Se cerró el variado, extraño e intenso serial de festejos de lidia y muerte con una interesante corrida de Pincha, que dispuso las buenas condiciones de al menos de tres toros para poner un poco de orden en los atribulados hipotálamos de los espectadores de los días anteriores. No pudo ser y el abono se cerró sin argumentos artísticos como para maquillarse un poco. Que en Tafalla y sus cuatro corridas no se corte más que una oreja, lo explica todo. La materia prima lidiada en las cuatro funciones se nutre en Navarra, contando que los toros de Rosa Rodrigues lo hacen en el campo ragués. Y todos los astados forales pusieron, unos más que otros, la brava movilidad suficiente para que los toreros la aprovecharan con manufacturas exitosas. Pero no. El ganado ha estado por encima.

En la corrida de Pincha se vio con claridad: toros de buen trapío y bonitas hechuras y coletudos incapaces, sobre todo a la hora de manejar los aceros. El envío del Hontanal lodosano se vio mermado por una reciente baja de uno de los titulares. El remiendo fue un toro, el tercero, que bajó un tanto en volumen. La primera parte de la función fue protagonizada por tres pinchas, que si bien cumplieron en varas con fijeza y empuje como todos los lidiados, y fueron nobles y humillaron, se frenaron en el último tercio, faltándoles recorrido y fondo. A partir del cuarto, la cosa cambió. Tres toros con más cuajo y con transmisión. Clarinete, segundo del lote de Serna, algo renuente al comienzo, acabó creciéndose en bravo y con calidad. Faena larga de Serna pero sin terminar de imponerse a lo que el animal reclamaba. Si fue la mejor puesta en escena de la tarde y, por eso, y tras matar al segundo intento con espadazo caído, se le pidió una oreja sin una mayoría clara. Zalacain, el joven palquero, que consta es un excelente profesional y aficionado, acertó en el juicio, más aún cuando el veterano torero había estado por debajo del bueno y guapísimo de Clarinete.

Julio Gil Arboniés (sin txapela), homenajeado en su jubilación tras desempeñar el puesto de torilero desde 1989. Junto a él, Imanol Moso, Andrés Baztán (nuevo torilero) y José Javier Oroz. Iñaki Porto

El quinto, Picador, fue otro toro fenomenalmente armado, con pitones como para quitar el hipo. A Daniel Sánchez no se lo quitó y en banderillas tuvo que desmonterarse tras dos buenos pares. Invitó a su colega, tercero de la cuadrilla, a hacerlo. El toro que también había cumplido con brillo en varas, llegó con vibrante acometividad a la muleta del diestro de Murchante. Antón se mostró digno y dejó sellos, aunque de poca tinta, de su indudable clase. Tandas cortas por ambos pitones. En conjunto, le faltó el sitio y quizá también la rasmia que da el estar placeado. Javier, por desgracia, no lo está. El tal Picador superó al navarro y la faena, además, quedó muy emborronada por el mal uso de la espada.

Y el sexto, Cantinero, otro tiazo, fue parecido a los anteriores, aunque con más poder, genio y menor fijeza. Al venezolano José Antonio Valencia le superó a pesar de su voluntad de conectar con los tendidos. Algunos pasajes tuvieron importancia, pero el toro se aburrió y el americano se lió otra vez con la espada.

Premios

El jurado del Club Taurino declaró desiertos los premios al triunfador y al toro más bravo. El premio al mejor subalterno recayó de forma compartida en Francisco Tornay y Venturita (corrida de Reta).

Ganadería

Ganadería de Pincha. Seis toros muy bien presentados, de buenas hechuras, armados y astifinos. El 3º, más terciado. Todos cumplieron bien, con fijeza y fuerza en el primer tercio. Tres toros (4º, 5º y 6º) tuvieron movilidad y transmisión.

Toreros

l Emilio Serna. De nazanero y oro. En el 1º, silencio. En el 3º, petición y vuelta tras aviso.

l Javier Antón. De blanco y plata y cabos negros. En el 2º, silencio tras aviso. En el 5º, silencio tras dos avisos.

l José Antonio Valencia. De coral y oro. En el 3º, silencio tras dos avisos. En el 6º, silencio tras aviso.

Las gradas

l Presidencia. Muy bien cargo de del joven Oier Zalacain Esparza, asesorado por Pablo Lacunza González (artístico) y Pilar Ruiz Torregrosa (veterinaria).

l Incidencias. Tres cuartas de entrada. Veraniego. Tras romperse el paseíllo se homenajeó al torilero de la plaza, Julio Gil Arboniés, que se jubilaba tras cumplir esta función desde el año 1989.