El fotógrafo andaluz Atín Aya trae a Tudela el silencio, la calma, “el feismo desasosegante” (al que hace referencia quien conoce su obra) que destila su obra fotográfica. Atín Aya, de ascendencia navarra, es un genio de la cámara no reconocido en toda su relevancia fuera de su Andalucía natal y que ha sabido reflejar en su obra la tristeza, la pobreza y la dureza de una tierra con solo una mirada, una botella abandonada en el suelo o un matrimonio que posa estático.

Fallecido a una edad demasiado temprana, con 57 años, dejó en sus negativos auténticos bodegones que se adentran en lo pictórico (se puede encontrar a Velázquez o Zurbarán), pero también en lo cinematográfico. Quien observa sus fotografías puede estar viendo al mismo tiempo a Buñuel, Camus o Berlanga dentro de sus escenas costumbristas. No en vano, su obra sobre las marismas sirvió de inspiración para la ambientación de la película La isla mínima. Según ha explicado el comisario de la exposición Diego Carrasco, “Atín era un seductor sin la cámara, sabía cómo convencer a la gente para que posara”.

Dotado de una técnica exquisita, abandonó el fotoperiodismo para dedicarse a trabajos personales en la mejor tradición de la fotografía documental. En su interés por gentes sencillas de vida exigente alcanzó una profundidad conmovedora a través de una mirada moderna y perspicaz, por la que no pasa el tiempo. Su sentido de la composición, despojada de artificio, recuerda en ocasiones la naturalidad de orden superior de clásicos de la pintura.

Una de las imágenes expuestas en la Casa del Almirante Fermín Pérez Nievas

En este sentido conviene recordar el texto que le dedicó Ignacio Camacho al que fuera su compañero en Diario 16 de Andalucía: “Te plantabas con él delante de una escena, de una situación, de un personaje, y él lo veía de un modo diferente, personalísimo, especial, que luego aparecía plasmado en una imagen de claridad demoledora, intensa de claroscuros, esculpida de luz y de matices que captaban la profundidad insondable de los caracteres, de las actitudes, de los momentos”. (‘Escultor de luces’, ABC 2007). El artista andaluz tenía en los cuadros barrocos una auténtica fuente de inspiración.

La organización de la muestra de Atín, que corría los encierros de San Fermín hasta que en la televisión se vio demasiado cerca del toro, es póstuma y corresponde a Carrasco y a la hija de Aya.

Jesús María Ramírez, de la Fundación María Forcada, ha destacado la importancia de este fotógrafo cuya importancia “habría salido de Despeñaperros si siguiera vivo”. Ramírez ha indicado que la psicología que destian sus fotografías “es de un tiempo que ya no existe” y están alejadas de “la luminosidad y del típico folklore andaluz”.

Varias personas observan la exposición de Atín Aya Fermín Pérez Nievas

Licenciado en Psicología por la Universidad de Granada, en 1981, comienza a estudiar fotografía en la escuela Photocentro y se forma en la agencia Cover de Madrid; entre 1982 y 1986 trabajó como reportero gráfico. Recibió el Primer Premio Fotopress 1990 en el apartado de Cultura y Espectáculos, y fue becado por la Fundación La Caixa, que le permitió realizar su soberbia serie sobre las marismas del Guadalquivir (2000), cuyas imágenes inspiraron la película ‘La Isla Mínima’.

Fotógrafo oficial de la sede sevillana de la Universidad Menéndez y Pelayo, formó parte del equipo de la Sociedad Estatal para la Exposición Universal de 1992. En vida expuso en Sevilla, Madrid, Barcelona y Nueva York. Falleció en pleno desarrollo de su actividad artística. En el montaje de esta exposición en la Fundación María Forcada se incluye el video documental Marismas, sobre la influencia de Atín Aya en la galardonada película “La isla Mínima”, realizado por Antonio Acedo.

La exposición podrá visitarse en La Casa del Almirante desde el 23 de junio hasta el 15 de octubre.

Jesús María Ramírez, de la Fundación María Forcada, en el centro de la imagen Fermín Pérez Nievas