La familia de María Esther Goñi Cleix tenía pendiente una celebración grande: nada menos que los más de 400 años que tiene su casa, Zarkumena, de Ardaitz, en el Valle de Erro. Concretamente 415 cumplidos este año en manos de su familia.

Fotografía de los días de infancia en el pueblo.

Solo queda ella viva de los cinco descendientes del matrimonio formado por Manuel Goñi , de Ardaitz, y Resurrección Cleix de Zilbeti. “Lo íbamos dejando, y en el camino se nos han muerto tías y tíos, sus hermanos. Siempre teníamos en mente celebrar que nuestra casa es de las más antiguas de todo el valle. Tiene un escudo que puede estar relacionado con el camino de Santiago. Hay una estela funeraria igual en Mearin un pueblo francés cerca de Saint Jean Pied de Port”, relata su hija Sara. Añade que, poco a poco, han reformado la casa, dentro de lo que la normativa les permite modificar. Eso sí, el tejado, lo más importante, lo acometieron recientemente.

La familia con la abuela Resu en la puerta de la casa.

María Esther representa la cuarta generación. Es la cuarta hija de Manuel y Resu que formaron su hogar en el pequeño pueblo de Ardaitz. El resto fueron: Victoria, María Teresa, Julio y Manuel. A la vez que su hogar, Zarkumena fue la posada del pueblo.

Zarkumena luce reformada en la actualidad.

Ocho días antes de nacer el quinto hijo, Manuel, el padre, falleció a causa de un accidente. Tenía 40 años. Este hecho obligó a Resu a hacerse cargo de la casa y de la familia, si bien contó desde el primer momento con la ayuda de su cuñado Julio, que vivía con ellos. Durante esos años, la posada era muy transitada. “Todos los días la gente del pueblo después de terminar sus jornadas de trabajo iban a la posada a tomarse un vino, a comprar tabaco y echar una partida al mus”, recuerda la familia. En las fiestas del pueblo y carnavales, añaden, “venían también muchos mozos y mozas de los pueblos de alrededor y se formaban buenos bailes al son de un acordeonista”. Por aquellos días, llamaban a Resu para que fuera a trabajar a las casas de los pueblos en fiestas de cocinera”. Era la vida de los pueblos de entonces.

María Esther Goñi, rodeada de su familia, en la puerta de su casa. Redacción DNN

El tiempo llevó a sus hijas, con 14 y 15 años, a emplearse en casas de Pamplona, Burguete y Erro. Sus dos hijos fueron más lejos: emigraron a América a trabajar de pastores. Los cinco se casaron y tuvieron descendencia. Aunque solo fuera en el verano, Zarkumena se llenaba con las voces de los nietos y nietas de Resu que, acabado el colegio, subían al pueblo para pasar todo el verano con ella.

Resu falleció joven, a los 61 años. Sus descendientes viven en Pamplona y Huarte, salvo su hijo Manuel, que se quedó en Phoenix (Arizona).

La casa de piedra les devuelve los recuerdos de las cuadras, ganadería, de la familia grande que entonces eran. Igualmente objetos antiguos que conservan como una piedra redonda en la cual metían las sabanas con agua caliente y echaban ceniza, para blanquearlas. Ardaitz en su conjunto habla del pasado con sus portaladas en las casas, la fuente y la iglesia del siglo XIII.

Aunque María Esther no vive a diario en el pueblo, “los mayores se van a la ciudad a vivir con sus hijos”, matiza Sara, el vínculo no se rompe, es fuerte y largo. “Celebramos 415 años de forma sencilla, con una comida familiar en la que recordamos a todas las personas que han pasado por esta casa y que ya no están entre nosotros”, expresan. l