- Estaba claro que se iban a celebrar, fuera como fuese: cualquiera le quita las fiestas a un txantreano. Y aunque tenga que ser así, en confinamiento, de puertas para adentro, en una intimidad más sosegada y sin posibilidad de tomar las calles, el txupinazo ayer en la Txantrea hizo eco en todos los balcones del barrio. Abarcó todas las casas, como ha hecho siempre, porque este año no habrá gigantes pero los calderetes seguirán siendo los reyes mañana para todo aquél que se anime con el guiso en su casa y las gaitas y txistus seguirán sonando, eso sí, a través del ordenador. De manera virtual "porque no queda más remedio", señalaba ayer Juana Iturralde, que fue la encargada de prender la mecha de manera simbólica, ya que no pudo acudir a la casa desde donde se acostumbra todos los años a tirar el cohete y los propietarios lo hicieron ella. Confesaba estar "contenta y nerviosa", porque no terminaba de creérselo. El pasado 12 de marzo le habían preparado un homenaje, una despedida por su jubilación tras más de 37 años como bibliotecaria, pero no pudo ser. El estado de alarma y la pandemia le dejaron sin un reconocimiento que ayer consiguió por fin cobrarse a poquitos. "Estoy muy agradecida y emocionada", decía orgullosa.

A sus 63 años, Iturralde ha estado en la biblioteca "de la txan" cuando se ubicaba, en sus comienzos, en Federico Mayo. También en los locales de Orvina y ahora en la plaza Arriurdiñeta. Fueron los propios usuarios de las instalaciones quienes propusieron a la Comisión de Fiestas que ella lanzara el txupinazo como reconocimiento a una labor que siempre ha desempeñado con cariño. "En la biblioteca la gente es muy cercana, amiga, se implica muchísimo. Los vecinos de la Txantrea siempre están dispuestos a colaborar, las relaciones son muy cercanas. Es un barrio reivindicativo, activo y alegre, dispuesto a no renunciar a nada€ Y es mi barrio".

Para ella la Txantrea tiene una energía especial, y nunca se hubiera imaginado poder tirar el txupinazo. "Fue tal la sorpresa que me puse nerviosísima, no me hubiera imaginado jamás en semejante trance", bromeaba, con pena por no poder celebrar las fiestas como se merecen, "pero ya llegarán para que podamos disfrutar de la cercanía, de los abrazos. De los brindis, del trajín desde el punto de la mañana, de la animación por la calle". Ella suele vivirlas con la familia, "en petit comité, también con algunos amigos€ Aquí aunque no quieras el ambiente te impregna", decía. Este año hará lo propio con su marido y con su hijo, y aunque lo que más le gusta de las fiestas son los calderetes, aún no sabe si se atreverá. "Ya veremos€ Algo especial se preparará, calderete o lo que se tercie. Una alternativa a la altura". Espera que dentro de unos meses se pueden celebrar unas fiestas en la calle, "para hacer algo más cercano".

Igual incluso baila la ttun-ttuna, dantza tradicional que este año, de momento, no se ha podido disfrutar. Aunque algunos vecinos se han lanzado a hacer sus particulares versiones en la página de Facebook de la Comisión de Fiestas, desde donde animan a participar. "Nos da mucha pena no poder celebrarlas como siempre pero la verdad es que los vecinos y vecinas se han volcado, la respuesta ha sido increíble. Han decorado sus casas y balcones, han mandado vídeos y han participado muchísimo", señalaba ayer Polo Gartzia, desde el Jai Batzorde. Hoy animan a los vecinos a salir con su instrumento a la ventana, al vermut y a dantzas a través del Facebook, que contará mañana con recetas y clases de cocina, calderetes para el que se atreva a las 14.30 horas y espectáculos. "El domingo pondremos el broche con los miembros del coro Arturo Kanpion, que cantarán el Agur Jaunak dedicado a quienes nos han dejado, va a ser muy emotivo", señalaba Gartzia.

El 30 de diciembre de 2019 fue el último día que Iturralde trabajó en una biblioteca a la que, dice, llegó casi por casualidad. "Estudié periodismo pero terminé aquí y lo que pensé que iba a ser coyuntural, de paso, se ha convertido en toda la vida. Con una suerte inmensa para mí porque descubrí un trabajo maravilloso. No podía haber elegido uno más bonito, y no lo cambiaría por nada".