pamplona - "Las puertas de Pamplona, cabeza del viejo Reino de Navarra, están cerradas. ¡Haced que las abran!". Los Reyes Magos, sus Majestades, finalizaron su larga travesía ayer desde Oriente hasta las puertas del Portal de Francia, donde todos los peregrinos suelen llegar a la Vieja Iruña.

Aquí las puertas siempre están abiertas a todos sus visitantes, pero eso no quitó que Gaspar, Melchor y Baltasar se tuviesen que encontrar con el cerrojo echado, y el puente del Portal cerrado. "¿Qué son esas voces? ¡Es ya muy tarde! El puente no se baja hasta mañana", exclamó uno de los guardias que estaba vigilando el portón, asegurándose que no entra ningún extraño.

Pero fue el heraldo, que les acompañaba, el que intercedió por los tres. "Mis señores son sus majestades, los Reyes Magos de Oriente. Vienen a traer la felicidad a los niños y niñas de Pamplona", comentó a los guardas del Portal, mostrándoles la importancia de la situación, con miles de regalos en juego.

Y eso cambió todo: "¡Tendríais que haber empezado por ahí! Pamplona, la Vieja Iruña, os abre las puertas de par en par. ¡Guardias, bajad el puente!". Y así, sus Majestades entraron en Pamplona por la puerta grande. El mecanismo empezó a funcionar y el portón bajó.

Y delante no solo les esperaban miles de niños y niñas deseosos de ver a los Reyes, antes de que dejen su rastro esta noche a modo de regalos, sino que también una banda sinfónica y varios pajes aguardaron su llegada impacientes. Una vez la puerta bajó, el clamor se apoderó de los asistentes, que llevaban tiempo esperándoles.

La Jubilosa Llegada, como siempre se suele conocer a la entrada de los Reyes Magos, mantuvo la expectación de todos los años. Sus Majestades -que tenían algo de prisa, porque el viaje desde Oriente no es fácil- empezaron a saludar a todos los niños. "¿Te has portado bien?", preguntó Baltasar a una niña que estaba esperando, con mucha ilusión de ver a su Rey Mago favorito. Aunque para otra, Melchor era sin duda el mejor, como lo demostró en una pancarta. Por su parte, Gaspar también se llevó todos los saludos y peticiones de los txikis.

Además, llegaron cargados de todas las cartas que les habían escrito y que días atrás recibieron en Oriente, aunque todavía los más tardíos tuvieron tiempo para dársela. Con sus nombres, bien grandes, encima, para que no hubiese ninguna confusión.

No era solo que llegasen tras un largo trayecto, sino que también les esperaba bastante por delante. Una vez dejaron el Puente de la Magdalena detrás, empezaron a atravesar todo el Casco Viejo, sabiendo que más tarde no les esperaban los niños, sino una representación del Ayuntamiento. Pero fue ahí donde empezó lo que ha sido una noche muy intensa para sus Majestades. Aunque algo de carbón trajeron, muchos niños están disfrutando de todos sus regalos gracias a ellos. Que su magia siga dejando tantas sonrisas año tras año. Hasta el año que viene, sus Majestades.