La raguesa María José Redín comenzó su andadura en Correos en el año 1998, aunque no fue hasta el 2008 cuando se asentó definitivamente en su localidad, Larraga. Durante esos diez años trabajó en diferentes zonas de Navarra, aunque el año y medio que pasó entregando la correspondencia en Pueyo, Lerga, Eslava “y siete u ocho pueblos más de la Valdorba, que hasta ese momento no conocía”, fueron unos años que recuerda con emoción.
“Cuando trabajas en un pueblo tan pequeño, que lo justo pasa el panadero y el cartero, la gente te esperan con otra alegría; las personas mayores están encantadas de que les des conversación. Además, al ser lugares tan familiares, te conoces con todo el mundo y te cuentas hasta la vida”, relata María José. “Recuerdo una vez que, durante el reparto, pinché el coche y los vecinos de la Valdorba no dudaron un segundo en ayudarme a cambiar la rueda. Soy de Larraga, y si no hubiese tenido tanto kilómetro, seguramente me hubiese quedado ahí como destino final”, asegura.
Volviendo a la actualidad, María José, explica que sus tareas como cartera son muchas: “desde descargar el camión a primera hora de la mañana, hasta ‘tirar’ la correspondencia (separarla por secciones). Después cada uno en su sección se prepara los paquetes, las notificaciones o los certificados y salimos a repartir. Además, en mi caso también tengo una hora al día para atención al cliente en oficina, que normalmente lo hago de 09.30 a 10.30”, detalla la raguesa.
“En los últimos años hemos notado un aumento considerable en la paquetería, tanto a la hora de entregar como de recoger. De hecho, como el envío de la tradicional carta física ha bajado, nuestro mayor sustento son los paquetes; aunque hacemos mucho más que eso, ya que también vendemos distintivos de la DGT, lotería, algunos libros, tarjetas de recarga o los tradicionales embalajes, cajas, sobres, sellos”, añade. “No importa que haga frío, calor, viento, lluvia o nieve, si tengo que salir a repartir, salgo con gusto”, matiza.
La valoración que María José hace sobre toda su trayectoria personal es muy positiva. “Creo que lo de ser cartera me viene de familia, puesto que mi abuela también lo era. Este es un trabajo que me gusta mucho, y aunque hay días mejores y peores, como en todos lugares, lo que más disfruto es de la relación tan estrecha que creas con tus vecinos. Además, la gente es súper agradecida. De hecho, recuerdo que una vecina me quería dar dinero por haberle añadido una dirección en una carta y haberle aconsejado en cómo hacer el trámite. El sentirte realizada ayudando a tus vecinos, no se paga con nada”, finaliza.