Con el fin de tender puentes entre generaciones a través de los juguetes, entre los recuerdos de quienes jugaron con ellos y el descubrimiento de una parte de nuestra historia por parte de los y las niñas de hoy, el centro cultural Iortia de Altsasu acoge hasta el 31 de marzo una exposición con más de 300 piezas de los fondos del Museo Etnográfico del Reino de Pamplona.

Los juguetes hablan de otras épocas, de ritmos y estilos de vida diferentes a los actuales, de relaciones cercanas entre personas, como señala Elur Ulibarrena, directora del museo de Arteta. “Representan los cambios que se han producido en la sociedad, que se ve reflejada también en la evolución del juguete”, apunta.

Así, la muestra hace un recorrido cronológico, desde el siglo XIX hasta los años 70-80 del pasado siglo. No obstante, hay piezas que pueden tener varios siglos, como un correpasillos realizado con madera de roble y un cuerno del que cuelgan dos pequeños cencerros, un patinete, también de madera y una goitibera, por citar algunos.

Es una exposición para mirar sin prisa y para realizarla mejor en compañía, como apunta Juana Ibáñez, trabajadora del museo. Y es que propone un viaje al pasado en el que muchas personas podrán reconocer los juguetes con los que pasaron largas horas en su infancia junto a otros que ansiaron pero solo vieron en los anuncios de la época y a algún niño o niña de familia pudiente. Así, propicia que afloren recuerdos y anécdotas, unos testimonios que merece la pena transmitir. También es una invitación a explorar el mundo a través del juego.

Con hojalata, madera o plástico entre otros materiales, la mayoría de las piezas son reproducciones a pequeña escala de barcos, coches, soldados, indios, cocinitas, construcciones, herramientas y oficios reconocible para los niños y niñas. No en vano, los más pequeños siempre han jugado a imitar a los adultos, dando pie a los fabricantes de juguetes, artesanos o industriales para crear minimundos para reproducir esos roles.

Muñecas Las muñecas y todo su mundo asociado constituyen una sección destacada de la muestra, con piezas del siglo XIX realizadas con tela junto a otras de porcelana y cera. También hay peponas realizadas con cartón prensado, las piezas más baratas y las más abundantes en la posguerra. A precios prohibitivos, en esos años hicieron furor entre las niñas de familias con una holgada situación económica Mariquita Pérez y Gisela. El primer modelo que salió a la venta costaba 85 pesetas cuando un trabajador medio no llegaba a ganar 10 pesetas al día.

A partir de la segunda guerra mundial comenzó a utilizarse el plástico. En 1959 se lanzó al mercado Barbie, considerada por la moral española como demasiado atrevida, por lo que tuvo su versión, Chabel, con una imagen más aniñada y un cuerpo menos explosivo y sobre todo, Nancy, la reina del mercado español desde 1968 y en los 70.

Para los chicos aficionados a los muñecos estaban los soldaditos de plomo. Primero fueron de arcilla, cartón y madera, así como recortables de papel. Con la aparición del plástico en los años 50 llegó un regimiento de airgan boys, universo comanche o cliks que podían adaptar apariencia de caballero medieval, policía, pirata, bombero, vaquero entre otros, y se comercializaron con una larga serie de accesorios complementarios. Carros, coches, motos, bicicletas, triciclos y patinetes han sido, son y serán un juguete que no puede faltar en la infancia y tampoco en la exposición.

Muchas de las piezas provienen de Iparralde, fruto de viajes al otro lado de la muga con su padre, el escultor José Ulibarrena, cuando buscaban en ferias, rastros y casas piezas para su museo etnográfico. “Los mejores juguetes son los franceses e ingleses. Además, en estos países había más cultura de conservar”, apunta su hija. A la hora de destacar alguna pieza se queda con una cuna de forja y un magnífico ropero de roble para el vestuario de las muñecas, los dos del siglo XIX, realizados con manos expertas de un artesano que reprodujo hasta los más mínimos detalles.

La exposición se puede visitar de lunes a viernes de 18.30 a 21.00 horas y los sábados una hora antes de empezar el espectáculo. El horario del domingo es de 16.00 a 20.30 horas.