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Baratxuri, un huerto para todo el barrio

Este proyecto busca ser un espacio de encuentro y aprendizaje intergeneracional para los vecinos y vecinas de Buztintxuri

Baratxuri, un huerto para todo el barrioIñaki Porto

Baratxuri significa ajo en euskera, pero también es la unión de baratza (huerta) y Buztintxuri. Por eso, la elección de este nombre para el huerto comunitario que están llevando a cabo varios voluntarios y voluntarias del barrio, impulsado por la Asociación Buztintxureando Txuri.

“Tenemos plantadas lechugas, fresas, berzas, lombardas, romanesco y algunas plantas aromáticas”, cuenta Alai Ruiz, uno de los integrantes del grupo promotor. Más allá de ser un lugar donde cultivar y cosechar frutas y verduras, busca ser un espacio para todas las edades de encuentro, aprendizaje y una alternativa de ocio no ligada al consumo.

Oficialmente se inauguró el pasado 17 de septiembre, pero llevan una larga trayectoria, desde 2013, con la idea del proyecto. Todo nace cuando diferentes asociaciones del barrio, tras un diagnóstico, se dieron cuenta de que el vecindario de Buztintxuri reclamaba un huerto comunitario. Tras un estudio exhaustivo, estos movimientos se unieron para empezar a desarrollar el plan en 2017. Al poco tiempo, la iniciativa se dejó de lado por problemas con la cesión del terreno y se disolvió el grupo de aquel momento. 

En 2021, un grupo de más de 40 jóvenes recogieron la iniciativa para ponerla en marcha. Beatriz Cruz, otra de las integrantes, cuenta que en ese momento tenían “un equipo fuerte” y podían asumirlo. 

Se barajaron diferentes localizaciones donde construirlo: la trasera del colegio, una parcela junto a las vías del tren, y la que finalmente se decidió, un solar en desuso junto al Centro Comunitario Buztingune. Eligieron ese espacio porque ofrecía las mejores condiciones de suelo. Además, tenía mucho sentido construirlo en ese lugar, porque es el Centro Comunitario quien impulsa todas las actividades que sustentan el huerto.

Uno de los objetivos es “que los txikis sean protagonistas”, cuenta Cruz, porque “es una gran herramienta pedagógica para conectar con la naturaleza”. También, es una buena manera de inculcarles valores medioambientales llevándolos a la práctica. Por eso, encaminan muchas de las actividades que hacen en la ludoteca infantil de Buztingune al mantenimiento del huerto. Hasta el momento han hecho un espantapájaros, carteles con los nombres de los cultivos, además de ayudar en la plantación y riego de las frutas y verduras. 

Para todas las edades

Aun así, quieren que este sea un lugar intergeneracional, “que esté representada toda la gente del barrio”, cuenta Beatriz. Para eso, organizaron una reunión, donde pudo acudir todo aquel que quiera participar en el proyecto. Con las nuevas incorporaciones, pretenden decidir cómo va a evolucionar el proyecto de aquí en adelante. Como dice Alai Ruiz, “queremos crear un grupo motor y que sea la propia gente que se una al proyecto quien decida cómo se va a gestionar el huerto”. Por eso, se mantienen abiertos a nuevas ideas y propuestas. “La gente manda”, señala Cruz. 

Yessenia Puche y Habiba Khatri cuidando una de las plantas

“El objetivo no es llevarte la producción”, apunta Ruiz sobre las cosechas que recogen. “La idea es que se puedan utilizar en los eventos comunitarios”, aclara después Beatriz Cruz. En un principio pensaron donarlo a Unzutxiki Berri, una asociación del barrio que reparte comida a las familias más necesitadas, pero viendo que la cantidad de verdura que recogen no es grande, decidieron reservarla para actos que se celebran en el barrio. Con todo, señalan que si es de manera responsable, se puede coger algún producto. Los que se van a echar a perder, por ejemplo. 

Quejas al ayuntamiento

Cuando volvieron a poner en marcha el proyecto en 2021, el grupo se puso en contacto con el Ayuntamiento de Pamplona. Les pidieron que les cedieran el terreno y les ayudaran a afrontar la infraestructura, como hacen con los demás huertos comunitarios de la ciudad. Después de muchos años y llamadas, el Ayuntamiento se comprometió a ello. Acordaron que la estructura base estaría preparda para julio de este año, cuando empezaba la ludoteca de verano, pero finalmente en marzo, se desentendieron del proyecto.

Por eso, los organizadores decidieron construirlo por ellos mismos en un tiempo récord. Ahora piden que les ayuden económicamente con los retos siguientes que tiene el proyecto, y “que reconozcan que es un huerto comunitario como los demás”, cuenta Alai para terminar.