El último encierro de las fiestas de Tafalla se ha despedido este martes con una carrera rápida que mantuvo a todos en vilo. Los seis toros de la ganadería Toropasión, procedentes de Alfaro (La Rioja), tomaron el control desde el inicio, dejando a los mansos rezagados en los primeros compases del recorrido. En total, se registraron dos heridos, uno de ellos un joven de 22 años, procedente de Barañain, que en la misma avenida Severino Fernández sufrió una caída y fue pisoteado en la cara por la última pareja de toros. El mozo fue atendido de inmediato por el personal de la Cruz Roja.
El ambiente en las calles reflejaba el peso de los días de fiesta, con los cuerpos de los corredores y espectadores ya marcados por el cansancio. Sin embargo, el fervor taurino seguía presente y, poco a poco, el recorrido se fue llenando de aficionados dispuestos a disfrutar del último encierro de las fiestas. Los más animados no dejaron de cantar, impregnando de energía el ambiente a pesar de las horas de sueño acumuladas. A medida que avanzaba la mañana, el nerviosismo y la expectación crecían, sabedores todos de que este encierro cerraría las fiestas de Tafalla.

Los toros, pertenecientes a la misma ganadería que el día anterior, mostraron una vez más su velocidad y bravura. Dos toros negro azabache, dos colorados y dos salpicados, uno blanco y negro y otro blanco y rojo, recorrieron las calles a gran velocidad. Aunque no se distinguían por su tamaño, la rapidez de los astados fue suficiente para mantener a los corredores en alerta constante, creando un encierro en el que la emoción y el peligro estuvieron presentes en todo momento.
A pesar de que les costó un poco salir del corral, una vez en las calles, los astados imprimieron un ritmo frenético, encabezando el encierro desde el final de la avenida Severino Fernández hasta la plaza de toros. Los bureles, organizados en parejas, protagonizaron momentos de gran tensión al cruzarse constantemente, complicando a los corredores la posibilidad de encontrar un buen hueco para realizar su carrera. La velocidad y la proximidad de los toros, que fueron barriendo los laterales de la calle, hicieron de este un encierro peligroso y lleno de emoción.
En la avenida Severino Fernández, uno de los momentos más críticos de la carrera se produjo cuando un mozo de 22 años, procedente de Barañain, vestido con una camiseta gris, sufrió una caída. La última pareja de toros lo alcanzó y uno de los morlacos le pisó la cara, dejando una estampa de peligro y tensión en el recorrido. Inmediatamente, el joven fue atendido por el personal de la Cruz Roja.
La manada, dividida en dos grupos, atravesó rápidamente la avenida Sangüesa con los toros dirigiendo el encierro y haciendo zigzags para incomodar a los mozos. Por atrás, los cabestro les seguían la pista cansados, así que la gente empezó a acercarse a ellos con menor preocupación. El grupo no volvió a compactarse, pero el peligro se limitó a los que encabezaban la carrera. De hecho, tres de los morlacos se acercaron a la acera izquierda según se corre y provocaron que varios de los corredores tuvieran que lanzarse contra el vallado.
La manada tomó por completo la curva de la Estación, sin dejar espacio a que los corredores pudieran descansar y tuvieron que coger fuerzas para realizar un tramo final limpio y sin más sustos que los toros yendo de un lado a otro de la calle. Y, con varios metros de distancia, los morlacos entraron en el callejón a la espera de los mansos para entrar en los corrales. Sin embargo, dos de los bureles de pelo negro se alertaron que no estaba el grupo al completo y los esperaron en el ruedo. Por su parte, los cabestros hacían lentamente el recorrido y los mozos dejaron de prestarles atención porque, para ellos, el encierro ya había terminado. Cuando llegaron al ruedo, los hermanos les siguieron hasta los corrales. Un encierro tres minutos más largo de lo que podría haber sido.
“Muy sueltos”
Aimar Iraizoz, un joven pamplonés de 20 años, corrió este último encierro de Tafalla y compartió su experiencia, destacando que, a pesar de correr cuatro días en estos encierros, el de ayer le resultó especialmente complicado. “Los toros iban muy sueltos, de lado a lado”, comentó Iraizoz, señalando la dificultad añadida en el tramo estrecho antes del puente. A pesar de que la ganadería era la misma que la del día anterior, Iraizoz notó una gran diferencia en la forma en que se desarrolló el encierro, describiéndolo como más rápido y complejo. Su pasión por los encierros lo ha llevado a viajar exclusivamente desde Pamplona para participar en Tafalla este año.
Dos heridos y uno de ellos, trasladado
El sexto y último encierro dejó dos heridos que fueron atendidos por los servicios sanitarios de la plaza de toros, uno de ellos al recibir el pisotón de una de las reses. M.L., un joven de 22 años, vecino de Barañáin, fue trasladado en ambulancia al Hospital Universitario de Navarra (HUN) por un traumatismo en la cara tras haber caído de bruces y recibir un pisotón en la cabeza propinado por uno de los morlacos en la curva de la Farola. El parte médico indicaba que el corredor presentaba un fuerte golpe en la cara con desgarro en el pómulo, así como un hematoma en la espalda, contusiones por todo el cuerpo y erosiones en ambos brazos. El otro atendido por el dispositivo del encierro es L.L., un varón de 89 años procedente de Artajona, que se precipitó del vallado en plena avenida Severino Fernández. Le curaron una herida en el brazo derecho. Además, presentaba policontusiones por el cuerpo y un fuerte golpe en la espalda, según informaron las asistencias.