"Ha sido como vivir una película, como si no fuera real lo que estaba ocurriendo. Hemos ido aterrizando poco a poco", admite Ana Ruz, una de las técnicos de laboratorio que trabajan en el laboratorio del CHN. Al igual que el resto de compañeras Ruz jamás hubiera creído que iba a ser testigo directo de una de la mayores pandemias que ha sufrido el planeta. "Las primeras semanas fueron las peores porque había mucha incertidumbre. No teníamos trajes, no sabíamos si debíamos abrir las cajas y qué medidas de seguridad adoptar... si te podías contagiar", añadía este jueves Nuria Lozano.

En el laboratorio de Microbiología Clínica del CHN no han frenado la actividad desde que hicieron el primer test a finales del pasado mes de febrero. Isabel Polo reconoce que más que riesgo de contagio lo que han vivido, sobre todo, es mucha "presión para dar salida al trabajo y hacer las pruebas contra reloj". "Nosotros no estamos en contacto directo con pacientes, el mayor riesgo se produce en el interior del laboratorio P3 pero, una vez que sale de ahí, las muestras se inactivan y no hay riesgo para el que las manipula", señala quien se define como "muy racional" aunque reconoce que no todos lo han vivido así, sino también muchos con "preocupación". Aitziber Aguinaga es microbióloga, comenzó como residente en 2001 y nunca imaginó que terminaría formando parte de esta cadena de lucha. "En el CHN también nos tocó trabajar con sospechas de ébola pero nunca pensamos que íbamos a vivir una pandemia a gran escala como la del covid-19", remarca. "Nos hemos ido adaptando a las circunstancias, a los diagnósticos, a la metodología...". Los primeros casos llegaron y hubo "nervios, muchos nervios". Después los casos fueron aumentando exponencialmente y ellas tenían el termómetro entre sus manos. "Todos de una forma o de otra hemos vivido el estrés tanto en el trabajo como en casa; ésto te afecta a todos los niveles", relata quien asume que también han tenido que aumentar la guardias.

Lo que más les ha sorprendido de este virus a quienes lo miran de frente a diario es "su capacidad de transmisión". "Ha sido bestial, además de que afectaba mucho y su gravedad", destaca quien también ha vivido con angustia la falta de un fármaco curativo. "Todos estamos aprendiendo de este virus", subraya Aitziber. Juantxo Ahechu (TEL) comparte con otros compañeros que el caos se adueñó también del laboratorio en el comienzo de esta crisis. "Se iban dando instrucciones nuevas cuando las antiguas todavía no se habían asimilado, protocolos que cambiaban, personal que te enviaba muestras de otras plantas y no sabía cómo manejarlas... al principio no se tenía la seguridad de que fuera tan peligroso, luego se vio que si". Una vez que llegan del montacargas perfectamente envasadas Nicole Arizaga se protege con un traje especial para dar salida a las muestras en uno de los dos sistemas que existen: robot o un método automático que primero extrae el núcleo y luego identifica el virus en dos fases.

Irati Arregui se encarga de validar las muestras a través de un ordenador. A partir del listado que le pasan de las pruebas analizadas, con los genes detectados, ella decide quién es positivo y quien negativo para lo que también se comprueba la historia del paciente. "Es una residente de Microbiología que está trabajando como una jabata. Se encarga de validar la prueba, es decir, si hay una curva positiva si es valorable, en definitiva, si tienen el gen E, R o N siguiendo el criterio europeo de valoración", detalla Carmen.

También Ana Navascues valida los resultados que se vuelcan del termociclador al ordenador. Y Xabi Beristain (estadística de la PCR) contrastan los datos que terminan reflejados día a día en el Covidómetro o pizarra: 1.156 muestras y 14 positivos era la foto del día 14. Todos cien por cien "fiables". Toda una cadena de trabajo que empieza cuando se reciben las muestras en la zona de recepción (en cajas amarillas y envueltas en un empapador). Muestras que permanecen dentro de una bolsa herméticamente cerrada.

En una campana de la zona de recepción se corta la bolsa, se saca el tubo con la muestra y se desinfecta por la parte de fuera. Además, se registra el nombre y apellidos de la persona que tiene la muestra, su número de historia y se le da un número a la muestra con la petición de PCR de coronavirus, detalla Carmen Ezpeleta, jefa del servicio de Microbiología Clínica.

SEROLOGÍA

Además de las PCR en el laboratorio también se realizan test de seroprevalencia que, aclara, no son los llamados test rápidos sino "muchísimo más fiables, son test de anticuerpos, los CLIA y los Elisa". "Unos detectan si has pasado la infección y otros si la infección es reciente", matiza. "Este mapa inmunológico es súper importante y se está empezando a hacer ahora, desde hace dos semanas.

Además, tenemos problemas con el suministro de reactivos en el mercado", remarca. En este momento se realizan a pacientes hospitalizados con sospecha de infección. Para hacerlos cuentan con cinco equipos en la segunda planta del pabellón L, donde también se hicieron las analíticas para el estudio nacional de serología. Los test rápidos se realizan en otros espacios como Refena y en Navarra se han realizado un total de 38.044.