“La tienda del olvido”. Así es como define Begoña Garjón a La Despensa del Valle, su negocio. Se trata de un establecimiento que regenta junto a su pareja Álex desde hace 19 años, y que nació como panadería, pero que ha tenido que evolucionar a tienda de ultramarinos para poder sobrevivir en la pequeña localidad de Barásoain, en el corazón de la Valdorba. “Al principio éramos una panadería-cafetería, pero al cerrar la carnicería y la tienda de ultramarinos, que tenía un poco de todo, decidimos a meter esos productos. Actualmente en La Despensa del Valle ofrecemos de todo: desde los básicos como pan, arroz, pasta, legumbres, bollería o productos de limpieza, hasta carne fresca envasada y pescado congelado”, detalla Begoña. “De momento, el negocio nos da para vivir bien una familia. Eso sí, solamente abrimos por las mañanas, de 7 a 14h. Todos los días del año excepto el día de Navidad y Año Nuevo, que no hay pan”, añade.

“La gente que tiene coche aprovecha cuando baja a Tafalla para hacer la compra grande del mes, y aquí únicamente vienen si se les ha olvidado algo, somos ‘la tienda del olvido’. Y es una pena, porque en el momento que nos absorban los grandes supermercados, esta zona de la Valdorba se quedará sin poder comprar un triste grano de arroz, con lo que eso puede suponer para las personas mayores”, expone la dueña, mientras sigue explicando que la media de edad de las personas que compran en este tipo de establecimientos es de 55 años, puesto que las nuevas generaciones “no tenemos paciencia ni tiempo” para comprar “la carne aquí, la fruta allá y el pescado en el otro lado”.

Precios competitivos

Una de las mayores quejas que Begoña tiene en su día a día es el precio que los mayoristas les imponen, ya que éstos les cobran un mayor precio que a las grandes superficies por el mismo producto. “Es mi gran pelea. Yo, por ejemplo, compro el Nesquik en Eroski porque me sale más barato de lo que me lo vende a mi el mayorista. Y así con muchas cosas. ¿Por qué a las tiendas pequeñas nos cobran más por el mismo producto? Dicen que es porque vendemos menos. Pero si vendemos menos, es porque nos lo ponen más caro”, denuncia. No obstante, el tener los precios ligeramente superiores a los que tienen las grandes superficies, no es determinante para que los vecinos y vecinas se decidan, o no, a hacer la compra en el pueblo.

“En el momento que tengamos que echar la persiana, este se convertirá en un pueblo dormitorio. El tener al menos una tienda de este tipo, es lo que diferencia a un pueblo de otro que no lo es. Barásoain tiene tienda, bar, colegio, banco y médico. Si le quitas la tienda se queda coja”, finaliza.