Domingo María Isidro Jorge Llauró Campos cumplió sus 95 años el pasado mayo en la residencia Luz de Estella-Lizarra donde este último año se ha trasladado desde su piso del paseo de la Inmaculada. Domingo es, en esencia, el cronista de los pequeños y grandes actos en la ciudad del Ega, un amanuense que tiene a su alcance la larga historia de la Vieja Lizarra, siempre a mano y accesible en su pequeña libreta de bolsillo.

Ahora que ha abandonado su casa también ha dejado allí sus minuciosos archivos, las colecciones de periódicos, revistas, programas festivos, los archivos perfectamente ordenados de vídeos y grabaciones sonoras y sus más de 30.000 fotos en papel fotográfico que guardan celosamente la historia menuda de Estella y que pasarán al Archivo General de Navarra. Instantáneas de una ciudad a la que Llauró atrapó desde la década de los 40 del siglo pasado, cuando le pedía a su tío abuelo, Pedro Campos, la cámara Kodak o cuando ya compró la Voigtlander con lentes y tecnología alemana que marcaría su trabajo durante años, antes de pasarse al color con la Nikon y la Canon. 

Y sin embargo, el mismo Domingo Llauró nos recuerda que él no nació en la Vieja Lizarra. “Llegué a Estella con apenas 9 o 10 años”. Un periplo que comenzó con su primera comunión que celebró dos años más tarde por “cuestiones de la guerra”. 

“Siempre me ha gustado tomar notas y hacer fotos sobre la actualidad de lo que está pasando en Estella”

Domingo Llauró - Cronista y fotógrafo de Estella-Lizarra

Entre sus logros, los de estar siempre atento a cualquier iniciativa cultural o festiva. Así por ejemplo, no es de extrañar que fuera el primer secretario de la pionera asociación de Amigos del Camino de Santiago, la más antigua tras la de París, donde tomó nota de las primeras decisiones en la imprenta Zunzarren donde se reunían los primeros socios fundadores. 

Su vida profesional con todo, la realizó en las oficinas de La Estellesa donde desarrolló su costumbre exclusiva de anotarlo todo. “Siempre me ha gustado tomar notas de las cosas que han ido pasando en Estella, o las que siguen pasando. Me gusta tomar nota de la actualidad”, afirma con resignación, aunque a veces también ha hecho anotaciones muy rigurosas de los hitos de la historia de Estella o de los diferentes trabajos que se realizaban en la ciudad. 

Este tesoro que descansa en el inmueble de la Inmaculada lo custodia su sobrino, Pedro Campos, quien trabaja para que nada de interés de lo recogido se pierda y cada parte vaya a los archivos “donde puedan ser vistos y estar accesibles para cualquiera que tenga interés en ellos”, aseguró Pedro Campos. 

Actualmente, Domingo vive feliz en su nueva residencia Luz en el paraje de Ibarra en Estella-Lizarra. “Aquí en la residencia estoy bien: mantenido, comido y paseado”. Eso sí, reconoce que ya no es el de antes. Y es que la pandemia y la edad se le hicieron cuesta arriba. Aquellos días de aislamiento forzoso trastocaron los hábitos de este cronista local: desistió de ir a los plenos municipales y dejó de anotar las noticias y actos de la ciudad y de recortar los noticias que hablaban de su ciudad.

Su pasión de archivista se detuvo en 2020, una año antes de que el Ayuntamiento de entonces le declarara como hijo adoptivo de Estella-Lizarra. A pesar de eso, en su piso de la Inmaculada quedó intacto su trabajo minucioso de recopilación ya realizado, con el día a día de esta histórica y monumental ciudad navarra. 

Estanterías con temáticas sobre la mayor parte de las asociaciones de Estella, cajas con la programación cultural, programas festivos, la historia de las diferentes peñas, la de sus hospitales, las iglesias y los diferentes oficios y costumbres locales... “Tengo decenas de tomos recopilativos desde el año 1950 en adelante”. 

Su pasión por la recopilación la ha compartido con la música tanto como cantante en el Orfeón Estellés y como el músico que recorre las calles de la ciudad tocando la bandurria con sus compañeros de la rondalla Los Estellicas. 

Su disciplina y rigurosidad lo han hecho el secretario perfecto para asociaciones como la de Los Amigos del Camino de Santiago de Estella -que ya han recibido todo el material que Domingo había recogido sobre esta asociación-; como en juntas como la del Círculo Católico o el Club Montañero “y es que me gustaba mucho ir al monte: Urbasa es el sitio donde he sido más feliz”. 

Llauró también le ha hincado el diente a la escultura y la pintura: durante décadas fue el pintor oficial de las pancartas de fiestas para las peñas Izar Jai, Urbasa, Alegre, La Bota o San Andrés. 

El tiempo detenido en la casa del paseo de la Inmaculada sigue contando porque Domingo quiere ver claro donde van a ir a parar sus documentos y quién se va a hacer cargo de ellos. Cuenta con la confianza de su sobrino Pedro y la seguridad de que aquel ingente trabajo de recopilación que ha hecho durante buena parte de su vida, siga teniendo la misma fuerza que su tenacidad al recogerlo día a día durante más de 70 años por los adoquines de la Vieja Lizarra.