Kenneth Hale Vanderford nació en 1908 en Columbia City, condado de Whitley, al norte de Indiana, una zona rural del Corn Belt a unos doscientos kilómetros de Chicago. Era hijo de Andrew Vanderford y Mary Snyder, su padre era guardabosques y granjero, y tuvo dos hermanas gemelas dos años más jóvenes. Pese a sus orígenes modestos, estudió en el Wittenberg College de Springfield, Ohio, y en la Universidad Estatal de Washington. Fue profesor de español y francés en Texas y Florida y en 1940 se doctoró en literatura española por la Universidad de Chicago con una tesis titulada El Setenario y su relación con las Siete partidas (años más tarde un periodista de Diario de Navarra la trocaría en “el séptimo centenario de Alfonso X el Sabio”), que fue publicada en 1941 por la Universidad de Buenos Aires.

En 1942, Kenneth H. Vanderford entró en el departamento de relaciones públicas de la Creole Petroleum Corporation, filial de la Standard Oil en Venezuela, y, tiempo después, contaría que durante la II Guerra Mundial actuó como agente de inteligencia para su país. Durante varios años trabajó en diversos países hispanoamericanos: Venezuela, Argentina, Ecuador, Bolivia. Ahorró suficiente dinero como para retirarse a vivir de sus rentas y en 1959 fijó su residencia en Madrid con ánimo de cultivar, entre otras cosas, su afición por la fiesta de los toros que había adquirido en América.

Ese año de 1959, aparte de dejarse crecer la barba, asistió a un buen número de corridas de toros, desplazándose de feria en feria por toda la península. En julio llegó a Pamplona y conoció los Sanfermines. Según contaba él mismo, un día se sentó en la terraza de un café y dio la casualidad de que Hemingway también estaba sentado en otra terraza de otro café cercano. En esto, tres turistas norteamericanos se acercaron a Vanderford y, confundiéndole con el escritor, le pidieron un autógrafo. No pudiendo resistir la tentación de explotar el equívoco por pura diversión, Vanderford estampó su “primer autógrafo de Hemingway”. Dado el gran parecido entre ambos (aunque Vanderford era nueve años más joven) y que los dos recorrían las mismas ferias, la confusión se convirtió en costumbre.

Vanderford siguió con el juego y nunca se negaba a firmar autógrafos, aunque lo hacía con su propio nombre y si le preguntaban si era Hemingway él lo desmentía pero, según contó muchas veces, nunca le creían, pensaban que estaba burlándose. Perfeccionó la broma haciendo imprimir unas tarjetas con su fotografía que repartía con los autógrafos y con leyendas como “no todo lo que reluce es oro ni todo barbudo se llama Hemingway” o “todos en este mundo traidor se parecen un poco a todos los demás”. Según contaba Vanderford, la gente leía la tarjeta y, seguidamente, sin entender nada (cuentan que la entregaba en inglés a los hispanoparlantes y en castellano a los anglófonos), le preguntaba: “¿Cuándo saldrá otro libro suyo, señor Hemingway?”.

Durante la temporada taurina de 1960 Vanderford repitió su gira por toda España conduciendo su descapotable, un Volkswagen Karmann Ghia rojo, mientras que Hemingway estaba en su casa de La Habana y no voló a Madrid hasta el 5 de agosto. Ese año Vanderford consiguió llamar la atención de la prensa por la permanente confusión creada en los lugares que visitaba. La Vanguardia Española anuncia en su número de 9 de julio que Hemingway está en Pamplona y que ha asistido al txupinazo, y Diario de Navarra incurre en el mismo error en la edición del día 6 de julio, pero advertido del fallo rectifica y el 8 de julio publica una entrevista con el titular de “Mr. Kenneth H. Vanderford, el hombre que se parece a Hemingway”. Henry F. Schulte, corresponsal en España de United Press International, a mediados de agosto también entrevista a Vanderford y publica una reseña sobre el doble de Hemingway que es recogida en diversos periódicos norteamericanos (como el Independent de Long Beach, California, que titula con ingenio “Hemingway Double Knows Importance of Being ‘Ernesto’”), e incluso de otros países, como el holandés Dagblad De Stem en su edición de 19 de agosto (Hemingway heeft dubbelganger). También Diario de Burgos de 18 de septiembre (“Parecidos, sosias y dobles”) o las revistas norteamericanas Sports Illustrated en su número de 26 de septiembre (“The Bull Bums”), Time en el de 3 de octubre de 1960 (“Spain: The Bull Bums”) y Esquire en el de febrero de 1961 (“The Bulls Of Pamplona Vs. The Ivy League”) se hacen eco de las andanzas de Vanderford.

El 8 de agosto de 1960 se extendió el rumor, parece que propagado desde la radio sueca, de que Hemingway había muerto en Málaga, en la finca de Churriana de sus amigos Nathan y Anne Davis donde se había alojado el año anterior. Algunos periódicos, como The International Herald Tribune de 9 de agosto de 1960, dan la noticia señalando que Hemingway no ha hecho aparición en la plaza de toros de Málaga, pero que en cambio ha sido visto en ella Vanderford. En la citada crónica de Henry F. Schulte se afirma que, al ser descubierto Vanderford entre el público, el rumor quedó acallado. Pero, según explica el ABC de 9 de agosto citando como fuente a Domingo Dominguín, fue el propio Hemingway quien estuvo en la plaza de toros de Málaga esa tarde (actuaban Luis Miguel Dominguín, Jaime Ostos y Diego Puerta con toros de Pablo Romero).

