¿Cuántas veces han pensado que quedarse un minuto más o menos en la ducha es insignificante en la lucha contra la sequía que sufre gran parte del planeta? ¿Cuántas veces han decidido ir a trabajar en coche en vez de en villavesa, andando o en bicicleta porque es una acción que reducirá mínimamente las emisiones de gases de efecto invernadero? En definitiva, ¿cuántas veces han llegado a la conclusión errónea de que el individuo no puede realizar nada contra el cambio climático y que la solución debe venir de los de arriba?
“Si demostramos que un municipio puede ser ecosostenible, mantener un estándar de vida saludable y conseguir un equilibrio con la naturaleza; estas medidas se pueden extrapolar a una comunidad autónoma, una nación, un continente y, finalmente, al planeta. Se producirá una reacción en cadena si la gente percibe que las pequeñas acciones funcionan, son útiles y generan felicidad y bienestar”, reflexionó Radu Kiszela, uno de los jóvenes del Instituto Pedro de Atarrabia y el Gazteleku que en verano, termómetro infrarrojo en mano, midió las temperaturas en calles, plazas y jardines del pueblo.
Estos Guardianes del Clima –nombre del proyecto de la Fundación Clima que está financiado por el Ayuntamiento de Villava y el Gobierno de Navarra– elaboraron un mapa de las islas de calor y 12 jóvenes, a través del Servicio Navarro de Empleo, están renaturalizando las zonas donde se detectaron las temperaturas más altas para conseguir un mayor bienestar ciudadano y proteger la salud de los más vulnerables: txikis, mayores y personas que padecen enfermedades autoinmunes.
En verano, jóvenes del Instituto Pedro de Atarrabia y el Gazteleku midieron la temperatura en distintas superficies –pavimento, hierba o alcorques– al sol y a la sombra –natural y artificial– y enseguida detectaron que la diferencia era “tremenda”.
Por ejemplo, en agosto Villava registró una máxima de 37ºC, en un césped ubicado a la sombra midieron 27 ºC y en las superficies de cemento, situadas a pleno sol, la temperatura se disparó a los 60 ºC.
“Este calor se irradia a la noche, no nos deja dormir y genera riesgos a las personas vulnerables”, indicó Mikel Baztán, técnico de medioambiente del Consistorio villavés y responsable de proyectos de Ahora Clima. “Las zonas verdes y la vegetación ayudan a capturar el calor”, incidió Radu.
Los termómetros de los guardianes del clima alcanzaron los 70ºC en la Plaza Consistorial –en los alcorques de los árboles que están tapados con caucho– y en el caucho negro del parque Ribed. “Es un material y un color que absorben la luz”, explicó Radu.
Después del trabajo de campo, los jóvenes elaboraron un mapa con las islas de calor y detectaron las zonas más vulnerables del municipio en las que era urgente actuar. “Las plazas y calles que están orientadas al suroeste”, detalló Baztán.
Desde octubre, el Servicio Navarro de Empleo, en colaboración con el Consistorio de Atarrabia, formó en jardinería, albañilería, urbanismo sostenible y “realidad climática” a 12 personas que están renaturalizando el pueblo.
“A los ayuntamientos a veces nos cuesta entender cuál es nuestra posición y qué podemos aportar para solucionar un problema global. Desde nuestra pequeñez, desde el kilómetro cuadrado que es Villava, impulsamos medidas en las que se sustituyen espacios duros –pavimentos– por zonas verdes donde se planta vegetación y se crean refugios climáticos”, señaló el alcalde Mikel Oteiza.
Desde febrero, los 12 participantes del Taller Formativo de Adaptación Climática plantan árboles que darán sombra natural –más efectiva que la artificial–, crean zonas verdes y de protección vegetal, renaturalizan espacios en los que predominaba el pavimento, conciencian a los más pequeños de la importancia de luchar contra el cambio climático...
“El objetivo es que Villava sea más habitable y que los vecinos, cuando paseen por la calle, no sufran tanto el calor”, expresó Saioa Lacabe, que, en nombre de sus compañeros, agradeció la oportunidad brindada: “Está siendo una experiencia de vida muy enriquecedora. Estamos disfrutando mucho, nos sentimos bien con lo que hacemos y los vecinos nos felicitan”. Esta docena de personas estarán realizando labores de renaturalización hasta julio.
Los jóvenes que están renaturalizando Villava son los siguientes: Luis Carlos Arias, Edison Barrera, Aratz Burgui José Ángel Gil, José Jiménez, Saioa Lacabe, Daniel Midence, Elena Muñoz, Mikel Pérez, Rubén Rico, Erika Torres y Alinha Zaharia.
“Lo más bonito es que detrás de cada árbol plantado o rincón rehabilitado hay personas con nombres y apellidos que están aprendiendo y trabajando con ilusión para mejorar Villava”, defendió Amaia Bengoetxea, del Servicio Navarro de Empleo. Amaia agradeció el esfuerzo colectivo e insistió en la repercusión de las pequeñas acciones locales. “Su impacto es global”, finalizó.