La Comunidad Islámica de Navarra se ha acercado hoy al cementerio municipal San José de Pamplona para recordar a sus difuntos. Esta colectividad, a diferencia de las miles de personas que, como ellos, han acudido a conmemorar a sus difuntos, no lo han hecho por el Día de Todos los Santos.

Entre flores, velas y silencio, también se ha escuchado otro tipo de plegaria. En el nicho número 23, tres integrantes de la comunidad musulmana se han reunido para explicar cómo viven ellos el adiós, un rito marcado por la sencillez, la pureza y el regreso a la tierra.

“En el Islam, la muerte no se maquilla ni se disfraza. No hay ataúdes lujosos ni coronas”, ha comenzado Chaima Haina, joven integrante de la Comunidad Islámica de Navarra. “El cuerpo se deposita directamente sobre la tierra, en contacto con ella”, ha continuado Fatima Sghir, compañera suya en la comunidad.

“En el Islam, la muerte no se maquilla ni se disfraza. No hay ataúdes lujosos ni coronas”

Chaima Haina - Integrante de la Comunidad Islámica de Navarra

Tal y como han relatado ambas practicantes, el cuerpo toma una importancia fundamental en su religión. Pero, ¿de dónde proviene esta devoción?

“En el Islam es sencillo. Se trata de la idea de volver a la vida. Esta realidad es un puente para prepararse para la otra vida. El cuerpo, para nosotros, pertenece a Alá: venimos de la tierra y a la tierra hemos de volver”, ha explicado Mohamed Amney Érralo, coordinador del colectivo en la Comunidad Foral. 

Un respeto y culto que se refleja y traduce en los rituales musulmanes posteriores a la defunción. “Lavamos con agua pura el cuerpo unas tres veces, en caso de que las condiciones del cadáver lo permitan. Después, se envuelve con una tela blanca y se entierra el cuerpo”, ha relatado Mohamed.

Sin embargo, la tradición pide que el difunto sea enterrado en contacto directo con la tierra. “No se permite la caja cerrada ni, por supuesto, la incineración”, ha subrayado Fatima.

No obstante, como ha recalcado el coordinador, las medidas sanitarias actuales no permiten este modo de sepultura y, actualmente, se utilizan cajas de madera ya que “tienen una rápida desintegración”, ha aclarado Chaima. Como último detalle, el rostro del difunto y su costado derecho han de mirar hacia la Meca

La comunidad musulmana en Navarra asciende casi hasta las 27.000 personas, aunque la mayoría sigue optando por la repatriación a sus países de origen.

“Somos todavía primera o segunda generación. Muchos quieren descansar donde nacieron, pero cada vez más sentimos Pamplona como nuestro hogar”, ha confesado Fatima, que lleva tres décadas en la ciudad y cuya voluntad es ser enterrada en Pamplona, su hogar.

La comunidad, aunque agradece la cesión de las parcelas del nicho número 23 del cementerio municipal, anhela disponer de una parcela propia, gestionada directamente por ellos.

“Queremos un espacio con privacidad, como ya existe en Valencia o Madrid. Ahora tenemos una pequeña zona, casi llena. Pedimos una nueva, con su puerta, su señalización y su mantenimiento propio”, ha reseñado Mohamed. 

"Queremos un espacio con privacidad, como ya existe en Valencia o Madrid. Ahora tenemos una pequeña zona, casi llena"

Mohamed Amney Érralo - Coordinador de la Comunidad Islámica de Navarra

Un espacio que se convertiría, sobre todo, en lugar de encuentro cada viernes del año. Así, el Día de Todos los Santos no forma parte del calendario religioso musulmán.

“No tenemos un día específico. Solemos hacer súplicas cada viernes, el día sagrado de la semana”, ha atestiguado Chaima. Lo esencial no es la fecha, sino, como Fatima ha recalcado, la intención: recordar, orar y hacer el bien en nombre de los difuntos.

Para los musulmanes, la muerte es “simple”. “Nos preparamos para ese momento toda la existencia, con la idea de volver sin deudas ni males. Da igual ser rico o pobre: en la tumba todos somos iguales”, ha finalizado Chaima.