El nacimiento de Dan ha inyectado un chute de vida a la pequeña localidad de Abaigar. Y es que la refugiada ucraniana Anastasia Haletska dio a luz el pasado viernes al bebé Dan Halestskii. Su destino inicial era el de nacer en su ciudad Kramatorks pero llegó la guerra y la intensidad de los ataques era tal brutal que Anastasia tuvo que huir primero a Dniéper y luego a Dnipro, una ciudad donde se refugiaron en la estación de metro acompañada siempre de su madre Angélica Merkulova.

Anastasia asumió que aquel sería el único lugar para dar a luz a su hijo sin ninguna asistencia y con apenas dos pañales como equipaje. Pero en el camino se cruzó la posibilidad de escapar de aquel infierno oscuro y húmedo. Se embarcaron en un coche de un familiar que las sacó hasta la frontera de Rumania en viaje de cuatro días que finalizaron andando y exhaustas en la frontera. Allí les esperaba el autobús solidario que las trajo a Estella. De aquella épica huida embarazada de casi ocho meses, pasaron casi 40 días y el 22 de abril, el pequeño Dan vino al mundo con 3,5 kilos y 50 cm, en la sala de maternidad del Hospital García Orcoyen de Estella-Lizarra.

"Fue un momento muy especial porque me comunicaba con la matrona Judith a través de gestos y alguna palabra en ingles". Tras el parto "Judith me hablaba entre gestos y en castellano y yo le entendía todo perfectamente. Fue un momento muy especial". Al principio tenía mucho miedo y luego se sintió arropada. "Estoy encantada de que Dan naciera en Estella". En el parto también estuvo presente Angélica Merkulova, la abuela, "el nacimiento de Dan es como obtener una pequeña victoria en medio de esta guerra y pensar que ha merecido la pena todo este viaje", aseguró la abuela sujetando a Dan entre sus brazos. "Sabemos porque lo hemos vivido que entre los objetivos militares de los rusos en Ucrania están los hospitales y maternidades junto con estaciones y guarderías, eso está siendo una realidad".

El dilema de Angélica Pero el dilema de la abuela Angélica Merkuloba ahora es el de refrenar su deseo de volver a Ucrania. "Yo quiero volver ahora que ha nacido Dan y está aquí seguro, pero el problema es que es posible que no tenga a dónde regresar. Puede que no sea posible volver hasta Kramatorks viva y que allí quedé algo en pie donde vivir". Desde luego, no quedará su casa y tampoco la compañía de venta de productos petroleros en la que trabajaba. Eso sí, Angélica, desde esta pequeña localidad de Tierra Estella en Navarra, no puede dejar de pensar en su madre, que ahora ya es la bisabuela María, de 80 años, que se quedó a cargo de su marido Víctor de 57. También echa de menos a su hijo Ilya de 24 años, cuyas últimas noticias lo sitúan en el frente del Dniéper.

Un torbellino de sensaciones que corta su hija Anastasia que siente mucha presión por las ganas de regresar a Ucrania de su madre, algo que le produce mucho estrés y que le quita las ganas de comer. "Al principio no sabía muy bien lo que estaba pasando pero ahora me doy cuenta de que hicimos muy bien en salir de allí por mucho que los echemos de menos", aseguraba Anastasia mirando al recién nacido mientras se le saltaban las lágrimas, "es que me pasa que cada vez que miro a mi hijo me dan ganas de llorar". Algo que reprime cuando puede también la abuela que tiene un firme propósito para el futuro: "desde que salí de Kramatorks, me juré que escribiría un libro relatando todo esto. Y le pondré de título Camino hacia la paz", aseguró Angélica. De momento se está aplicando en aprender el castellano para poder conseguir trabajo y también para sacarse el carnet de conducir: "allí vivía tan cerca de mi trabajo que no necesité nunca un coche".

Este viernes, Dan dormitaba ajeno a todo. Esta semana será empadronado en Abaigar y están recabando información para ver cómo pueden sacarle la nacionalidad ucraniana en la embajada de Madrid.

Ayuntamiento solidario

Desde el ayuntamiento, el equipo de Gobierno se siente satisfecho de su acogimiento aunque también algo descontentos tras conocer que los siete integrantes de este grupo no recibirán ayudas del Gobierno de Navarra, "algo que no terminamos de entender". Para paliar esta situación se han puesto en marcha varias alternativas solidarias. Por un lado, desde el consistorio se ha habilitado un número de cuenta (ES46 3008 0065 36 4638433625) donde se pueden hacer donaciones y también se ha abierto en la tienda J.M. Sainz en Murieta de un "pequeño banco de alimentos" donde la gente puede comprar productos destinados a este grupo. También en la sociedad de Abaigar hay una hucha en la que se puede depositar ayuda, un local donde también se puede dejar toda clase de productos que les ayuden.

"Afortunadamente, el resto de los servicios sanitarios los tienen cubiertos y ahora sólo falta que las empresas locales les puedan ofrecer empleo porque ya poseen permiso de trabajo", aseguraron desde el Ayuntamiento de Abaigar. Un pequeño pueblo que ha demostrado una capacidad de reacción solidaria envidiable y que ahora cuenta también con la colaboración de sus siete nuevos vecinos, entre ellos del pequeño Dan, el último en llegar a Abaigar después de un viaje que invita a ver la esperanza, en medio de ese camino hacia la paz tan incierto.