ay que ver, estas semanas, qué agenda tan apretada. Sin tiempo para nada: que si las clases de yoga de par de mañana, la videollamada para el vermú virtual con la cuadrilla y el reto de rigor, móvil en mano, para fardar con la familia. Aplausos -sin falta- a las 20.00 horas y algún concierto de esos de instagram completan, como poco, los quehaceres un día normal. Pero el de ayer, además de caer en sábado, se antojaba especial. Más festivo, más nuestro, más tradicional. Diferente, porque no hay cuarentena que valga, confinamiento ni pandemia que a los pamplonicas les quite las ganas de festejar, de adelantar los Sanfermines, de celebrar escalericas y de subir peldaños... Aunque tenga que ser de puertas para adentro. No hace falta salir de casa y si la fiesta no viene a nosotros, que se acerque, por lo menos, un ratico a cada balcón.

Tras más de 80 años sin suspender las celebraciones de la escalera sanferminera los pamploneses y pamplonesas estaban llamados ayer a engalanar sus terrazas y ventanas con pañuelicos rojos, en una cita que contó con participación masiva en los balcones -cómo renunciar, además, a un pequeño baño de sol en una jornada festiva-, pañuelo en mano, para clamar que "ya falta menos". Falte lo que falte. A mediodía sonaron cánticos y jotas navarras, como prolegómeno para el Riau-Rau, a las 18.00 horas, con estampas en blanco y rojo. Dos horas después tocaba brindis vecinal y aplauso por todo el personal sanitario, policías, ambulancias, trabajadores y enfermos, con música sanferminera, y a las 22.00 horas las velas, en recuerdo a las víctimas fallecidas por el COVID-19, entonaron el Pobre de mí.

Kepa, vecino de la calle Calderería del Casco Viejo, andaba a las siete de la tarde atareado: "Me pillas en pleno guitarreo en el balcón", confesaba, patxarán en mano. Vivimos ocupados. "Nosotros estamos encantados, en el barrio hay muy buen ambiente. Se ha animado muchísima gente, cuando comenzó el confinamiento aquí ya lanzamos el txupinazo y hemos celebrado hasta unas campanadas vestidos con nuestras mejores galas", decía. Ayer, además, el artista Rolan Garcés ofreció un concierto en primicia, adelantando a los vecinos una canción de su segundo disco.

La Federación de Peñas lo celebró con un emotivo vídeo en el que varios miembros del colectivo destacaron que "nos toca quedarnos en casa, brindar desde la distancia, abrazarnos por videoconferencia y cantar y bailar desde nuestros balcones", pero llamaron a celebrar un sábado de cuarentena "diferente y especial" y a "sacar pañuelicos y blusones, bailar por el pasillo de casa como si estuvieses saliendo de los toros".

Animaron a compartir esos momenticos a través de las redes sociales (#yafaltamenosencasa y #gutxiagofaltadaetxean), en una fiesta a la que ayer se sumaron también vecinos de Erripagaña y de diferentes barrios de la ciudad. Por primera vez en mucho tiempo, seguro, tocó hacerlo desde casa. Una escalerica relegada al hogar pero no a la intimidad porque, en tiempos como estos, queda claro que la mejor forma de fiesta es siempre compartida. Incluso en cuarentena. Y es que llevamos un peldaño menos, por supuesto. Pero en todos los sentidos.