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Lizaso acoge la 13ª edición del Día de la Cuajada

El Valle de Ultzama homenajea uno de sus productos más emblemáticos

Día de la Cuajada en LizasoUnai Beroiz

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La 13ª edición del Día de la Cuajada en el Valle de Ultzama es, tal y como han asegurado los organizadores, “un espacio para que los más pequeños conozcan el origen de las tradiciones que queremos mantener”. Por ello, ha contado con un programa que refleja desde el origen la esencia de este postre original de pastores.

Las primeras cuajadas se datan en la época prehistórica, más concretamente en la Edad de Hierro. Cuando los ovejeros iban al monte y hacían rutas durante meses, apenas contaban con otro alimento que no fuera la leche y los animales que cuidaban. “Pronto se dieron cuenta de que esta leche de oveja era poco digestiva y no sentaba bien al cuerpo, así que pensaron que hirviéndolo podrían conseguir algo que les nutriera y les permitiera continuar con su labor”, ha relatado uno de los expertos en la preparación del postre.

Este día ha contado con distintas actividades; entre ellas, el esquileo de un rebaño seis ovejas lachas de cara negra a cargo de Florencio Ciaurriz (Florentxo) con la ayuda de los vecinos del valle; como Aingeru, un chaval de 14 años que se mostraba muy dócil en este oficio.

A continuación, el programa ha continuado con el ordeño de las ovejas para obtener la leche con la que se iba a preparar la cuajada. En este punto, los más pequeños han sido los encargados de realizar esta tarea. De vez en cuando, los carneros se trataban de escabullir, así que los txikis se han asustado por la brusquedad de los movimientos, pero pronto se han cerciorado de que no era una labor difícil e, incluso, de que el líquido resultante era distinto al que llegaban a ver en los tetrabriks: “Parece más espesa que la leche normal, ¿no?, ha señalado un crío. “Es que ésta es de verdad”, le ha respondido Florencio.

Para el siguiente acto, todos se han reunido alrededor del lugar de elaboración de la cuajada. Primero, han introducido una piedra en el fuego para dar sabor al postre, y se ha metido en el puchero durante un tiempo. Después, han colado la leche para que no quedasen restos de piedra y la han dejado enfriar hasta que ha bajado la temperatura a 37 ºC. En ese momento, han añadido unas gotas de cuajo al kaiku y han esperado a que cuajase.

Una vez finalizado este proceso, han dado paso a la elaboración del queso a partir de esa cuajada. “Pero el resultado va a ser un lácteo al estilo Burgos. Para obtener otro tipo hay que dejarlo madurar y utilizar distintos químicos que no tenemos en casa”, ha aclarado una de las elaboradoras.

Así, el programa del día ha permitido que muchas familias pudiesen conocer la rudimentaria forma de preparar uno de los platos más populares del Valle de Ultzama.