El Ayuntamiento de Tudela ha sacado a licitación la obra de restauración y rehabilitación del antiguo Humilladero situado al otro lado del puente del Ebro, en la carretera NA-8703. Las obras tienen un presupuesto de 250.954,87 euros y un período de ejecución de 5 meses, una vez que sean adjudicadas. Esta rehabilitación logró una subvención de 75.000 euros en la 5ª convocatoria de ayudas de la Estrategia de Desarrollo Local Participativo Ribera Navarra 2021 (la máxima posible). La intención es tratar de volver a dar el aspecto que tenía hace unos siglos, ya que el original, a tenor de las descripciones que existen, era muy rico en adornos y decorado. Desde su construcción en el siglo XVI, los alrededores del Humilladero han subido 2 metros de altura, entre el recrecimiento de las motas y los caminos que lo circundan, por lo que se crearán unas escaleras de bajada a la cruz que no existía en origen pero que, al mismo tiempo, le servirán de protección.

Según el proyecto de Joaquín Torres, Verónica Quintanilla, Javier Urdaci y AM Ingenieros se propone “mantener las cotas actuales del pavimento exterior, creando una zona de protección del monumento para evitar que actuaciones posteriores puedan volver a dañar al bien inmueble”. Así, el acceso al interior se platea con escaleras, ocupando la pequeña superficie de la vivienda adosada al mismo. De cara a evitar las caídas, se colocará una barandilla.

El Humilladero presenta mal estado de conservación. El proyecto (que rehabilitará una superficie de 93 m2) propone conservar todo lo posible, consolidando lo existente. Los trabajos comenzarán con la retirada de vegetación y el derribo por medios manuales de los huecos tapiados y de los piñones de apoyo de la cubierta moderna. También se eliminarán las reparaciones realizadas con mortero de cemento en el inmueble, y picado de revocos interiores. Será preciso retirar todos los restos de instalaciones obsoletas tanto metálicas, como de madera y eléctrica limpiando con agua a baja presión los paramentos. En las zonas donde han crecido hongos se aplicará un biocida para su desaparición. Los ladrillos deteriorados serán sustituidos por unos similares en color, dimensiones y forma. Para el aspecto exterior se apuesta por realizar una cubierta a cuatro aguas se colocará teja de color pajizo, similar a la teja vieja existente en el casco histórico de Tudela, y la cubierta se rematará con una sencilla cruz metálica, como era lo habitual en este tipo de edificios. La propuesta de alero de ladrillo ejecutada en el encuentro entre los muros y la cubierta, es muy parecida a la cornisa de Casa Navascués de Cintruénigo, siguiendo los estudios que ha realizado el historiador tudelano Carlos Carrasco.

La primera referencia histórica que existe es de 1539, cuando al maestro albañil tudelano Pedro de Garmendia recibió el encargo de hacer un Humilladero para dar cobijo a una cruz que debía labrar el escultor francés Baltasar Febre con piedra del castillo, cosa que se hizo en 1540. El crucifijo debía tener “a las espaldas una imagen de Nuestra Señora labrada en la misma piedra con dos angeles que le tengan una corona sobre la cabeça” y a los pies debía figurar “entre las dos peanas, un escudo con las armas de la Ciudad”. Poco tiempo después, el 3 de enero de 1552, y dada su belleza, el cardenal Juan Poggio prometió “indulgencias” a quien visitase el Humilladero de Tudela y se arrodillara ante la cruz. Cien años después de su construcción se cubrió con cuatro pilares de ladrillo y un tejado a cuatro aguas.

El historiador Luis María Marín descubrió un documento escrito por un tudelano en 1630 en el que, con precisión, describe el hermoso conjunto que era este monumento con muestras del mudéjar que guardaba en su interior y una preciosa cruz de piedra de estilo renacentista. “Esta çercado de piedra picada, y tiene para subir a el çinco escalones de piedra (...) ay ençima de cada parte vn león de piedra muy bien labrado de la anchuria de la pared. El patio a donde esta el Caluario es empedrado de piedra menuda, y en medio d’el, sobre cuatro columnas muy grandes de piedra y ladrillo, se funda vn cimborrio (...) de manera que estan las cuatro columnas en escoadria (...) y en medio d’ella vna muy grande y quadrada que sirue de pedestal de la cruz, la qual es de piedra, y la columna d’ella rodeada de serafines labrados con gran arte. Luego hay otra piedra en que está la Madre de Dios y los apostoles, y sobre esta, la cruz con muy curiosos remates. El pie de la cruz, donde estan los serafines, no tiene color alguno sino la piedra, la cruz dorada, el Christo y la Madre de Dios, y el san Joan que tiene a los lados. Y la otra Madre de Dios, y los apostoles y los angeles que tienen el titulo de la cruz están yluminados y dorados en los ropajes y encarnados en lo demas. Lo de la parte descubierta, donde da el agua, es todo de açulejos de colores verde oscuro y verde mar, y azules y blancos, que encajados como las escamas de los peçes hacen vnos visos tarazcados muy apaçibles a la vista”. Los días 12 y 13 de febrero de 1643, sufrió Tudela una gran inundación en la que el Humilladero se vio muy afectado. En 1690 debió ser restaurado y después desapareció de documentos durante un siglo.

Durante la Guerra de la Independencia (1808-1814), Espoz y Mina hizo volar la última torre del puente, donde se cobraba el portazgo por entrar por lo que, al parecer el Ayuntamiento decidió desmontar la cruz, cerrar los arcos y colocar sobre su fachada principal el escudo de Tudela, convirtiéndolo en edificio civil. Poco tiempo después se aprovechó como fuerte y puesto avanzado del ejército liberal para defender el puente en la Primera Guerra Carlista. Finalmente, tras desaparecer en 1905 el cobro por pasar por el puente, se vendió y se convirtió en vivienda y establo. En 1985, el Ayuntamiento de Tudela decidió comprar el edificio, que se encontraba en ruinas. A partir de ahí se encargó un proyecto para su reconstrucción, que elaboraron Joaquín González Miranda, José Alfonso Pezonaga y Carlos Elizalde Zalba, y estimaba un coste de unos 13,2 millones de pesetas, entre obras y expropiación de edificios anexos (unos 79.300 euros actuales). En 1990 se entregó el proyecto y el Gobierno de Navarra llegó a conceder una subvención de 9 millones de pesetas, pero no se acometió. En 2001 y 2002 una campaña de excavación sacó a la luz el fuste, descubrió bolas de cañón, balas y monedas de Fernando VII e Isabel II, además de los cimientos y parte de los cinco escalones que daban acceso a la cruz. Pero de nuevo se abandonó.