40 años tenía que celebrar en 2022 el asador Los Nandos de Lodosa, un restaurante de referencia en la zona que, desde hace un mes, permanece cerrado a la espera de alguien que quiera coger las riendas.

Y es que Enrique Marzo y Guadalupe Martínez, los propietarios desde julio de 2007, han decidido, por motivos personales, emprender un nuevo camino lejos de los fogones.

Aunque aún no les ha dado tiempo de hacerse a la idea de que ya no se pondrán más el delantal y de que no volverán a atender a sus clientes habituales, esperan que "haya alguien con ganas e ilusión que quiera seguir adelante con ello porque es un sitio que funciona, y que funciona muy bien".

Corría el año 1982, explican, cuando Fernando Roldán, familiar de los dueños del asador Casa Julián de Tolosa, decide abrir este espacio en Lodosa.

El arranque fue exitoso pero en 1995, por problemas de salud, se lo vende a José Antonio Marzo y Esther Nalda, los padres de Enrique. "Ellos mantuvieron más o menos la esencia, pero también le imprimieron su personalidad; cambiaron la vajilla, colocaron mantelería".

Y fue en 2007 cuando tuvo lugar el último cambio de manos del negocio hasta la fecha. Enrique, que siempre ayudó en el restaurante, decidió hacerse cargo del asador con su mujer. "Aunque el espacio es el que es, lo cambiamos bastante; baños, fachada, mantelería nueva, pintamos, colocamos cortinas y nos pusimos uniforme. En ningún momento perdimos la esencia del lugar pero miramos y mimamos un poco más el detalle con el objetivo de estar acorde a los tiempos que corrían", cuentan.

El inicio no fue duro puesto que "era un negocio que ya estaba en marcha desde hacía años y fue rodado". Sin embargo, en 2008 les tocó la crisis económica y justo después llegó la prohibición de fumar en los interiores. "Ahí se notó mucho bajón porque la gente empezó a cenar en las bajeras".

También innovaron con la comida, y es que pasaron del "sota, caballo y rey" a una carta muy variada y completa. "Había platos intocables como las sopas de ajo, las pochas o los espárragos frescos en temporada, así como el chuletón, el solomillo y las chuletillas. Sin embargo, introdujimos otros productos como alcachofas, croquetas, ensalada de perdiz escabechada, pimientos rellenos de centolla o foie con trompetillas".

También añadieron muchos postres; los más demandados: tarta de queso, torrija y gelatina de gin tonic."¡Ah! Y a modo de curiosidad, existe una cláusula en la venta del negocio que estipula que no se puede desvelar cómo se hacen los pimientos que acompañan a la carne", ríe Guadalupe.

El asador "siempre ha tenido una clientela muy fija, es curioso que, los niños que antes venían con sus padres, después lo hacían con sus parejas o cuadrillas". Además de gente de Lodosa y alrededores, llegan sobre todo de Cataluña y del País Vasco.

Muy agradecidos

De acuerdo con este matrimonio, "está claro que la hostelería te tiene que gustar y el que está metido en el mundo, sabe que es sacrificado. Lo peor, creo que es el horario y estar siempre pendiente de qué comprar porque es producto perecedero. Además, a lo largo de los años siempre que ha habido una celebración teníamos que estar ahí y hubo cosas que no pudimos hacer con las hijas. Eso, al final, pesa".

Sin embargo, reiteran, "lo más satisfactorio es lo agradecido que es todo el mundo, da gusto el trato que recibimos y ver que el esfuerzo se ve recompensado; la gente es muy agradable. Además, este modelo de negocio te brinda la oportunidad de tener horas libres porque abres a mediodía y por la noche".

De hecho, recuerdan, "no cerramos porque vaya mal o porque sea un negocio echado a perder, sino porque la situación personal y emocional así lo requiere; no es un motivo económico. Además, el covid no ha ayudado y, una vez que vimos que iba para largo, decidimos buscar otros trabajos". De hecho, reiteran, por las condiciones del asador, que es un restaurante pequeño y sin terraza, aún tardaron más que el resto en abrir; en cuanto pudieron lo hicieron, retomaron y le dieron una oportunidad hasta que el fin de semana del 4 y 5 de diciembre bajaron definitivamente la persiana.

Negocio familiar

Los interesados en ver las características del asador pueden hacerlo en la inmobiliaria M2; es un local de 70 m2 en una planta (además de un almacén y vestuarios), que permite albergar a unas 28 personas y que sufrió una importante reforma en 2018. "Es un restaurante muy cómodo, ideal para llevarlo entre dos personas y una tercera, si es caso. Es un negocio que está para coger las llaves y empezar a trabajar ya".

De hecho, "si alguien tiene interés, estaríamos ahí para ayudarles y guiarles; si se tienen ganas, se aprende en un santiamén. Nos da mucha pena que esté cerrado, sobre todo porque cuanto más tiempo esté así, más se deteriorará. El asador tiene un público fiel y, si vuelve a abrir, ahí seguirá".

Lo que parece claro es que no habrá un nuevo salto generacional y que la historia de 'Los Nandos' la seguirá escribiendo alguien ajeno a esta familia.