A la rosa con espinas sobre una margarita le acompañan las primeras palabras de Memorias imaginarias que Carmen Pérez dedica a su hermana Claudia y que son un ejemplo de evolución personal. Son muchas las mujeres que Carmen recuerda en su primer poemario, pero “ella siempre me ha demostrado que es posible afrontar todos los retos que surjan”, confiesa. Y lo que sigue es la historia de una niña, de muchas, que se enfrentan a la vida adulta y cuentan desde las entrañas para que el lector, se encuentre entre las líneas.

Carmen lleva toda la vida escribiendo, pero no fue hasta el año pasado cuando se animó a enseñar sus poemas. “Me aventuré por primera vez a escribir un poemario más serio con un objetivo claro y una temática fija. En ese momento me encontraba en un punto de inflexión personal, en un momento de madurez y quise mostrarlo”, explica. Publicado con la editorial Talón de Aquiles, Memorias imaginarias cuenta una evolución de la infancia hasta la vida adulta, un auténtico relato de vida.

Precisamente, el último objetivo del libro era recrear “un álbum de recuerdos en forma de poesía. De hecho, los primeros poemas parecen estar escritos por una niña”. Una pequeña que, por supuesto, lo vive todo: fiestas de pueblo, comidas familiares, amor y decepción. Todo ello hasta que llega “al mundo real, que es el mundo adulto”. Decía el escritor Fernando Pessoa que el poeta es un fingidor. Finge “que hasta es dolor/ El dolor que de veras siente”. Algo similar sucede en el libro de Carmen porque a pesar de los tintes autobiográficos, hay muchos escenarios imaginarios con los que el lector se puede sentir reflejado. “Y de esta manera surge el título”, asegura.

Por otro lado, Carmen quiso representar en uno de los poemas “la metáfora de la evolución del libro”. El yo poético ve que una margarita se marchita y se convierte en una rosa con espinas. “Se parece mucho al crecimiento de una mujer: De la inocencia a la pasión, lo erótico, lo doliente. Por otro lado tiene una doble simbología porque de pequeña me gustaban mucho las margaritas y, por el contrario, la rosa siempre ha sido la flor favorita de mi hermana. Creo que así se pueden representar dos tipos de feminidad, diferentes y complementarias, así como una clara evolución”, confiesa.

Aunque Cernuda y Emily Dickinson sean dos de sus referentes, y de hecho aparecen entre los versos muchas intertextualidades, la principal referencia polifónica se relaciona con el Club de los 27 y la música punk de los años 70. Los 27 poemas que componen este poemario reflejan que “somos una generación bastante desesperanzada en cuanto al futuro; en ocasiones nos tildan de pesimistas y casi siempre se nos representa con problemas emocionales y psicológicos. Al igual que el movimiento punk, rechazamos los convencionalismos, el status quo y el orden social. Por ejemplo, en un verso escribo, como Sex Pistols, que no hay futuro”.

“Las echo de menos;/ la inocencia/ de aquellos platos/ para los que nadie/ me preparó ni explicó”. Como en toda infancia, la cría solo presta atención a los momentos felices; a una familia que se sienta en la mesa por Navidad, a sus padres bailando en las verbenas del pueblo. Sin embargo, la mujer adulta conforme crece descubre el trabajo que las madres y las abuelas tienen detrás. “Desde que soy adolescente es un tema que me carcome y que me ha generado muchas discusiones. Es muy bonito tener una familia convencional, pero creces y te das cuenta de que todo se desmorona si falta una mujer. Cuando eres pequeño y llegas a mesa puesta no eres consciente de que tu abuela o tu madre se han pegado horas en la cocina mientras los demás estábamos haciendo el vago. Es un motivo para reflexionar y valorar todo lo que hay detrás”, arguye.

Del poemario nacen, por herencia familiar, dos poemas en francés e inglés: “Mi abuelo emigró a París en los años 70 y en casa siempre hemos sido bastante francófilos. De hecho, mi padre, cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, nos pagó 20 euros para que nos aprendiéramos la Marsellesa”. Algo que para Carmen también es casa es la poesía de Dickinson, a quien debe todas las referencias naturales de este poemario.

Con un libro que pretende abarcar muchas cosas, Carmen Pérez extrapola su realidad humanista y escribe para deshojar la intimidad de ella y sus lectores.