pamplona - Cuando escuchó que al otro lado del puente levadizo estaban Melchor, Gaspar y Baltasar, Ane esbozó una sonrisa de oreja a oreja. Parecía que la tarde y la noche más esperadas del año para ella y para los demás niños y niñas había llegado. A las 16.30 horas de la tarde de ayer, el heraldo de Sus Majestades, al grito de “¡Guardias, bajad el puente!”, pedía paso para los Reyes Magos, que entraban en Pamplona dispuestos a repartir ilusión, magia y felicidad. Dicho y hecho. Montados en sus dromedarias Ámerlu, Morena y Siria y tras un largo viaje desde Oriente, realizaron el mismo camino que los peregrinos hacen hacia Santiago. Pequeños y no tan pequeños abarrotaron la Magdalena, el portal de Francia y las calles del Casco Antiguo para darles la mejor bienvenida posible.

Duante la Jubilosa Llegada, como se llama a la entrada de los Reyes Magos a Pamplona, los aplausos y los gritos se apoderaron de las calles del Carmen, Navarrería y Mercaderes, mientras las campanas de de la Catedral, San Cernín, San Nicolás y San Miguel anunciaban la llegada de los Sabios.

Uno de los trucos para disfrutar de este momento tan importante es abrir los ojos y no pestañear. Objetivo: no perderse ni un detalle del desfile. Conforme el séquito de Melchor, Gaspar y Baltasar avanzaba, los txikis se sentían obligados a subirse a hombros de sus padres para poder aproximarse todo lo posible a ellos. Muchos, apurando el tiempo, aprovechaban este momento para entregar su carta a los pajes, quiene estuvieron muy atentos para no dejarse ninguna.

Santi, de 7 de años, les pidió sorpresas, y valía cualquier regalo menos ropa. Junto a él, Mateo y Carlos, de 8 años, y Paula, de 9, habían sido más específicos para que los Reyes lo tuviesen fácil. Querían un smart watch, un dron y una consola 2DS. Leyre, Marcos, Mateo, Pablo y Hugo también tenían claro qué es lo que deseaban y, además, esperaban que les hubiesen hecho caso porque se habían portado muy bien este año. “Hemos obedecido a nuestros padres y en el cole nos hemos portado muy bien. Además, siempre nos traen lo que queremos. No queremos carbón”, agregaron.

La Jubilosa Llegada es cada vez más demandada por las familias. Es sobre todo tradición lo que las mueve a estar desde primera hora de la tarde custodiando su sitio. “Nos da la sensación de que cada vez viene más gente a esta zona. Pensábamos que este año habría menos porque dan lluvia, pero no. Para las tres y media como tarde estamos aquí plantados”, relataron Enrique y Katy, que esperan en el puente de la Magdalena junto a sus hijos, sus hermanos y sobrinos. “Nunca nos lo perdemos. De pequeños mis padres nos traían aquí y ahora venimos con los críos, que aprendan desde txikis”, añadieron Aitor e Isabel, mientras intentan que sus gemelos Oier y Hugo duerman “un ratico” la siesta.

Otro de los puntos más concurridos fue la calle Navarrería. De hecho, algunos de los que vieron la entrada en el portal de Francia corrieron para poder verles de nuevo. “¡Venga, que no llegamos!”, decía Óscar a sus padres. “Y aún nos queda la cabalgata...”, expresaban ellos.

la comitiva Melchor, Gaspar y Baltasar, tras 2.000 años realizando su trabajo, conocen a la perfección el camino que atraviesa el puente de la Magdalena, pasa por el portal de Francia y llega al Ayuntamiento.

Su mayor obstáculo es cruzar el puente levadizo, que ya cerrado a esas horas les corta el paso. Pero gracias al mensajero y a la Guardia de Pamplona, la puerta, con su antiguo mecanismo, se abrió para recibirles. Precediendo a los Reyes Magos, los abanderados y su séquito les dejaron paso por las calles del Casco Antiguo de la capital navarra.