Pamplona y Navarra entera se encontraban de enhorabuena, puesto que regresaba a casa uno de sus músicos más celebrados, Hilarión Eslava. Había fallecido 21 años antes, en 1878, pero fue enterrado en primera instancia en Madrid, y ahora volvía para ser inhumado en el cementerio de Iruñea.

Miguel Hilarión Eslava Elizondo había nacido en 1807 en la casa Benitorena de Burlada, cuando esta era una pequeña localidad de menos de cien habitantes. Creció en un contexto totalmente euskaldun, en una Burlada aún vascoparlante y en el seno de una familia cuyos abuelos maternos ni siquiera hablaban el castellano. No obstante, Hilarión Eslava desarrolló su vida profesional fuera de su tierra. Fue compositor, violinista de la catedral de Pamplona, y luego maestro de capilla en Burgo de Osma, posteriormente en Sevilla, y finalmente en la Capilla Real de Madrid, ciudad en la que falleció de pulmonía a los 71 años.

la calle por la que transcurrió el cortejo fúnebre de Hilarión Eslava camino de Beritxitos permanece reconocible, a pesar de los evidentes cambios operados en la urbanización y en el mobiliario urbano. Faltan, eso sí, el coche negro tirado por caballos, los semblantes cariacontecidos de los pamploneses de 1899 que conformaban el séquito, y el numeroso público que hace 121 años abarrotaba las aceras.

Con todo, podemos decir que Navarra no ha olvidado a su paisano, pues la escuela de Música de Burlada lleva hoy el nombre de Hilarión Eslava, y en la propia Iruñea el Ayuntamiento decidió en 1883 otorgarle una calle, la calle Eslava, así como un monumento en la Taconera. Por otro lado, tenemos que recordar que Hilarión Eslava tan solo permaneció algunos años enterrado en Pamplona, puesto que en 1920 se aprobó el traslado de sus restos a Burlada, su pueblo, donde cuenta con un bonito mausoleo. Bien hecho.