Era su sueño, y lo hizo realidad; aunque no sin esfuerzo y algo de sufrimiento. Y es que la profesora de inglés, francés y valores del colegio Doña Álvara Álvarez de Falces, Marta Oreja, creó hace unos años su propia ONG, Supporting Healthcare in Kenya, una entidad con la que el centro educativo y prácticamente la totalidad de la localidad ribera han decidido implicarse durante este curso con diversas acciones. 

Al llegar en septiembre al colegio, apunta Marta, expuso su apuesta y caló desde el principio en la dirección y entre el claustro. Posteriormente, y con un juego de verdad y mentira, también entre el alumnado. Así pues, y bajo el lema Falces for Kenya, arrancó una iniciativa de Aprendizaje-Servicio que ha quedado finalista en el II Certamen Navarro de Diseño de Proyectos de Aprendizaje y Servicio Solidario (AySS).

Primeros pasos

Marta fundó su ONG después de haber estado tres veces como cooperante en Tailandia, India y Kenia. “Siempre me ha entusiasmado el mundo del voluntariado y en Kenia estuve en un orfanato, pero vi que la necesidad real no estaba allí, sino en la calle, así que me iba por mi cuenta a ayudar. Al exponerme tanto acabé ingresada de gravedad y ahí fue cuando, a pesar de sufrir mucho, no podía sino sentirme una afortunada por estar recibiendo atención médica por algo que a los nativos no atendían. Lo veía una injusticia social terrible así que ahí decidí fundar mi propia ONG, que iba a tener objetivos médicos”.

Ella, que trabajaba por aquel entonces en ESIC Idiomas Tudela, recabó 9.000 euros vendiendo marca páginas, jabones o pulseras que realizaron los alumnos. “Volví a Kenia y no me costó encontrar niños a los que ayudar. Y, de hecho, el pequeño con el que la ONG nació de verdad, el primer niño al que ayudé, fue Salim. Lo encontré en la carretera pidiendo dinero y lo que más me sorprendió fue ver que tenía una grave infección por todo el cuerpo que después me dijeron que era habitual por la desnutrición, así que ahí vi que otro de los objetivos de Supporting Healthcare in Kenya tenía que ser la sanidad y, por supuesto, la educación; había muchísimos niños y niñas por la calle que no iban al colegio porque no podían pagar las tasas”.

Por último, explica Marta, escolarizó a 60 txikis en un colegio ya en marcha hasta que, finalmente, alquiló un centro educativo abandonado y lo puso a funcionar con 122 niños y niñas de entre 2 y 12 años, y 13 empleados (hombres y mujeres de la propia aldea a las que empodera con un trabajo): Mamawatoto school

Los pequeños de África, durante un examen en Mamawatoto School

A esta causa también han ayudado desde el IES Marqués de Villena de Marcilla, donde Marta estuvo un mes de docente, con 7.000 euros que han servido para ampliar el centro con dos nuevas aulas. 

En constante contacto

Una de las acciones que están llevando a cabo en Falces en la asignatura de inglés tiene un claro enfoque comunicativo, y es que los alumnos riberos, que estaban trabajando el pasado simple interrogativo, les han mandado preguntas a los kenianos que después han respondido encantados. “Han hablado de sus vidas antes de estar escolarizados y la motivación que eso les da para aprender es impresionante; han conectado muchísimo. Además, los niños y niñas de allá han alucinado. Esta es una situación de aprendizaje súper real que, además, tiene un impacto increíble en una comunidad vulnerable”.

El alumnado de Falces trabajando en clase de inglés las preguntas para los niños y niñas de Kenia

Durante el curso han llevado a cabo varias campañas de sensibilización en los diferentes ciclos y hace apenas unos días tuvo lugar el festival Falces for Kenya; ahí expusieron las propuestas que van a llevar a cabo los alumnos falcesinos durante este último trimestre. 

Los más txikis han decorado todo el colegio con dibujos de Kenia y motivos africanos, y van a hacer una exposición a la que vendrán las familias y en las que habrá productos para comprar. Y en Primaria van a organizar una prueba de cross, han puesto en marcha una campaña de apadrinamiento y habrá una degustación de comidas del mundo también con la implicación de las familias. Además, los estudiantes de la ESO van a montar un mercadillo de segunda mano con el que saldrán a la calle, editarán un libro en bilingüe con historias reales de los pequeños de Kenia, y seguirán con las vídeo entrevistas. “Es un orgullo que todo el colegio se haya implicado”.

Balance positivo

A pesar de vivir malas experiencias; a Marta le acusaron de abuso, explotación infantil y tráfico de menores, y estuvo 100 días retenida en Kenia, “siempre gana la parte positiva”.

Ahora, y con la mente puesta en consolidar este proyecto, pero sin perder de vista la idea de levantar un instituto, Oreja recuerda que para apadrinar un niño solo se necesita hacer una transferencia recurrente de 12 euros al mes a la cuenta ES70 2100 1461 0502 0022 4232 con la que los pequeños tienen acceso a educación, a ropa y calzado, a dos comidas calientes y a atención sanitaria

Además, y para seguir el día a día de los proyectos que realizan allí y en Falces están las redes sociales: Instagram (@supporting.healthcare.in.kenya) y Facebook (Supporting Healthcare in Kenya). “Merece la pena, y te lo dice alguien que ha sufrido mucho. Creo que todos los niños deben tener acceso a la educación, a la asistencia médica y a dos platos de comida caliente al día; los derechos de los niños tienen que garantizarse, y eso es responsabilidad de todos. No puedo sino agradecer a los supporters que colaboran, a quienes confiaron en esta ONG cuando solo era una idea, a los padrinos que mes a mes están ahí, y a los alumnos y al equipo directivo de Marcilla, por haberse implicado tanto en tan poco tiempo y, por supuesto, a los de Falces”.