Por primera vez, los valles de Erro, Aezkoa, Arce y la localidad de Orotz-Betelu han dado un paso importante hacia la visibilización de una realidad muchas veces invisible: el cuidado en el ámbito rural. A través de un diagnóstico participativo elaborado por el Servicio de Igualdad, se ha analizado cómo se prestan los cuidados, quién los asume y en qué condiciones. Este informe integral no sólo describe una situación preocupante, sino que también ofrece propuestas concretas para mejorar la calidad de vida de sus habitantes y fomentar un modelo de cuidados más justo y adaptado a las particularidades del medio rural.

33% envejecimiento

Uno de los principales hallazgos, aunque no sorprendente, del diagnóstico es la elevada tasa de envejecimiento de la población. De los 2077 habitantes , un 33% son mayores de 65 años, frente al 20,4% de media en Navarra. A esto se suma la creciente sensación de soledad no deseada, tanto entre las personas que necesitan cuidados como entre quienes los prestan, un fenómeno exacerbado por los altos índices de despoblación y la falta de conexión con centros urbanos cercanos.

El informe también destaca que los cuidados están muy feminizados. Un 62% de los encuestados se identifican como cuidadores, pero es el 41% de las mujeres quienes afirman que realizan estas tareas porque, si no lo hacen, “nadie más lo hará”. La sobrecarga de responsabilidades tiene un impacto directo en su bienestar y, en muchos casos, limita su acceso al empleo y a una independencia económica, perpetuando las desigualdades de género.

La conciliación entre la vida laboral, familiar y personal sigue siendo una tarea difícil para muchas familias. Un 65 % de las personas encuestadas aseguran tener dificultades para conciliar, especialmente en hogares monomarentales, donde muchas mujeres se ven obligadas a reducir su jornada laboral o incluso renunciar al empleo para hacerse cargo de los cuidados. Éste es uno de los puntos más críticos del diagnóstico, que subraya cómo las dificultades para conciliar afectan a la autonomía económica de las mujeres” y contribuyen a “perpetuar desigualdades de género”.

En cuanto a los servicios , los resultados muestran que, si bien algunas iniciativas, como el Servicio de Atención a Domicilio (SAD), los programas de envejecimiento activo, las ayudas a familias y los talleres de Eutsi, son valorados positivamente, todavía queda mucho por hacer. Las residencias son vistas como recursos lejanos y poco adaptados a las necesidades del medio rural, y el desconocimiento de otros servicios disponibles también es un obstáculo para quienes los necesitan. Además, la falta de transporte público agrava la situación, dificultando el acceso a recursos y servicios básicos.

Mejora del transporte

El diagnóstico no solo se limita a identificar los problemas, sino que propone soluciones concretas. Entre ellas, se destacan el refuerzo del Servicio de Atención a Domicilio, la creación de espacios comunitarios, el fomento de viviendas colaborativas y la promoción del empleo local en el ámbito de los cuidados. También se sugiere organizar encuentros intergeneracionales para fortalecer la red social y se plantea la necesidad de un enfoque de género más equitativo en la distribución de tareas y responsabilidades. No menos importante, el informe señala que todo avance dependerá de mejorar la conectividad y el transporte en estos valles, ya que sin una red de movilidad adecuada, muchos de los servicios seguirán siendo inaccesibles.

Desde el Servicio de Igualdad, la técnica Silvia Gómez asegura que “este primer diagnóstico invita a construir una red cercana y compartida, donde las familias, la comunidad y los servicios públicos sumemos esfuerzos para que cuidar sea una responsabilidad colectiva, justa y sostenible”.