Era un reto y una excusa para trabajar de forma conjunta con todos los txikis del modelo D del colegio público Ángel Martínez Baigorri de Lodosa, con los 18 de Educación Infantil y con los 22 de Educación Primaria, y lo lograron. Satisfechas con el resultado, cuentan las tutoras Maite Munárriz e Itxaso Martínez, los niños y niñas protagonizaron recientemente el cuento musical Tulipa Txikia como colofón al trimestre y al curso. Acompañados por sus familiares, los pequeños demostraron sus habilidades a la hora de actuar, cantar, bailar y tocar instrumentos. 

“La idea era darle visibilidad a lo que trabajamos en clase y, además, hacerlo entre todos”. El reto empezó, apuntan, con la puesta en marcha de la huerta a raíz de la feria de sostenibilidad. “Empezamos a tratar el tema de la naturaleza, las flores que hay en Lodosa, y la importancia del cuidado del entorno; ahí surgió el cuento musical, que trata del proceso de una planta”.

Dejando la vergüenza y los miedos a un lado, los txikis de Infantil interpretaron a los personajes principales (la lluvia, el viento, etc), mientras que dos de los alumnos más mayores ejercieron como narradores. Todo ello, además, sin olvidar que muchos, en pequeños grupos, tocaron las guitarras, los xilófonos, las maracas, los tambores y las armónicas. De hecho, los txikis interpretaron y cantaron al unísono una canción y acabaron con una kalejira

Algunos de los estudiantes del centro lodosano preparando los decorados del cuento

“Hicimos carteles, invitamos a las familias y después acabamos con un aperitivo. No pudo salir mejor y, además, al día siguiente lo representamos para el resto del centro educativo. Al ser tan visual y musical, todos los entendieron”.

Los niños y niñas, creen las profesoras, “han aprendido y trabajado mucho; por un lado, con el tema de la huerta y con el cuidado que requiere, y también hemos hecho mucho hincapié en la parte musical, que muchas veces, sobre todo entre los más txikis, es una asignatura que pasa desapercibida. A pesar de la diferencia de edades se han ayudado muchísimo entre todos y creemos que el objetivo, que era visibilizar un poco nuestro papel y lo que hacemos en este caso en el modelo D, se ha conseguido”.

Los niños y niñas de la localidad ribera trabajando en un aula

Aprendizaje natural

Las familias, apuntan Maite e Itxaso, “participan mucho en el día a día de los hijos y comprobaron que, aunque en sus casas no hablen en euskera, los pequeños son capaces de aprenderlo y de hablarlo”. En este sentido, reiteraban, “los padres y madres, sobre todo después de la pandemia, echaban en falta poder ver a los críos con propuestas de este tipo y ellos, mientras lo preparaban, estaban motivadísimos; han disfrutado mucho. El aprendizaje así es mucho más natural. De hecho, la mayoría de cosas salieron de ellos; las decoraciones, los fondos o el vestuario. Han sido partícipes de todo el proceso y eso hace que se integren mucho más”.

Estudiar en euskera

El trabajo del curso “ha sido intenso” y es que, por ejemplo, en el primer trimestre abordaron el tema del cuerpo humano y en el segundo, el universo. Todo ello, insisten, sin dejar de lado festividades como el carnaval rural donde “mostramos las costumbres de aquí y este año en concreto vino un Bolante de Valcarlos”, conocieron la empresa Ingeteam, salieron a la calle por Santa Águeda, les visitó Olentzero y fueron partícipes de Euskaraldia. 

Aunque el modelo D lleva años en Lodosa, “sigue siendo una pelea continua”. Para ellas “es importante mantenerlo porque las personas tienen que tener la oportunidad de elegir en qué idioma quieren estudiar. El euskera es una lengua de aquí y es necesario preservarla y potenciarla. Algunas familias que al principio tenían alguna reticencia o que dudaban de si iban a poder ayudar a sus hijos, ahora están encantados y han quitado los miedos o prejuicios que podían tener. Al ser pocos, somos como una pequeña familia y aquí hay mucha unión e ilusión”.