Me veo nuevamente en la necesidad de puntualizar al señor J. A. G por su escrito titulado ¿Hay quien dé más?. Lo que llamas el famoso tema de las banderas y de las multas que impone al Ayuntamiento por colocar alguna ocasionalmente. Concretando: por poner la ikurriña durante el txupinazo, multa al canto. La estelada catalana se puso un día en solidaridad con el pueblo catalán. ¿Donde está el problema?

Se consiguió lo que llamamos el Ayuntamiento del cambio, pero no dejan que hagan ni siquiera gestos que algunos llevamos décadas esperando, como en este caso el colocar esa bandera que sentimos nuestra, sin menoscabar el respeto a otros sentimientos. Hablas de todo el dinero del Banco de España que se gastará en el pago de multas. Más fácil es que vaya para dicho banco el dinero de dichas multas.

¡Qué mal narras las realidades! Es que sabes que juegas con ventaja, por nadar a favor de corriente. Nunca vas a necesitar colgar tu bandera fugaz o clandestinamente de un balcón, farola o puente, porque ya la tienes todo el año en los sitios más privilegiados. Doble rasero.

Mª Paz G. J.

El otro día comentaron desde el sindicato UAGN que hay que hacer algo para que los pueblos pequeños no se mueran, para que no se queden sin gente. Estoy de acuerdo con esta alerta que lanzan, pero por desgracia creo que llega demasiado tarde, que lo deberían haber denunciado hace igual veinte años porque me temo que ya no hay remedio.

Solo en Tierra Estella hay muchos pueblos (no me atrevo a decir cuántos) que no llegan ni a cien habitantes ahora y que en cuestión de diez o quince años prácticamente estarán deshabitados porque la población es muy mayor. Es lo que tiene que los sucesivos gobiernos que hemos tenido en Navarra solo hayan apostado por el desarrollo de Pamplona y de la Ribera.

Pamplona (en realidad sus alrededores, donde se han creado ciudades artificiales, sin alma en mi opinión) concentran ya la mitad de la población de Navarra. Mientras, el resto poco a poco se va muriendo. Y, no es por nada, pero la calidad de vida que hay en el pueblo o en núcleos pequeños de población, no tiene nada que ver con el estrés de Pamplona, y eso que es una ciudad bastante pequeña.

Pequeña pero, eso sí, se paga por todo, muchas veces es imposible aparcar, y llegar al centro desde cualquier pueblo de la periferia ya te cuesta 20 minutos. Así que yo me pregunto qué tiene de bueno que todos nos concentremos en torno a una ciudad. Para mí, nada.

C.L.