Mary Welsh, la mujer de Hemingway, que estaba en Nueva York, confirma en sus memorias que recibió desde Granada un telegrama indicando que era una falsa alarma, enviado durante el regreso desde Málaga hacia Madrid (el 10 de agosto vio torear a Antonio Ordóñez en San Lorenzo de El Escorial, allí se le ve fotografiado en el periódico Arriba del día 12). Parece que en aquella ocasión, para variar, alguien confundió a Hemingway con Vanderford.

Hemingway ya no regresó a los Sanfermines pero Van, como le llamaban sus amigos, lo hizo repetidamente a lo largo de las dos siguientes décadas. Se convirtió en uno de los miembros de la peña guiri habitual en las fiestas, entre gente como Alice Hall, Matt Carney, Joe Distler, Gerry Daves, Big Dave Pierce, Chris Humphreys, Jim Hollander, Davey Crockett, Donnie Spicehandler, Charles Patrick Scanlan, Tim Hatfield, Noel Chandler o Jesse Graham.

Vanderford aparece descrito como el más célebre, una vez desaparecido Hemingway, de los aficionados extranjeros que siguen la temporada taurina en España en The Swords of Spain, de Robert Daley, corresponsal deportivo en Europa del New York Times y luego novelista de éxito (autor de El príncipe de la ciudad, Tainted Evidence o Year of the Dragon, todas llevadas al cine).

Es un libro de 1966 poco conocido aquí ya que nunca se ha traducido, pero que atrajo a muchos visitantes norteamericanos; “Pamplona fue siempre el mejor sitio de todos”, escribe Daley sobre sus viajes por España. De Vanderford dice que su afición por la tauromaquia es casi un vicio y que es respetado por los toreros, entre los que tiene numerosos amigos. Cuenta diversas anécdotas de confusión con Hemingway, incluso por personas que conocían al premio Nobel, o después de su muerte por gente que creía que los periódicos habían mentido, a pesar de las continuas protestas de Vanderford. Revela que ambos coincidieron varias veces en las plazas, se observaron mutuamente pero nunca hablaron. El escritor James A.

Michener, otro visitante habitual de los Sanfermines de la época, narra en Iberia. Viajes y reflexiones sobre España cómo conoció a Vanderford en Pamplona en 1966. La gente seguía confundiéndole con Hemingway, aunque llevara cinco años muerto, y le pedía autógrafos. Vanderford y Michener se hicieron buenos amigos y aquel, igual que en el de Daley, figura entre los agradecimientos del libro ya que prestó su colaboración, sobre todo, para traducir expresiones en español. Michener cuenta cómo reúne, en torno a una menestra en el Mesón del Caballo Blanco, a Vanderford con Juanito Quintana, el fotógrafo californiano Robert Vavra y el torero norteamericano John Fulton, y conversa con ellos sobre Hemingway y otros temas. Vanderford refiere la anécdota de que alguien enseñó a Hemingway una de sus novelas, con la dedicatoria y la firma que le había estampado el primero, y que se lo tomó con humor diciendo que no le importaba que firmara autógrafos en su nombre siempre y cuando no lo hiciera en sus cheques o sus contratos.

Tras varios años en Madrid, en los cuales participó de su vida literaria y, por ejemplo, frecuentó la tertulia del café Lion que presidía el bibliógrafo y filólogo Antonio Rodríguez-Moñino, en 1967 Vanderford regresó a Estados Unidos para trabajar como profesor de lenguas romances en el Ripon College de Wisconsin. Allí se hizo conocido por vestir habitualmente capa española y boina. Se jubiló en 1974 y murió en su localidad natal en 1994, a los 85 años, dejando como legado un fondo de becas para estudiantes de lenguas y culturas extranjeras.

En sentido estricto, hemos de decir que Vanderford fue solo el primer doble de Hemingway, posteriormente sus dobles se han producido a escala industrial. Desde 1981 se celebra un festival anual en honor del escritor en Cayo Hueso (Key West), donde residió entre 1928 y 1939, promovido por el bar Sloppy Joe’s del que fue buen cliente. Uno de sus principales actos es el concurso de dobles, Hemingway Look-Alike Contest, con tan nutrida participación (160 concursantes en 2017) que en 1996 ha dado lugar al nacimiento de la Hemingway Look-Alike Society.

No me consta si Vanderford se llegó a presentar algún año al concurso, no figura entre los ganadores. En 2009, en el cincuentenario de su última visita a los Sanfermines, el Gobierno de Navarra convocó el I Concurso Internacional de Dobles e Imitadores de Ernest Hemingway en el que participaron 25 personas. Resultó ganador Tom Grizzard, natural de Florida, que ya había sido ganador del certamen de Cayo Hueso en 2008. A Dios gracias, nunca se ha convocado el II Concurso.