Hola personas, ¿cómo va la vida?, fresquita imagino. Esta semana, tal como quedamos la pasada, voy a seguir contándoos mi excursión a Estella, que es ciudad que tiene mucho para contar. Pero antes he de hacer una rectificación, un reconocimiento público de un error y una petición de disculpas por todo ello.

En mi último ERP califiqué los luctuosos hechos de Montejurra 76 de “lucha interna entre dos facciones defensoras del carlismo”. Bien, esta afirmación ha levantado protestas y con razón. No era mi intención ofender a nadie, dije lo que dije por hacer corta la historia y a modo de resumen muy sucinto, lo cual me llevó a ser injusto, y a faltar a la verdad. Lo que sucedió en Montejurra 76 no fue una lucha interna, fue un ataque en toda regla a un grupo de personas que se disponían pacíficamente a pasar un día de fiesta en el lugar de culto de su causa, con su viacrucis, sus mítines y su jornada campestre, como tantas y tantas ediciones se han dado. Aquel día una banda de ultraderechistas armados, encabezados por un miembro de la familia Borbón- Parma, y apoyados y financiados por oscuras organizaciones, irrumpieron entre una multitud pacífica y desarmada, abrieron fuego y mataron a dos inocentes e hirieron a un buen número de ellos. Esa es la verdad de la historia. Aquí lo dejo y pido disculpas de todo corazón a quién se haya sentido ofendido.

Bien, dicho lo dicho, vamos a ver qué vi por aquellas calles. Salí del Museo y tomé a la derecha por la calle de la Rúa dirección San Pedro. Es ésta calle muy principal que alberga casas de mucho fuste, nada más salir del palacio del gobernador, pude admirar un tremendo arco ojival con un pequeño escudo de armas en la clave que da entrada a un edificio muy reformado pero que deja entrever la importancia que tuvo en tiempo medieval. Un poco más adelante encontramos la casa del escritor y teólogo del siglo XVI fray Diego de Estella, un maravilloso palacio renacentista de estilo plateresco con todos los componentes propios de este arte.

Al acabar la calle salí a la preciosa plaza de San Martín que está custodiada por dos potentes vigías, a un lado el palacio del antiguo ayuntamiento y antiguo palacio de Justicia, un palacio del XVIII con una poderosa fachada de fuerte sillares y una bonita portada barroca, y al otro lado el palacio de los reyes de Navarra, el principal edificio del románico civil navarro, con una preciosa arquería y el famoso capitel de la lucha de Roland y Ferragut. Frente a él suben las escaleras que llevan a la impresionante portada de San Pedro de la Rúa. Subí por ellas y me quedé un rato boquiabierto admirando cuánto arte se puede concentrar en tan poco espacio. Data del siglo XIII y es un templo que por su grandeza y su ubicación, en lo alto de un montículo, te hace sentir todo lo insignificante que uno es. Di media vuelta y bajé por donde había subido, atravesé la plaza, me entretuve un rato fotografiando su cantarina fuente y salí al puente que cruza el río, detuve el paso para ver las traseras de las casas que entran en el agua y recordar la cantidad de veces que la historia se escribe al revés y es el agua la que sale de su cauce e invade calles y casas.

Me acerqué a la plaza de los fueros y a punto de llegar vi que la iglesia de San Juan estaba abierta, entré y la luz brillaba, pero por su total ausencia, una maquinita me pedía un euro para que pudiese admirar retablo y aledaños. Como no tenía una moneda, me acerqué a la plaza, las terrazas y bares bullían de parroquianos en la cita dominical del aperitivo, siempre esa plaza ha sido muy vivida, gran cantidad de recuerdos me venían al cacumen, cenas en el Maracai o en la Cepa, bailongos en fiestas y un montón de historias más. Entré en un bar, tomé un piscolabis, pagué, pedí cambios y me dirigí de nuevo a ver que se me ofrecía en el vecino templo. Me dirigí a la hucha, introduje el euro en la ranura y…fiat lux, la luz se hizo. Ello me permitió admirar un bonito retablo dedicado a los dos Juanes, el bautista y el evangelista, que ocupan la calle central, el resto del retablo está preñado de esculturas y ornamentos arquitectónicos, desde la bancada hasta el ático no le queda un milímetro vacío. La iglesia es de origen románico pero muy tocada a través de los siglos. Di una vuelta por toda ella y cuando mi luminoso euro se agotó la oscuridad volvió al templo y yo volví a la calle. Camino de mi siguiente objetivo pasé por una verdulería que tenía entre su oferta una preciosa escarola que no pude dejar allí y adopté a buen precio. Mi escarola y yo llegamos al pie de la iglesia de San Miguel y por las pétreas escaleras de acceso subimos hasta ella. Una vez arriba llegué a un espacio abierto que tiene a la izquierda el objeto de mi visita y a la derecha la pequeña capilla de San Jorge en donde se puede ver la maravillosa talla en piedra que alguien, sin duda con mejor voluntad que acierto, hace unos años intentó restaurar realizando en ella una labor de la escuela del Ecce homo de Borja que fue noticia en todos los medios. Manos expertas han arreglado el entuerto y ahora luce con una policromía digna.

Llegué a la puerta principal y…¡bingo!, estaba abierta. Pero no entré de inmediato, la portada merecía un buen rato de atención y ahí estuve unos minutos admirando el Pantocrátor que tiene en el tímpano, sus arquivoltas preñadas de tallas y las santas escenas que la flanquean. Una vez bien vista la portada, entré, solo la luz de una vidriera daba algo de vida al interior, busqué y vi el aparatejo en el que depositar mi óbolo para que las bombillas obrasen el milagro. Fui, apoquiné y…nada, volví a apoquinar otro leuro y tampoco, al lado había otro aparato que pedía moneda de 2 pavos y lucía varias banderas, una por idioma, introduje la cantidad requerida y elegí castellano. Una voz empezó a explicarme las características e historia del templo, pero la luz no se hacía, empezaba ya a desesperarme cuando, por fin, el retablo mayor se iluminó. Perdí medio minuto en cambiar de objetivo a la cámara y ¡zasca!, se apagó, vaya, pensé, si que dura poco, y entonces me di cuenta que cuando la voz que me explicaba el asunto hacía referencia a algún retablo o rincón era éste el que se encendía y el resto se apagaba, pero todo era muy rápido, y cuando me hablaba del retablo de San Cosme y San Damián y lo iluminaba me pillaba en el otro extremo junto a la pila bautismal y yo corría para ver lo alumbrado pero para cuando llegaba ya se había apagado, miré a mi alrededor a ver dónde estaba la cámara oculta que me grababa o dónde se escondía el monaguillo vacilón que se estaba partiendo el pecho a mi costa. Bueno, mal que bien, a pedazos, pude ver todo lo que allí había y refunfuñando abandoné el lugar. Bajé por otras escaleras, más modernas que las anteriores, que me depositaron en la parte baja de la ciudad. Recorrí calles y rincones, bajé al río por un callejón y, tras mucho ver y tras mucho admirar, tomé mi troncomóvil y mi escarola y yo volvimos para casa.

Este ERP es el último del 2022, otro año para olvidar, ya que los dos próximos domingos no hay periódico, así que os deseo a todos unas felices navidades, zorionak, y un feliz año nuevo, urte berri on.

Besos pa tos.