Bidasoa: la Ascensión, las vacas y las tormentas
a iglesia católica celebra la Ascensión del Señor a los cuarenta días de su resurrección. Esta fiesta, ahora trasladada de jueves a domingo, entra en los cincuenta días del tiempo pascual que concluye con la de Pentecostés, es una de las solemnidades más importantes del calendario religioso.
La Ascensión, Salbatore, Jaundone Salbatore e Igokunde de los euskaldunes, es el tiempo en el que Jesús "fue elevado al cielo", aunque ésta no es más que sea una metáfora que no indica la entrada en ningún lugar sino en una nueva dimensión. Carecen pues de sentido nuestras expresiones de arriba, abajo, subir o bajar, sino que significa "ir a Dios".
El día de la Ascensión era costumbre en la Montaña de Navarra rezar cuarenta credos seguidos, y bandear las campanas de las parroquias para recordar al vecindario esta devota usanza. Igual que se hacía en la Anunciación de la Virgen María (25 de marzo) más en tierras de la Ribera, con ¡cien padrenuestros y cien avemarías!, nada menos. Así no quedaba tiempo ni para pecar.
Por ahora se abre el calendario de fiestas en el Bidasoa, las primeras en Irurita (Valle de Baztan) y Urdazubi (Xareta) y seguirán pueblo por pueblo hasta las últimas, en el barrio de Aurtiz, en Ituren de Malerreka, el 11 de noviembre, por San Martín. No son pocos festejos por los 22 municipios de la cuenca bidasotarra.
También ahora es cuando el nekazari (el ganadero, literalmente el que se cansa con su trabajo) acostumbra desde tiempo inmemorial a trasladar al ganado vacuno a los pastos de altura (Belate, Erdiz y menos en Lizartzu) donde pasará el verano hasta el 29 de septiembre, por San Miguel, cuando lo abandona y acceden el caballar y el lanar que soportan mejor los rigores del otoño e invierno. Al entrar, a hierro rusiente con las iniciales BB (Baztango Ballea) se marcan las cabezas de ganado por los guardas municipales, un acto de recio carácter ganadero que llama la atención de los profanos. Cada especie ganadera tiene su tiempo sin mezcla ninguna, cuestión que se sigue a rajatabla. Todo ello, con el fin de que el aprovechamiento de pastos se efectúe "convenientemente por las distintas especies de ganado existentes en el valle", tal como establecían las Ordenanzas, Cotos y Paramentos que rigen para el comunal de Baztan.
A lo largo del tiempo, los bidasotarras han padecido serias tragedias en esta época a causa de los bruscos cambios meteorológicos. La gente de edad que acumula el tesoro del recuerdo y la experiencia, tiene en cuenta en esta época fuertes tormentas con grandes descargas de agua en muy pocas horas que la tierra es incapaz de absorber y provocan inundaciones de triste memoria, la mayor históricamente la registrada el día 2 de junio de 1913, de la que se cumplirán 109 años el jueves.
Las nubes se van cargando de humedad, acaban chocando con el frío de las capas altas y se produce lo que ahora se conoce como "gota fría", con descarga de importantes cantidades de agua y granizo que se acompañan de gran aparato eléctrico. El ganadero pide "un pozal de sol y un pozal de agua", pero no tanta.
En junio hubo inundaciones en los años 1885 y 1895, la más devastadora la citada del 2 de junio de 1913 que arrasó Erratzu, causó graves daños en Elizondo y sus efectos llegaron a la desembocadura del Bidasoa entre Irún y Hendaia. El día 16 de junio de 1933, en la noche del Corpus Christi, descargó otra tromba de agua que, entre otros daños, supuso un mazazo de los muchos que sufriría la infraestructura del llorado Ferrocarril del Bidasoa. También hubo riada en 1997, en plenas fiestas de Elizondo, y las más recientes en julio de 2014. O sea que a tocar madera. l