La aparición de unas fotografías en una caja olvidada hace décadas son el inicio de una historia que podría ser el argumento de una película. Unas fotos de la vida cotidiana de Tudela de hace 100 años de las que nadie conocía su existencia. Un joven fotógrafo carpintero que durante unos años volcó toda su pasión en retratar a sus amigos y luego, sin más explicaciones, dejó de hacer fotografías. Una cámara y 200 negativos que se guardan en una caja y no vuelven a ver la luz. Una familia que no conocía esta pasión de su padre y abuelo. Un joven de 19 años que en 1926 demuestra una visión moderna de la fotografía y un manejo de la cámara como ningún otro de su generación lo ha hecho en Navarra. Unas fotografías difíciles de hacer con sus medios. Un artista escondido que, sin que nadie sepa la razón, dejó la fotografía a partir de 1936 y guardó su pasión en una caja que no volvió a abrir.

Esta es la vida y el misterio de José Sagaseta (1907-1990), joven carpintero de Tudela, que verá la luz en una exposición en el Nuevo Casino Tudelano (denominada Los felices 20) desde el próximo 11 de abril, y durante un mes, para que sus vecinos y vecinas puedan admirar, un siglo después, 40 obras de arte que atrapan por su emoción, sencillez, genialidad, alegría y, ante todo y su composición. Unas fotos y una vida que ha permanecido escondida durante 100 años y que los amantes de la fotografía y de Tudela darán su auténtico calor. La muestra irá precedida de una conferencia (a las 19.00 horas ) en la que se hablará sobre la vida de José Sagaseta, a cargo de Juan José Lorza, la historia e importancia de sus fotografías, a cargo de Javier Lozano, y el contexto de la historia tudelana en que se llevaron a cabo.

Su grupo de amigos en la caseta de Sagaseta donde se encontraron las fotos. José Sagaseta

Como toda buena historia tiene su misterio, su sencillez y su parte de humanidad.

Su vida

José Cruz Sagaseta Gobantes nació en Tudela en 1907. Hijo único de Valentín Sagaseta y Protasia Gobantes. Valentín era carpintero y junto con su hermano Serapio Sagaseta realizó, entre otros trabajos, las escaleras del colegio Jesuitas de Tudela.

José Sagaseta heredó la profesión de su padre y trabajó primero en una carpintería en la calle Gayarre, para posteriormente trasladarse a la calle Príncipe de Viana. También realizó labores de tramoyista en el teatro Gaztambide donde elaboraba los escenarios y decorados para las obras. Se casó con la alavesa de Elciego Casimira Castaño, que trabajó en el bar de la localidad con sus padres y que falleció de forma repentina en Tudela a los 47 años, con la que tuvo dos hijos, Sara y Juan José.

Sus familiares recuerdan a José como “meticuloso y perfeccionista. Era un hombre de muchas aficiones, una de era la mecánica. Tuvo coche y moto y era capaz de arreglar cualquier cosa. Era un hombre de una vida social muy rica y tenía muy buenos amigos”.

En aquellos años de la década de 1920, el país se encontraba en plena dictadura de Primo de Rivera (al que se le nombra Hijo Predilecto) y el alcalde era José María Oliver, que disolvió el cuerpo de bomberos después de que se negaran a recibir al gobernador civil. No había plaza de toros ni campo de fútbol pero nació el club Gazte-Tasun. Además se sucedieron varias riadas importantes.

Imagen de la plaza de Los Fueros con la calle Carrera a fondo. José Sagaseta

Una de las aficiones del joven carpintero fue sin duda la fotografía y en ella volcó su otra pasión, los amigos. Durante muchos años guardó en su carpintería una caja que, tras su muerte, en 1990 pasó a ser depositida en una especie de sótano de una caseta de su huerto en los montes de Canraso. Cuando dejaron esa caseta, su nuera, Maribel (casada con Juan José Sagaseta), la recogió y guardó en un armario sin que nadie le diera mayor importancia ni supiera de su relevancia, hasta se los enseñó a su yerno, Juan José Lorza.

En su interior, Lorza descubrió un tesoro, una cámara Kodak West Pocket Model 8 de fuelle y de bolsillo, que se fabricó en Estados Unidos en 1925, sus instrucciones, así como 220 negativos de fotografías ordenadas en pequeños sobres identificados y 8 negativos en cristal, así como los materiales para revelar aquellas imágenes, que nunca se revelaron.

Sagaseta, en el centro, con amigos subidos al kiosco del paseo del Prado. José Sagaseta

Lorza, al que le impresionaron las imágenes, elaboró un álbum para su suegra, se lo regaló el día de reyes de 2007 y se lo mostró a su amigo Javier Lozano, un tudelano apasionado de la fotografía y que colecciona decenas de cámaras, que quedó maravillado. Lozano investigó la cámara que llegó a Sagaseta solo un año después de su fabricación y también trató de restaurar los negativos, algunos muy dañados por la humedad de la carpintería y del huerto, después de casi un siglo de estar escondidos.

Su trabajo se prolongó durante más de dos años y al mismo tiempo iba descubriendo detalles de caras que se repetían, de lugares de Tudela, o historias curiosas de barcos que aparecían en la imagen… Todo un mundo.

Fotografía de sus amigos en el paseo Invierno, que destaca por su composición. José Sagaseta

Las fotos y el misterio

Las fotografías de Sagaseta muestran momentos de la vida con sus amigos, en huertos, en la torre Monreal, en los restos del castillo de Tudela todavía con troneras de cuando se usó como fuerte en las guerras carlistas, en el paseo del Prado, con bicicletas, coches, en barca, en moto, junto a la Azucarera (llegada a Tudela 25 años antes), en la plaza de Los Fueros, junto al kiosco, en Elciego, en Bilbao… pero si algo llama la atención es la elaboración y composición de las imágenes.

Los protagonistas miran de frente a la cámara y Sagaseta no tiene miedo en hacerlas de cerca, algo impensable en los años 20. Hay sonrisas, alegría, fiesta, vida, juegos, saltos, movimiento que descubren el ingenio y el arte de un joven carpintero al que le apasionaba la fotografía y que, sin saber por qué, de repente dejó de tomar imágenes y metió todos sus recuerdos de momentos felices en una caja de la que apenas nadie conocía su existencia. Cien años después, aquellos rostros, aquellos momentos buscan quien los identifique y ése es uno de los objetivos de la exposición, además de rendir tributo al que, sin duda, era un genio de la fotografía adelantado a su tiempo.

Subidos a los restos del fuerte fusilaero en lo que 20 años después fue el Corazón de Jesús. José Sagaseta

La aparición en DIARIO DE NOTICIAS de un reportaje sobre la represión en la Ribera mostró una fotografía de un grupo de teatro en la que había varias personas que fueron fusiladas. Entre ellas sus familiares han creído identificar a Sagaseta, tramollista que trabajaba con grupos de teatro. ¿Ocultó las imágenes por miedo a que se relacionara a alguna de las personas con algunos de los fusilados? Sólo es una teoría que trata de dar luz al misterio.

La muestra y la charla de inauguración desvelarán algunos de los enigmas.