8 de septiembre de 2025. Muskilda recibió este año en lunes. Lo hizo en una mañana suave, después de un domingo repleto de actos del programa festivo que llenó de gente y de ambiente Otsagabia. El domingo, víspera de la cita en la Basílica de Muskilda, era el día de recibir al pueblo hermanado de Atharratze (Tarde’s) en el 60 aniversario del hermanamiento, a sus gigantes recién estrenados, su música y sus danzas.
Y el domingo, los danzantes tomaron por la tarde café en Casa Koleto, por vez primera en la historia, donde el Mayordomo, Eduardo Ibáñez Eseverri agasajó con un lunch para 90 personas, después de escuchar la Salve en la iglesia con el Patronato. Y ayer lunes, el día comenzó pronto para el y su familia. Los danzantes volvieron a desayunar a Casa Koleto (café con leche y tostadas con mantequilla y mermelada) también el Patronato (Ayuntamiento, sacerdote y el Mayordomo entrante, Patxi Samper, de Ezcároz, que tomará el relevo el 13 de diciembre).
Ibáñez, de 59 años, el cuarto Mayordomo de su familia y de ascendencia otsagiarra, se rodeó bien de los suyos: su mujer, Inma de Andrés Aventin, de Sarriés, sus hijos, Josu y Julen, sus tías (ataviadas con el traje salacenco) y del especial recuerdo de su madre, Ascensión Eseverri, fallecida de quien recibió vínculo y creencias: “La Virgen de Muskilda significa mucho para nosotros”, confesaba Inma, al tiempo que añadía que había sido posible afrontar las jornadas “gracias a la ayuda de la familia y de la gente de Otsagi. Nos hemos sentido muy arropados”, manifestaba.
Un año normal, sin grandes gestiones para el cargo, más allá de las corrientes, ha hecho que “la experiencia haya sido muy bonita. Estamos muy arraigados a esta tradición y pensamos que hay que mantenerla. Y para ello, hay que comprometerse”, expresaban.
Debutantes
Eduardo Ibáñez no era el único debutante ayer en Muskilda. Joseba Sagardoi Esarte, se estrenaba como El Bobo de los danzantes. “Es una excepción. Lo hace mi hermano Julen, pero este año toca con los gaiteros y por ello me he animado”, declaraba antes de entrar en la ermita, el hermano de El Bobo Julen Sagardoi e hijo del famoso Txepi (José Javier Sagardoy)
Julen Sagardoi Esarte, bailar y tocar en la ermita, cambió este año el traje de Bobo por el de gaitero, y el tambor por la gaita, en lo que fue su primera actuación en Muskilda. Le acompañaron Andoni Arizkuren Eseberri (tambor) “Hacía 9 años que no tocaba aquí en este día”, declaraba el músico de Otsagabia habitual del grupo de Ezcároz. Junto a ellos, Imanol Blasco Itoiz, tocaba también la gaita. Alumno y profesor (Julen e Imanol) y veterano (Andoni) díscipulo de Elena Fraile) pusieron sus notas al servicio de una jornada especial. “Nos repartimos la tarea en un día fuerte. Nos turnamos para dar salida a la Escuela de Música del Valle de Salazar. Salir a tocar en la calle es lo que más cuesta y en un día como hoy, más. Tocar hoy es una responsabilidad muy grande”, declaraba Blasco.
La gaita ha estado siempre muy arraigada en Otsagabia y a sus danzas. Su importante papel se pone de relieve especialmente en la tarde del Día de Muskilda, cuando gaiteros y gaiteras interpretan en la plaza doce piezas: “una por cada danzante (8) y el resto por: El Bobo, por los gaiteros, todos juntos y la última, juntos con los danzantes girados”, detallaban.
La ermita románica vibró con Cachucha, Modorro y Jota. Y junto a Sagardoi debutaron los jóvenes danzantes Julen Goienetxe Etxeberria, Aitzol Gazpio San Román, Mikel Adot Yaniz y Jon Gazpio Eseverri, de 14 y 15 años, que con ello dieron el paso al grupo handi de danzantes, “con ganas e ilusión”, declararon al acabar la procesión. Completaron el cuadro de 8: Diego Eder Iriarte, Roberto Elizalde Zoco, Iñigo Fernández Gay e Unai Ibáñez Contín.
Finalizaron bailando en la iglesia. El Bobo guardó a la Virgen y le cantaron la Aurora. Antes le bailaron, como manda la tradición y también a la Serora, Isabel Osta Zoco después de gritar: “¡Viva la Serora y su familia! Gora Serora eta bere sendia!” Al frente de la ermita y sus cuidados por segundo año consecutivo, el de ayer también fue un día especial para ella. Se esmeró en engalanar a la Virgen y en la elaboración del almuerzo de los danzantes y gaiteros: caldo, costillas asadas y queso, en la casa que mira a la ermita.