con eso ya pudieron comunicarse. Estuvo consciente todo el rato y el parto salió muy bien, Eva nació el 29 de marzo y pesó 2,45 kilos y goza de muy buena salud", relata la traductora.

Según explicaron en su cuenta de Twitter los profesionales del Área de Salud de Tudela, el nacimiento de Eva ha sido muy especial para los equipos de Ginecología y Obstetricia, Pediatría, Cirugía y Trabajo social. "Gracias a la aplicación de la práctica de la cesárea piel con piel, en el que la madre y el recién nacido permanecen desnudos en íntimo contacto entre sus cuerpos y, si es posible, en un ambiente de tranquilidad", explican los profesionales.

Rehacer su vida en Tudela

Ahora, Olha, Sofía y Eva tratan de rehacer poco a poco su vida: la madre y la hija reposan en casa de su cuñada y la hija mayor ha comenzado a ir a clase al colegio Monte San Julián de Tudela. Pero sus pensamientos siguen en Ucrania, donde permanece su marido y sus familiares y a donde sueñan con algún día poder volver. "Vasyl se encuentra bien, cuando nació la bebé hicieron videollamada con él y le enseñaron a Eva. Pero el tema del marido no lo sacamos mucho, Olha se pone muy triste, está muy afectada con todo lo que ha pasado; tampoco les dejan ver mucho la tele, ni a ella ni a Sofía", expone Yulia.

La historia de esta familia es la de miles de ucranianos que en el último mes se han visto obligados a abandonar sus hogares, dejar atrás la vida que han construido y ponerse a salvo. Olha trabajaba en el Ayuntamiento de Vinnytsia y Vasyl en una fábrica de petróleo. Ahora les separan más de 3.200 kilómetros pero tras el miedo y la incertidumbre de la guerra mantienen viva la esperanza de volver a verse. "Aquí ahora se encuentran muy bien, además, están en casa de sus familiares y se sienten muy bien acogidos en Tudela, pero lo único que quieren es volver a su casa y reencontrarse con su padre y marido", comenta Yulia, que destaca que para los ucranianos "es un momento durísimo; todos tenemos familiares que han muerto y, si no, sabemos que vamos a tener familiares o amigos que van a morir. Es un horror".