Dice la Real Academia Española que tejer es “entrelazar hilos, cordones, espartos..., para formar telas, trencillas, esteras u otras cosas semejantes” y, en definitiva, eso es lo que han hecho residentes, familiares, colectivos que han ayudado y responsables del proyecto al crear un enorme árbol de tres metros de altura en la residencia Torre Monreal de Tudela con más de mil pequeños cuadrados de ganchillo.

Han entrelazado hilos de esperanza, cariño, actividad, reconocimiento para crear un objetivo común que llene las horas, los días y los meses en una residencia que, en ocasiones, resultan como un mar sin olas ni fin. De la mano de Sandra Cortés (terapeuta ocupacional del centro), pero sobre todo de Elena Tebar quienes han participado han visto revitalizar sus días, han recobrado su esperanza y durante las horas que trabajaban incluso se han montado en una máquina del tiempo para viajar a su juventud. Todo lo bueno que ha aportado esta actividad, que se estrenó el pasado 15 de diciembre, quizás no sea tangible, pero si visible en los rostros y en los corazones de quienes han visto cómo el árbol creado con los cuadraditos (grannys) crecía y crecía regado de ilusión y alegría.

“Se han sentido acompañadas. Muchas personas cuando vienen aquí a la residencia tienen la sensación de que vienen a acabar aquí sus días. Con esta iniciativa han tenido una motivación todos los días y han visto que eran capaces de hacer semejante árbol y toda la ayuda que han recibido. Se levantaban ya por la mañana pensando que había que acabar el árbol y en muchas ocasiones les transportaba a su juventud y a la vida interior de sus casas de pequeñas”, apuntaba Elena Tebar.

El árbol creado por los residentes de la residencia Torre Monreal Cedida

Elena ha sido en realidad el alma mater del proyecto de creación del árbol, ya que de ella partió la idea. “Estaban las familias hablando de decorar la residencia pensando en Navidad y les dijimos que haríamos un árbol. Al final me llegó una foto de Rincón de Olivedo de un árbol que habían hecho de 4 metros a ganchillo y pensamos en hacer uno. Fue proponerlo y todos se sumaron, una tenía lanas, la otra ganchillos...”.

Pero no fue tan sencillo. Para saber cómo hacerlo y organizarlo Elena se fue un sábado a Rincón de Olivedo (La Rioja) “a pasar la tarde” y ver el árbol, “fue total. Me enseñaron el árbol, me dieron una muestra, me dijeron que nos iba a ayudar en todo lo que quisiéramos y que habían usado unos 1.400 cuadraditos”.

La intención de la residencia donde trabajaba Elena era menor, llegar a los 500 ó 600 cuadraditos, pero la respuesta les dejó sin palabras, era el mes de octubre. Pese a todo, necesitaban más ayuda, no solo para tejer, sino también para enseñar a muchas personas que querían aprender, “me fui a hablar con la asociación de mujeres del Barrio de Lourdes para pedir colaboración. A los dos días ya estaban aquí para ver qué había que hacer. También contacté con otras asociaciones, de Cintruénigo, un club de ganchillo de Ablitas y la responsable de la tienda de Tudela La duende del hilo, antes de subir la notificación de la nueva actividad a la aplicación que tenemos ya teníamos 300 ó 400 cuadraditos”. Los cálculos pronto se vieron sobrepasados y tuvieron que pensar en un árbol de tres metros y algo más de 1.000 cuadraditos (grannys)

A partir de entonces se creó una actividad frenética en Torre Monreal, aunque no había una organización como tal. Se dejó en recepción una cesta con lanas y ganchillos y quien quería hacer cogía, siempre había alguien que podía enseñar. “Gente que incluso no sabía a ha aprendido para colaborar, otros han recuperado el tejer. Residentes que han fallecido dejaron hechos algún cuadraditos que vamos a poner en un lugar especial y destacado”, explica Sandra. “Se creó muy buen ambiente, el que no sabía tejer hacía obillos, ayudaba a pasar lanas...”, añade Elena.

Detalle del árbol con las tarjetas de algunas de las participantes. Cedida

La actividad solo ofrecía beneficios, “no es solo el hecho de coser, como actividad, que es muy positivo desde el punto de vista terapéutico, también a nivel emocional y social. Todo lo que ha creado este proyecto no se podría describir con palabras. Ellas cosen y al hacerlo se activa su memoria, empiezan a decir ‘esto lo hacía yo cuando...’ Había veces que les llamaba para que fueran a otra actividad y me decían ‘no, no, que hay que coser, que si no no llegamos’ y seguían. Daba igual lo que les propusiera.”, asegura Sandra, la terapeuta.

En total más de 40 personas han participado en la creación de este árbol textil que ha llenado de ilusión, energía y actividad a la residencia Torre Monreal de Tudela. “Nunca pensamos en este éxito. Proponemos cosas para actividades y no tienen este tirón y este éxito. Fue una idea que nos gustaba mucho y veíamos muchas cosas positivas. Una de las cosas mas importantes cuando trabajas con personas mayores es conocer a cada usuario para saber sus gustos, que la residencia se adapte a cada uno de ellos. Esta actividad se adapta muy bien al modelo que seguimos ahora. Implica a familiares, activa la memoria, la actividad, la conversación entre semejantes y entre diferentes generaciones. Es una actividad perfecta, pero también muchas otras que hemos propuesto y no han tenido este tirón”, aseguran ambas.

“Nada más terminarlo ya preguntaron qué iba a ser lo siguiente que íbamos a hacer a ganchillo”, ríen mientras miran las tarjetas que cuelgan del árbol y en las que se pueden ver los nombres de quienes han participado.